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Buenos trabajadores, medios, buena dirección (Y PROTOCOLOS): Filomena y su legado
Manuel Romana / Escuela de Ingenieros de Caminos / UPM / 2021
Preámbulo: este texto se escribió entre enero y febrero 21 2021, inmediatamente después del paso de la tormenta Filomena por la Meseta central española. Tras varios intentos, no fue seleccionada para su publicación por los medios, unos alegando saturación y otros alegando que ya no era noticia, un mes después de que ocurriera. Por tanto, estará en medios con una difusión diferente. El autor lamenta que haya tan poco debate sosegad sobre lo que tiene que pasar la próxima vez que ocurra un fenómeno similar, en cualquier parte de España que no sea la alta montaña.
Hablamos de Filomena y su legado. ¿Qué ocurre cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible? Mi respuesta es que se demuestra que al menos una de las dos cosas está incorrectamente etiquetada. ¿A qué viene esto? A la consideración de Filomena (el evento meteorológico). ¿Era Filomena una gran nevada? Obviamente sí. ¿Qué ocurrió entonces?
Filomena ha sido un desastre de manual. Un desastre, según Naciones Unidas, es “una seria interrupción en el funcionamiento de una comunidad o sociedad que ocasiona una gran cantidad de muertes al igual que pérdidas e impactos materiales, económicos y ambientales que exceden la capacidad de la comunidad o la sociedad afectada para hacer frente a la situación mediante el uso de sus propios recursos”. Salvando el apartado de fallecimientos, gracias a Dios, está claro que Filomena ha sido un desastre parcial, y sus efectos se han percibido de manera prologada (en la afección a árboles de hoja perenne, se sigue percibiendo más de un mes después). La nevada ha sido extraordinaria, por su intensidad (medio metro) y su extensión. El área afectada por el desastre es mucho mayor que Madrid, aunque, por varias razones, parece que solo haya sido afectada esta comunidad autónoma, y, más específicamente, la ciudad de Madrid. Curiosidades de la huella informativa, pero sigamos.
¿Hubo aviso previo, o nadie esperaba la nevada? Claramente estábamos avisados. El aviso fue muy bueno y preciso, y se dio hasta en los programas del tiempo en las grandes cadenas (yo lo vi en La 1). Esto sí, los protocolos se han revelado defectuosos para este caso.
¿Qué definición se puede dar de Filomena, a toro pasado? Yo propongo “una nevada de un período de retorno de muchas décadas, que ha ocasionado seria interrupción en el funcionamiento de una comunidad que ha ocasionado unos notables impactos materiales, económicos y ambientales que han excedido claramente la capacidad de la comunidad afectada para hacer frente a la situación mediante el uso de los recursos que habitualmente destina a estos menesteres, con una limitada (pero notoria y necesaria) asistencia de medios externos durante un plazo limitado”.
Pero hay que afinar el análisis. En carreteras dependientes del Ministerio de Fomento, y en las de la Comunidad de Madrid, no cabe hablar de desastre. Fue una nevada tremenda, pero las carreteras se abrieron en seguida, porque contaban con protocolos claros de activación y, tras las nevadas de 1997 y 2009 se mejoró muchísimo la respuesta a nevadas y heladas. Ha sido un desastre en el nivel municipal, que se vio completamente superado durante bastantes días. Alcaldesas y alcaldes de todos los partidos han sufrido, y siguen sufriendo en febrero en lo que toca a arbolado y parques.
La respuesta ha sido muy desigual, y merecerá análisis detallados. Ya se ha dicho aquí que las autopistas se limpiaron en seguida y muy bien, las carreteras pronto y bien, y las calles por debajo de las vías colectoras distribuidoras bastante tarde y no tan bien, como mínimo. Algunas fuertes críticas en medios y redes sociales, mostrando indignación, contrataron con imágenes festivas de gente esquiando, tirando bolas, haciendo muñecos y celebrando. No pareció una sociedad en shock, ni gravemente afectada, más bien una interrupción forzada de algunos días. En medio de la pandemia, y tras meses confinados sin nieve ninguna, las restricciones se notaron menos.
¿Por qué pasó todo esto, y por qué pasó así? A mi juicio, porque faltaron protocolos claros (o fallaron los existentes) y porque no se percibió como desastre por la sociedad española en su conjunto, solo como un inconveniente. Cuando ha habido inundaciones severas el movimiento de solidaridad intranacional ha sido mucho mayor, por poner un ejemplo. Tampoco hubo movimientos significativos para coordinar ayuda o aportarla.
La gestión de desastres distingue entre las fases de preparación, respuesta, mitigación y recuperación.
La preparación de la respuesta se basa en procedimientos, y los que teníamos no han servido bien. Primero, en cuanto a la respuesta durante el desarrollo del evento, que duró muchas horas ¿Cómo y cuándo había que decidir cerrar centros de trabajo, que los autobuses se retiraran de las calles, que la gente volviera a casa? Segundo, en la planificación de la respuesta inmediata, con escasa transparencia de qué y cuándo se iba a acometer, y una variable rendición de cuentas (muchos municipios informaron de lo que habían limpiado, pero no de cuándo se iba a limpiar el resto. Rendición de cuentas, pero no divulgación de la planificación.
Creo que en la reacción general ha faltado lealtad y colaboración de muchas organizaciones y estamentos, y que todos los que podían haber tomado decisiones el viernes prefirieron correr el riesgo porque ya sabían a quién iban a intentar echarles la culpa si pasaba algo malo. Encuentro fallos en muchos niveles, pero lo fundamental es que ninguno de los procedimientos existentes estaba escrito para una nevada de esta magnitud y duración. Toca revisarlos, para que los niveles de actuación (al menos los 0, 1 y 2) especifiquen un nivel de nieve para su activación.
A modo de ejemplo, en el Plan Territorial de Emergencia de Castilla-La Mancha (PLATECAM 2017), la palabra nevada aparece 10 veces, algunas en encabezamiento de columnas. Se define como fenómeno adverso en “Todo el territorio, cotas inferiores a 800 m”. Define como vulnerables algunos municipios, y la autopista A-3. En el Plan de la Comunidad de Madrid, se habla de nevadas con umbrales para los que se esperan complicaciones: 3 cm en la ciudad de Madrid, y un máximo de 15 cm para las cotas superiores a las 1200 m. Los niveles de emergencia, de 0 a 3, no dependen de la magnitud, sino de que haya empezado o no la inclemencia. Sin cambiar nada ¿qué pasará el próximo día que nieve mucho, aunque menos? ¿quién decidirá cerrar centros comerciales y de trabajo, cómo y cuándo se retirarán los autobuses?
Otro ejemplo: se ha publicado que, como las nevadas no estaban incluidas en el protocolo de emergencias de los bomberos de la Comunidad de Madrid, no fue posible movilizar a un 30% del personal que podría haber trabajado desde el primer momento. Los protocolos están para eso: para mejorarlos cada vez que ocurre algo. Los protocolos han mejorado mucho desde 1997, y lo seguirán haciendo.
¿Y la respuesta tras el desastre? Para remediar los efectos de un desastre solo se puede responder, una vez ha terminado el evento, de tres maneras: una, haciendo toda la sociedad un esfuerzo extraordinario, suspendiendo convenios y contratos normales y trabajando todos a una, dos, aportando una extraordinaria cantidad de dinero y medios para reparar la situación, y, tres, aceptando que la reparación y restauración será lenta, ya que la harán los medios previamente asignados, con algún refuerzo más o menos significado. El daño sufrido en pocos días se arreglará antes o después, según sea el camino elegido. Para esto tampoco ha habido protocolo, y cada ayuntamiento está recuperando la normalidad como puede o sabe, sin que conste que se estén dedicando recursos extraordinarios a la tarea. Sospecho, a la vista del panorama, que el refuerzo está siendo real, pero mínimo.
En resumen, nevó mucho, y el fenómeno restaba contemplado por los responsables de carreteras, pero no por los municipios. Además, la nieve no se va cuando va seguida de una ola de frío. Está claro que a los ayuntamientos, incluidas ciudades muy importantes de la meseta, les pilló in albis. Está claro que muchos ciudadanos no se habían preparado. La diferencia se vio en la duración de los efectos en la movilidad, el arbolado y en algunos sitios, como un Polígono Industrial en Toledo. Y faltó protocolo.
La buena noticia: siempre hemos aprendido de cada nevada, y podemos seguir haciéndolo. MI predicción es que la próxima nevada tendrá una respuesta mucho mejor.
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