El último informe anual de impacto de la Red Global de Bancos de Alimentos (Global Foodbanking Network), una organización sin fines de lucro que colabora con Bancos de Alimentos regionales en más de 50 países para combatir el hambre, reveló que los Bancos de Alimentos proporcionaron 1.700 millones de comidas a más de 40 millones de personas en 2023. Según la organización, esta redistribución de alimentos, gran parte de los cuales se recuperaron de mercados mayoristas de productos, mitigó aproximadamente 1,8 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente.
Estas cifras reflejan una alta y continua demanda de Bancos de Alimentos desde la Red Mundial de Bancos de Alimentos (GFN), la Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) y FESBAL conformada por 54 Bancos de Alimentos asociados de toda la geografía española y miembro de la (FEBA). Sus esfuerzos conjuntos demuestran cómo los bancos de alimentos pueden cumplir el doble propósito de combatir el hambre y proteger el medio ambiente. Al interceptar alimentos en perfecto estado y comestibles antes de que terminen en los vertederos, los bancos de alimentos ayudan a mitigar las emisiones nocivas de gases de efecto invernadero generadas por la pérdida y el desperdicio de alimentos.
“Siempre hay alimentos que se desperdician innecesariamente”, afirmó Emily Broad Leib, Director of Harvard Law School Center for Health Law and Policy Innovation (Clínica de Derecho y Política Alimentaria de la Facultad de Derecho de Harvard) y “hay una necesidad constante de ampliar los bancos de alimentos y las operaciones de recuperación de alimentos”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) descubrió que, en 2022, el 13 % de los alimentos se perdieron durante su transporte desde los productores hasta los minoristas. Posteriormente, el 19 % se desperdició en minoristas, restaurantes y hogares, según un análisis reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Solo en los hogares del mundo se desperdician mil millones de comidas al día. El desperdicio de alimentos en todo el mundo ha sido alarmantemente alto durante años: en 2011, la FAO publicó un estudio que sugería que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial nunca se consume.
El desperdicio de alimentos a esta escala tiene un impacto planetario masivo. Cuando no se consumen alimentos, se eliminan todas las emisiones asociadas con su cultivo, transporte y procesamiento. Además, cuando los alimentos se pudren en los vertederos, emiten metano, un gas de efecto invernadero aproximadamente 80 veces más potente que el CO2 en un período de 20 años. La Agencia de Protección Ambiental informó que el 58 % de las emisiones de metano de los vertederos estadounidenses provienen del desperdicio de alimentos.
A nivel mundial, se estima que la pérdida y el desperdicio de alimentos son responsables de entre el 8 % y el 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero , y reducirlas es esencial para alcanzar los objetivos climáticos.