El falso último eslabón de la “escalera” energética

Fuente: The Huffington Post

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Podemos entender el acceso a la electricidad en países en desarrollo como una “escalera” que va desde los servicios más básicos de iluminación hasta servicios equivalentes a los que disfrutan los países desarrollados. Comúnmente se presupone que una conexión a la red nacional es el final de esta escalera. Sin embargo, se estima que una cantidad similar a las personas sin acceso a la red (más de mil millones de personas) sufren de una conexión a la red intermitente, con constantes apagones. Estas personas, situadas en un falso último eslabón de esta “escalera” energética, son a menudo olvidadas por las instituciones, empresas y organizaciones que tratan de paliar el problema del acceso a la electricidad.

Actualmente el acceso a la electricidad está siendo tratado, a grandes rasgos, mediante dos frentes paralelos: mediante grandes planes nacionales de extensión de la red eléctrica (siendo por ejemplo un caso de éxito el chino, donde la red ya llega prácticamente llega a todos los habitantes) y mediante instalación de generación “off-grid” o distribuida por parte del sector privado (a menudo apoyado por ONGs y administraciones públicas). El rango de soluciones distribuidas se divide básicamente en pequeñas lámparas solares (que suelen proporcionar, además de iluminación, la posibilidad de cargar móviles), sistemas solares domésticos (de gran variedad de tamaños y potencias) y minirredes eléctricas (que pueden ser alimentadas con gran variedad de tecnologías renovables) capaces de abastecer a comunidades enteras.

La soluciones disponibles de generación distribuida se pueden situar en distintos puntos de la escalera del acceso a la energía, pudiendo los grandes sistemas solares domésticos y las minirredes dotar de un acceso más o menos continuado a la electricidad suficiente para iluminar varias habitaciones, cargar dispositivos electrónicos y hacer funcionar algunos aparatos eléctricos como radios, ventiladores o pequeños televisores. La estrategia comercial de este tipo de soluciones suele tratar de cubrir progresivamente este tramo de la escalera, incitando al cliente a obtener un servicio cada vez más completo, en la medida de sus posibilidades.

Sin embargo, cuando un cliente en países en desarrollo es conectado a la red eléctrica suele ser tenido en cuenta como “persona con acceso a la electricidad”, dejando de ser tenido en cuenta a la hora de afrontar el problema del acceso universal. Pero estas personas suelen sufrir constantes cortes de suministro, quedando “infraelectrificadas”. Las consecuencias de estos apagones no sólo afectan a la demanda energética de los hogares, sino que se transmiten a la economía ya que negocios y fábricas pueden tener que dejar de operar durante horas, suponiendo costes enormes en economías donde los trabajadores sólo cobran unos pocos dólares a la hora.

Otra consecuencia es que estos hogares y negocios tratan de cubrirse con pequeños o medianos generadores diésel auxiliares. La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estima que la capacidad instalada en estos generadores auxiliares es de 400 GW, con un crecimiento previsto de entre 62 GW y 103 GW en los próximos 10 años motivado principalmente por la extensión precaria de la red eléctrica en el África Subsahariana y en el sur de Asia. Sin embargo, mientras los esfuerzos del mercado se centran en la sustitución del queroseno por formas más limpias de iluminación (un mercado de 27 mil millones de dólares), la sustitución de estos generadores diésel (que suponen beneficios de unos 50 mil millones de dólares) por energías renovables o por un mejor acceso a la red está siendo desatendido.

La sustitución de estos generadores diésel es interesante por varios motivos, siendo el principal motivo la mejora de las economías, productividad y calidad de vida de sus usuarios. Por otra parte, el gran tamaño de este mercado hace que sea responsable de gran cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, suponiendo la sustitución de estos generadores una oportunidad para luchar contra el Cambio Climático. Un último apunte es que este mercado puede ser significativamente más fácil de atender que el de nuevos usuarios de electricidad, debido a que los que usan estos generadores ya conocen los beneficios que les supone el acceso a la electricidad y suelen estar más dispuestos y capacitados para pagar sumas de dinero significativas. Es previsible, por todo esto, que en el corto plazo estos usuarios situados en el “falso último eslabón” empiecen a ser atendidos, al suponer una oportunidad manifiesta tanto de negocio como de avanzar hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

 

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