Es innegable que el panorama mundial está inmerso en una nueva revolución industrial, la digitalización y la preocupación por la sostenibilidad han venido para quedarse y están transformando todos los paradigmas anteriores. A ello se le suma la búsqueda cada vez mayor por parte de la sociedad de “una ética detrás de las cosas”, que las instituciones y corporaciones presenten una Responsabilidad Social (RS) desde la que encuentren e incorporen soluciones efectivas al cambio climático, la desigualdad social, la pobreza, el hambre, etc. y por ello los ODS se han convertido en una prioridad en todas las agendas, y las universidades deben estar en la punta de lanza.

Las universidades deben adaptarse para que ellas y sus egresados estén en primera línea de la resolución de todas estas problemáticas, sinérgicamente con la industria y la sociedad. Sin duda los campus son perfectos campos de experimentación a escala, de las necesidades y soluciones que precisará la humanidad y sus espacios verdes.
Poder evaluar, de forma argumentada y justificada las soluciones, precisa de sistemas con los que medir y monitorizar, entre otros aspectos, sus distintas variables físicas de forma periódica y sustentada en el tiempo. Estas variables tienen un impacto directo tanto en la salud humana, como en la economía o en el calentamiento global, siendo hoy en día una de las herramientas imprescindibles para garantizar la calidad de vida de estos espacios, de manera que la sociedad en general se ve beneficiada directa o indirectamente de su existencia, así como de asegurar la capacidad de adaptación al Cambio Climático.
Esto ha llevado a los gobiernos y a la industria a realizar mediciones y recopilar durante años información de variables ambientales en las ciudades, tales como: temperatura, humedad, radiación o calidad del aire. Estas medidas son tomadas mediante estaciones fijas de alta calidad calibradas según los estándares de cada zona.

Estas redes de monitorización en tiempo real presentan elevados costes de implantación y mantenimiento, por lo que su número suele ser limitado y, por tanto, sólo estudian estos parámetros en localizaciones específicas, lo que lleva a que sólo pueden establecerse estudios por extrapolación. Cómo alternativa, en diferentes partes del mundo, se están dando proyectos de Internet de las Cosas (IoT), basados en tecnologías de software y hardware libre, principalmente usando como base las plataformas Raspberry Pi y Arduino, que cuentan con una gran variedad de sensores que analizan parámetros ambientales de todo tipo (temperatura, humedad, presión atmosférica, ruido, radiación, partículas en suspensión, CO2 velocidad del viento, lluvia, temperatura del suelo, etc.) tienen una interesante eficiencia-precio y el apoyo de inmensas comunidades que colaboran y dan acceso a ideas y soluciones a infinidad de situaciones.
Si es complementado con una tecnología de comunicación inalámbrica que combina un consumo de energía ultra bajo con un largo alcance efectivo como es el caso del sistema LoRa (Long Range) que permite alcanzar, dependiendo de las condiciones ambientales, de 5 a 20 km, un almacenamiento masivo de datos en la nube y herramientas de análisis de datos, obtenemos un ecosistema de monitorización y análisis sumamente avanzados y con gran autonomía, que permitirán ser la base de la toma de decisiones confiables para la conservación y puesta en valor de los espacios naturales.
Todo ello nos permitirá llevar su gestión a un nivel nunca antes visto, haciendo que la tecnología, la humanidad y el medio ambiente dialoguen y convivan sinérgicamente como nunca hasta la fecha había sido posible.

La Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía (ETSIME) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) no es ajena a estas inquietudes, y en el 2015 (coincidiendo con los retos que lanza la ONU desde la Agenda 2030) , se empezó a conformar el Grupo de Monitorización Ambiental TELLUS dentro del Proyecto AulaEnergía. Este proyecto ha estado siempre ligado a la Responsabilidad Social Universitaria (RSU) de la ETSIME-UPM, que se coordina desde la Unidad de Emprendimiento Social, Ética y Valores en la Ingeniería (UESEVI), la cual lleva trabajando en este centro desde el año 2006 para incorporar inquietudes Medioambientales, Sociales y de buen Gobierno en el día a día de la comunidad universitaria, La UESEVI contribuye al desarrollo de la sociedad a través de la formación en competencias sociales, y entiende la Responsabilidad Social desde una dimensión ética.
Desde nuestro grupo somos conscientes que es preciso conocer cómo funciona el entorno urbano en el que nos encontramos y sus complejas dinámicas, en especial las ambientales, que presentan un alto nivel de alteración antrópica. Ejemplo de ello es el efecto de “isla de calor” cada vez más recurrente en las grandes urbes que deriva de la acumulación del calor en la ciudad y la dificultad para liberarlo, debido a los materiales absorbentes con los que están construidas sus infraestructuras (asfalto, hormigón, etc.), la contaminación atmosférica derivada de los procesos de combustión (transporte, calefacciones, …) y las reducidas áreas verdes.

Las ciudades, representan menos del 2% de la superficie de la tierra, pero despuntan como agentes aceleradores del Cambio Climático, siendo consumidores del 78% de la energía mundial, produciendo más del 60% de las emisiones de los gases del efecto invernadero y a la vez, se muestran como lugares muy expuestos y vulnerables a sus efectos, ya que en ellas vive el 50% de la población mundial, cifra que para el 2050 alcanzará el 70% según las previsiones de la ONU.
Por todo ello, los espacios verdes son ambientes estratégicos con los que combatir estos cambios y potenciar la resiliencia de las urbes. En definitiva, su habilidad para mantener su continuidad después de impactos o de catástrofes mientras contribuyen positivamente a la adaptación y la transformación, por lo que existe la imperiosa necesidad de desarrollar un uso más eficiente de las tecnologías y políticas ya implementadas y el desarrollo de nuevas para incrementar la capacidad de las urbes del mundo, de manera que se puedan afrontar nuevos desafíos protegiendo a su población, infraestructuras, así como sus activos económicos y naturales.
El proyecto es posible gracias a la financiación obtenida por la II Convocatoria ayudas de investigación promovida por la Cátedra Fundación Cepsa – UPM sobre Energía y Medio Ambiente.
La Cátedra Fundación CEPSA de Energía y Medio Ambiente de la Escuela de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid tiene como misión la colaboración entre la Fundación Cepsa y la universidad en el desarrollo de programas que potencien la educación, la empleabilidad y el emprendimiento, así como el desarrollo de la formación, la investigación y la innovación en el entorno universitario.
Participantes:
- Domingo Alfonso Martín Sánchez. L.D. PRF.CONTR.DOCT. ETSIME-UPM. Departamento de Ingeniería Geológica y Minera. Director Técnico de UESEVI y miembro de Nodos ODS – UPM.
- Javier Maroto Lorenzo. Director de la Unidad de Tecnologías de la información y Comunicaciones (UTIC-ETSIME-UPM) y miembro de Nodos ODS – UPM.
- Juan Antonio Rodríguez Rama. Ingeniero Geólogo UPM. PhD ETSIME-UPM Departamento de Ingeniería Geológica y Minera, y miembro de Nodos ODS – UPM.
- Alfredo Marín. Responsable Técnico del FabLab 3DME – ETSIME-UPM.
- Ana García Laso. Ingeniera de Telecomunicaciones UPM. Departamento de Ingeniería Geológica y Minera. Coordinadora de UESEVI y miembro de Nodos ODS – UPM.
- Cristina Montalvo Martín. Prof. Titular de Universidad ETSIME-UPM. Departamento de Energía y Combustibles, y Responsable de la Unidad de Igualdad de la ETSIME-UPM.
- Fernando Barrio Parra. L.D. PRF.CONTR.DOCT. ETSIME-UPM. Departamento de Energía y Combustibles, y científico del Programa de I+D CareSoil.
Nota:
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