El fin último de la cronología absoluta es datar, es decir, indicar la fecha en que tuvo lugar un determinado proceso. Unos de los objetivos más recurrentes para los primeros geólogos fue determinar la edad del planeta Tierra. A lo largo de la historia de la geología han sido números los métodos propuestos con el fin corregir este desconocimiento.
No se obtuvo una datación certera hasta que no se aplicó el Método de Datación Radiométrica que se basa en la tasa de desintegración radiactiva de determinados isótopos contenidos en minerales y por tanto en rocas.
De esta forma se puede calcular la edad de una roca a partir de la cantidad de isótopo radiactivo que se ha desintegrado para dar lugar a un isótopo radiogénico. Siempre teniendo en cuenta que las tasas de desintegración son constantes para cada par isotópico. Por lo tanto, calculando la cantidad de isótopo radiactivo transformado en isótopo radiogénico y en función de su periodo de semidesintegración se puede interpolar el tiempo en que se formó un determinado mineral y por lo tanto, una roca concreta.