El sentido del deber

Hace unos días hablaba con un amigo un poco más joven que yo sobre la educación que habíamos recibido de niños. Él me hablaba de una cierta educación “kantiana” en la que se nos daban instrucciones sobre ética y moral con el sólido argumento de que “es tú deber”. A pesar de lo que se pueda criticar este argumento, caló fuertemente en nosotros y muchas de nuestras decisiones en la vida (buenas decisiones) se basaron en que lo considerábamos nuestro deber. Yo le decía que de niño nunca me dijeron “hay que hacerlo por amor a Jesucristo”, a pesar de que mis educadores (padres, parientes y profesores) eran todos creyentes y de que parece un mejor motivo para un cristiano.

Sin embargo, reflexionando un poco más en profundidad sobre estos temas, me he dado cuenta de que el sentido del deber para un cristiano está estrechamente ligado al amor a Jesucristo, aunque no se exprese explícitamente. Cuando hablamos de “deber” nos estamos refiriendo a una cierta “deuda” que tenemos con alguien o algo y que debemos pagar. Los no creyentes pueden pensar en una deuda con la sociedad, o con el planeta, pero un creyente sabe que esa deuda está contraída con Dios, y si es cristiano, con nuestro Salvador, Jesucristo.

Así, los actos bondadosos o los sacrificios que hacemos por los demás o la sociedad responden al agradecimiento que tenemos por el amor que Dios nos ha dado, manifestado en su Hijo Jesucristo. Esta respuesta agradecida necesariamente se hace por amor, no a desgana, no puede ser así con un Dios que se encarna para salvar la distancia infinita con el hombre y que muere en la cruz por amor a los hombres.

De esta forma, cada vez que decimos que hacemos algo por sentido del deber, podemos pensar con verdad que es por amor a Dios Padre, su hijo Jesucristo y al Espíritu de amor, al que debemos todo, nuestra creación y nuestra redención y en respuesta a su infinito amor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *