La evolución hacia la «inteligencia de las cosas» supone un incremento del conocimiento sobre los entornos que nos rodean, un incremento de los datos útiles y una correcta interpretación que les de sentido, como base para la toma de decisiones más adecuadas y útiles, al estar basadas en una información de calidad y en tiempo real.
Esto nos lleva a la creación de espacios abiertos, públicos y contrastables de datos para que diferentes actores de un mismo espacio (ciudades, zonas ambientales, industrias, vías de comunicación, etc) puedan emplearlos y retroalimentarlos. Con la consiguiente mejora esperable debido al tratamiento multidisciplinar de los datos.
Para permitir su expansión, deben ser sistemas fácilmente replicables en entornos distintos, con desarrollos asequibles, bajo o nulo mantenimiento, sencillos de operar y de costos reducidos. Esto permitirá crear inmensas redes de sensores con los que monitorizar los entornos, asegurando una distribución y cantidad de datos suficientes para asegurar una correcta distribución estadística. Consiguiendo el principal objetivo, obtener datos base útiles y fieles a la realidad, para ser usados en la toma de decisiones.
Es este punto una de las vías por las que estas tecnologías de microcontroladores podrán dar el salto de las aulas al mundo real e industrial, por su reducida curva de aprendizaje, sus costes tremendamente competitivos y la infinita versatilidad de sus aplicaciones a los escenarios más variopintos inimaginables.
En nuestro caso, tenemos en fase de desarrollo los SAE (Sistemas Ambientales Exteriores), durante más de un año hemos tenido un prototipo operativo en la terraza de uno de nuestros edificios, poniendo a prueba la tecnología en circunstancias reales, corrigiendo y evolucionando el equipo para conseguir una mayor durabilidad y consistencia de los datos generados, actualmente se tiene una versión que pondrá todo lo aprendido en una versión final, con capacidad para incrementar sus capacidades iniciales (temperatura, humedad, presión) a medida que se desarrollen los nuevos componentes previstos (presión de comparación, intensidad lumínica, UV, velocidad y dirección del viento, …).
En fase de valoración están varios proyectos para el control de la temperatura de los entornos subterráneos que rodean a nuestra universidad. Para aplicaciones en geotermia, aerotermia y pretratamiento de aire en uno de nuestros museos universitarios y en futuros laboratorios.
Todo esto nos encamina a un nuevo nivel de simbiosis con nuestros entornos, con los que no sólo coexistiremos, si no que además podremos dialogar, creando así espacios innovadores, mucho más eficientes, seguros y con mejores tiempos de respuesta.