Medir el uso, no la potencia

Fuente: SciDev Net

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Los expertos del mundo del desarrollo están de acuerdo en que el acceso a la energía “cambia el juego”. En gran medida, tienen razón. Según el Banco Mundial, una de cada cinco personas en el planeta aún no tiene acceso a la electricidad. No pueden estudiar o trabajar por la noche, se enfrentan a los peligros de la oscuridad en sus pueblos y ciudades y no pueden acceder a tecnologías de la información tales como móviles e Internet.

Para hacer frente a esta situación, un gran número de actores trata de llevar electricidad a las comunidades pobres y marginadas, ya sea de forma directa o introduciendo en el mercado aparatos que generan su propia energía. Sin embargo, a menudo la introducción de estos pequeños aparatos, según una serie de expertos reunidos el pasado 24 de Febrero para un evento en la Royal Geographical Society británica, no causará grandes progresos en cuanto a desarrollo.

Uno de los oradores, Simon Bransfield-Garth (CEO de Azuri, una empresa bien conocida en el mundo del acceso a la electricidad), presentó una investigación sobre cómo responden los hogares frente a estos productos. Según él, el beneficio de la electricidad se mide mejor en términos de lo que se hace con ella, y no en términos de la cantidad de energía que recibe cada hogar.

Según sus estadísticas, las personas con acceso a 5 vatios van a usar esta potencia para cargar sus teléfonos y usar una o dos luces. Si consiguen acceso a 10 vatios van a alimentar una o dos luces adicionales y una radio. Si consiguen 60 vatios obtendrán un televisor y un ventilador. Y sólo cuando tengan acceso a por lo menos 90 vatios, la gente comenzará a utilizar la electricidad para usos productivos como talleres, fábricas o herramientas agrícolas que les ayuden a hacer crecer sus negocios.

“Cuando las personas reciben electricidad sus jornadas de trabajo se extienden unas tres horas”, dijo. “Pero el verdadero cambio viene cuando las personas son capaces de llegar desde una situación sin ningún tipo de infraestructura tecnológica hasta un punto en el que puedan acceder esencialmente a las mismas tecnologías que las personas de los países desarrollados.”

Sarah Best, investigadora en el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo del Reino Unido, señaló que el crecimiento industrial sólo es posible cuando el acceso a la energía es suficientemente potente y seguro. “Los gobiernos miden el acceso observando si alguien tiene una cocina mejorada o un panel solar, pero no se trata de eso”, dijo. “Se trata de cómo este acceso permite a las personas a mejorar sus vidas.”

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