El término Internet de las cosas fue propuesto por Kevin Ashton, un pionero británico en tecnologías, en 1999. Kevin defendía la idea de que las etiquetas RFID (Radio-frequency identification) asociadas a objetos físicos les conferían una identidad bajo la cual podían generar datos sobre ellos mismos o sobre lo que percibían y publicarlos en internet. En sus palabras:
“And that’s a big deal. We’re physical, and so is our environment. Our economy, society and survival aren’t based on ideas or information—they’re based on things. You can’t eat bits, burn them to stay warm or put them in your gas tank. Ideas and information are important, but things matter much more. Yet today’s information technology is so dependent on data originated by people that our computers know more about ideas than things” (Ashton, 2009)
Los avances tecnológicos han permitido que los objetos cotidianos como los vehículos, máquinas, electrodomésticos, etc. estén provistos de sensores y APIs para conectarse e intercambiar datos por internet. La digitalización del mundo físico puede ayudar a mejorar la vida cotidiana de las personas a través de las ciudades y hogares inteligentes. Algunos ejemplos curiosos son el cepillo de dientes que detectará caries; un despertador que accionara la cafetera; un retrete que realizar análisis de sangre; un frigorífico que detecte productos en mal estado, etc.
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Para poder trabajar con la información de los objetos es necesario que las aplicaciones suban la información a la nube para después poder interpretar y transmitir los datos que nos aportan los sensores ¿Cómo puede ayudar el Iot en los proyectos y a la hora de realizar sus evaluaciones? El IoT, consiste en conectar a internet cualquier objeto cotidiano basándose en tres pilares: captura de datos (telemetría, geoposicionamiento…), tratamiento del datos (Business Intelligence, Machine Learning…) y transformación de datos para utilizarlos en el proyecto y su evaluación. Esta información puede ser muy relevante y en el pasado era algo imposible de aprovechar, analizar y finalmente actuar, permitiendo tener un mayor control sobre los procesos, mayor eficiencia, reducción de costes, etc, aportando un extra de información más específica y detallada. En el caso de las evaluaciones, que requieren datos de seguimiento de la actividad a evaluar. puede ser interesante tener objetos conectados a internet que permitan recopilar información sobre el mismo de forma automática y en tiempo real.
Una oportunidad para la Evaluación: Los Vestibles ( Wearables) y las Ciudades Inteligentes ( Smart Cities)
Este concepto se refiere a llevar la tecnología literalmente puesta. La tecnología vestible consiste consiste en llevar en la ropa o en los complementos todas estas opciones que ya nos brindan diferentes aparatos. Estos dispositivos además de ofrecernos información sobre nuestra actividad, también interactúan con nosotros. Si por ejemplo realizamos ejercicio, además de mostrarnos nuestras pulsaciones, nos avisará si nuestro ritmo es demasiado alto. Otro buen ejemplo es cuando utilizamos nuestros dispositivos móviles como GPS, pues gracias a los wearables no hará falta mirar el mapa que muestra la pantalla, sino que ligeras vibraciones nos informará hacia dónde tenemos que girar.
Las ciudades Inteligentes pueden ser también un repositorio de conocimiento, donde los objetos físicos que la habitan, como el mobiliario urbano, sensores de polución, semáforos, camiones de recogida de residuos o sistemas de riego de jardines podrían recoger información sobre los cambios que perciben a lo largo del tiempo. Por ejemplo, el nivel de polución diaria sería actualizada constantemente por los sensores de polución por hora, día y zona, el control de tráfico se apoyaría en la correlación entre un aumento de los niveles de polución de una zona y la información meteorológica relevante, permitiendo tomar decisiones de planificación de tráfico que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Ya existen ejemplos de metrópolis de este tipo como Smart Santander (España), Amsterdam Smart City (Países Bajos) y Songdo IBD (Corea del Sur). Todo los que se puede medir se puede gestionar. Cuando contamos con cifras, con datos, con todo tipo de información respecto a un fenómeno, y disponemos de los conocimientos y las técnicas para interpretarlos correctamente, podemos ser capaces de identificar los factores que afectan a dicha experiencia y adaptarlos para obtener los resultados deseados.
Las empresas aplican esta tecnología desde hace años, ahora les toca a las personas individuales. La utilidad de recoger continuamente datos de nuestras actividades cotidianas permitirá efectuar análisis de nuestros hábitos. E sta tendencia, se denomina «yo cuantificado» (quantified self) y permitirá hacer visible la información invisible, revelar datos que siempre han estado ahí, pero nunca se han medido.
Un reto importante para estas tecnologías es la autonomía energética para su funcionamiento. No se puede complicar nuestro estilo de vida multiplicando el número de aparatos que debemos monitorizar diariamente. Sin embargo, la telecomunicación y la inteligencia electrónica tienen un coste energético en los dispositivos. La investigación tecnológica en baterías con mayor capacidad por unidad de volumen, microprocesadores con menor consumo, y módulos de comunicaciones inalámbricas con mayor eficiencia energética se incluyen dentro del concepto de energy harvesting (recolección de energía) que se refiere a la capacidad de algunos de los productos inteligentes, especialmente los vestibles o los sensores situados al aire libre, de obtener energía del medio en el que se encuentran, de manera natural y en cantidades suficientes para ser autónomos por largos periodos de tiempo. Algunos ejemplos son la alimentación cone energía solar de sensores, el calzado o equipamiento deportivo capaces de obtener energía acumulada por el movimiento o la flexión que se da durante su uso.
El lado negativo de Iot es que se hace urgente y necesario extremar las medidas de seguridad y desarrollar rápidamente las leyes necesarias para proteger la privacidad de las personas y otorgarles el pleno derecho a ser los decisores del destino de dicha información.
Referencias
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