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4. Claves para ser un buen facilitador de talleres grupales
A la hora de diseñar un taller de evaluación, independientemente del enfoque de evaluación participativa adoptado, hemos de plantearnos las siguientes cuestiones: A quién invitar, buscando siempre la máxima inclusión posible; cómo llevarlo a cabo en cuanto a preguntas a formular y herramientas a utilizar; dónde realizarlo; y cuándo. Es importante no tratar de conseguir demasiada información demasiado rápido, la participación lleva su tiempo, aunque también conviene maximizar tiempos para llegar a plantear todas las preguntas necesarias. Tampoco conviene utilizar demasiadas técnicas participativas en detrimento de los verdaderos objetivos del taller y la evaluación.
Antes de comenzar cualquier actividad en el un taller participativo es importante asegurarse de que el grupo está preparado para esa actividad, de que la actividad fortalecerá las relaciones en el grupo y beneficiará a la evaluación que estamos realizando. Una vez decididas las actividades a realizar es importante establecer unas mínimas normas de funcionamiento. Puenden decirse frases como: “No estamos aquí para estar de acuerdo en todo”; “toda opinión es válida y debemos respetar todas las opiniones”; “no queremos que nadie monopolice la discusión”; “hablar de uno en uno”.
A lo largo del taller es necesario formentar el interés y la comunicación, ser capaz de improvisar cuando se vea necesario, saber escuchar a lo que se dice y no se dice (tono, ambiente, lenguaje corporal…) y ser consciente de los propios prejuicios. El papel del evaluador como facilitador consiste más en formular buenas preguntas que en dar respuestas, preguntas que sean abiertas y puedan provocar desacuerdo. Aunque en este caso es necesario saber manejar los conflictos que puedan generarse, cuidar que la gente más tímida participa y la gente más participativa no acapara el tiempo. En definitiva se trata de generar un ambiente en el que todos participan.
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El papel del evaluador en la evaluación participativa
A lo largo del proceso de evaluación participativa se crean vínculos, una relación estrecha, entre el evaluador y los implicados en el programa objeto de la evaluación. A través de estos vínculos, la experiencia del evaluador puede enriquecer el proceso si se utiliza de forma adecuada. No se trata de imponer esa experiencia sino de compartirla, analizar muy bien cuál debe ser su papel, y entender que la toma de decisiones en los trabajos de evaluación puede variar a lo largo del proceso.
El papel del evaluador ha sido descrito como: facilitador, educador, consultor, consejero (Morabito, 2002); colaborador (Patton, 1997); amigo crítico (Rallis and Rossman, 2000); intérprete y mediador. Cada uno de estos términos añade algo a la implicación del evaluador en el proceso de evaluación. La cuestión es entonces averiguar cuáles son los papeles que el evaluador puede tomar en la evaluación participativa. Éstos pueden resumirse en dos:
- Evaluador, que hace referencia a su profesionalidad y provee a su trabajo de la credibilidad necesaria. Se trata de un papel en el que lo importante es cumplir los requisitos del que encarga la evaluación y llegar a producir resultados creíbles de evaluación.
- Facilitador, que hace referencia a la construcción de capacidades (especialmente capacidades de evaluación interna) entre los participantes en la evaluación. Se incluye aquí el papel de educadores, colaboradores, amigos críticos o consejeros a través, principalemente, del proceso de evaluación.
El papel del evaluador en los diferentes enfoques participativos de evaluación.
En el gráfico podemos ver cómo el papel del evaluador puede ir de ser el director absoluto de la evaluación, a ser un simple facilitador en una evaluación dirigida por los participantes. En el eje de ordenadas vertical está representado en nivel de implicación en la toma de decisiones tanto del evaluador como de los participantes (líneas inclinadas que se cruzan a la mitad); en el eje de abcisas horizontal están representados los diferentes enfoques de evaluación participativa.
En los enfoques participativos en el extremo izquierdo de la gráfica (implicación del evaluador mayor que la de los participantes en la toma de decisiones) las evaluaciones son dirigidas por los evaluadores que solo usan de la participación para extraer información que resulte útil y práctica para la toma de decisiones. En los enfoques participativos en el extremo derecho de la gráfica el punto de vista es más transformador y se tiende a que sean los participantes los que toman las decisiones en las actividades de evaluación, relegando al evaluador a un papel de facilitador del proceso. Muchos evaluadores piensan que nunca debería pasarse de la mitad de la gráfica para la derecha, pues se piensa que los evaluadores han de dirigir siempre la evaluación.