El confinamiento no sólo redujo la intensidad del ruido, sino que también modificó significativamente sus patrones de tiempo.
14.09.20
Por César Asensio*
El confinamiento sufrido durante los meses de marzo a junio de 2020 para tratar de controlar y minimizar la propagación de COVID-19 alteró significativamente el entorno acústico en Madrid.
Este fenómeno fue tan rotundo como palpable por parte de cualquier persona recorriera sus calles y avenidas. El fenómeno fue recogido por la red de vigilancia de ruido de la ciudad de Madrid, compuesta por una treintena de estaciones de monitorizado. En un artículo que en breve será publicado por el Journal of the Acoustical Society of America, el Grupo de Investigación en Instrumentación y Acústica Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid analiza los datos y cuantifica los niveles de reducción alcanzados durante el confinamiento.
Los resultados del estudio muestran una reducción significativa de los niveles de ruido en la ciudad de Madrid durante el confinamiento. Esta reducción afecta a toda la ciudad de forma muy significativa, aunque se hace más visible en los lugares más cercanos a las principales arterias de tráfico. El confinamiento también ha afectado a la actividad, comportamiento y actitud de los ciudadanos en las calles, por lo que también se observa una reducción en aquellos lugares menos afectados por el ruido del tráfico y más afectados por el ruido de las actividades de ocio, turismo y comercio.
La ausencia de tráfico se percibe en las zonas dominadas por el tráfico y en las zonas activas, pero también en los lugares situados en zonas tranquilas. En términos cuantitativos, la reducción media obtenida en la ciudad es de entre 4 y 5 dBA para los indicadores Ld, Le y Ln (día, tarde y noche, respectivamente) en días laborables, fenómeno ligado a la contundente reducción de los niveles de tráfico en las calles. Además, dicha reducción supera los 6 dBA en el periodo nocturno del fin de semana, lo que puede explicarse por la falta de actividad vinculada a la vida nocturna durante los fines de semana.
Obviamente, en algunas zonas concretas (como la Plaza del Carmen en esta muestra), parte de esta reducción se debe a la menor presencia de personas en las calles, bares y terrazas que disfrutan de la vida nocturna y de las actividades comerciales. Pero sobre todo, la reducción generalizada se debe a la ausencia del tráfico nocturno habitual en las calles durante el fin de semana, situación que también está vinculada a la ausencia de actividad nocturna durante el encierro. Esto nos muestra cómo el tráfico rodado tiene también un peso importante ligado al ruido del ocio nocturno, aunque no suele ser la principal preocupación de los residentes de las zonas de ocio nocturno.
El confinamiento no sólo redujo la intensidad del ruido, sino que también modificó significativamente sus patrones de tiempo. La actividad diaria se iniciaba más temprano durante el confinamiento, especialmente los fines de semana, pero sobre todo terminaba mucho antes, ya que el encierro redujo significativamente el tiempo de ocio y la actividad al aire libre de las personas.
Se ha observado que la dinámica del ruido, la diferencia entre los niveles máximos y mínimos (horas punta y horas valle), aumentó durante el encierro. El nivel sonoro se redujo en las horas punta, pero más aún durante las horas valle. Esta tendencia también se extendió hacia el análisis semanal. Aunque toda la semana es más silenciosa durante el confinamiento, la reducción fue más notable en los fines de semana.
Aunque estas conclusiones pueden generalizarse dentro del área urbana, se ha observado un gran atípico, que corresponde a la Casa de Campo, cuya actividad característica es muy diferente de la del área urbana, y por lo tanto está menos afectada por los cambios causados por el encierro.
La reducción de los niveles de ruido en Madrid parece ser bastante consistente con los datos reportados en otras grandes ciudades (Barcelona, París, Lyon, Nueva York) y nos muestra claramente la influencia del tráfico en el entorno sonoro de la ciudad. Observamos que la reducción alcanzada es inferior a la que se hubiera esperado con la enorme disminución de los volúmenes de tráfico (aprox. 85% en Madrid), que por un lado se debe a la mayor velocidad del resto de vehículos, y por otro a la mayor distancia recorrida por los niveles sonoros generados en las grandes vías en ausencia del ruido causado por el tráfico local en las calles menos transitadas.
* César Asensio es profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Sistemas de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid.