Inicio » Una propuesta por la reindustrialización de España

Una propuesta por la reindustrialización de España

La experiencia de lo realizado en la década de los 80s y 90s sugiere que la política pública debería adelantarse a cualquier reestructuración económica, para evitar que esta sea más costosa y difícil de lo necesario. También debería tomar una posición proactiva para poder garantizar el éxito de los objetivos que se persiguen. En el pasado reciente existen experiencias proactivas exitosas como por ejemplo el cambio al gas natural o el desarrollo de infraestructuras de banda ancha para facilitar la digitalización. Pero las transiciones que se vislumbran ya en el horizonte son de mayor envergadura

Sobre estas bases, la Cátedra de Política Industrial propone definir una estrategia industrial que lleve a cabo un Plan de Reindustrialización fundamentado en los siguientes principios:

  1. Estabilidad económica y normativa para fomentar las inversiones industriales y de negocio
  2. Apoyo a la innovación y la generación de ideas
  3. Apuesta por el capital humano y su formación en las principales habilidades que demanda hoy la industria
  4. Mejora de las infraestructuras públicas necesarias para el desarrollo de la actividad económica

El adecuado desarrollo de estos principios debería permitir una mejora de la productividad industrial y consecuentemente con ello, del crecimiento económico del país. Para ello, hay que tener en cuenta que la mejora de las condiciones para desarrollar la mejor estrategia industrial no depende en exclusiva del ministerio que ostenta estas competencias, pues hay otros factores como las infraestructuras, la tecnología y la innovación y el desarrollo de las habilidades de las personas, que son hoy competencia de otros ministerios, o incluso de otras administraciones por la descentralización de competencias.  Es por tanto necesario, la elaboración de un Plan Marco de gobierno orientado a la reindustrialización del tejido empresarial abordando así todos los aspectos necesarios para ello. y no solamente del Ministerio de Industria, aunque este último tenga el papel protagonista y una labor de coordinación de aquellos elementos críticos.

 Son varios los ministerios que deben estar coordinados y aportar al Plan: Economía (habilitando la transformación digital y la financiación de las pymes); Ciencia e Innovación (apoyando el desarrollo de nuevos productos y procesos); Trabajo (facilitando temas como la formación dual); y Universidades (por la necesaria orientación hacia las necesidades del mercado y fundamentalmente los programas STEM).

Un primer borrador del Plan tendría que partir del Gobierno de España, liderado por el Ministerio de Industria, con un grado de concreción significativo, y debería ser la base de las discusiones y consensos que se proponen más adelante. De lo contrario, el proceso de diseño del Plan puede ser largo y tedioso. Para su confección, se debería hacer un previo “benchmark” con otros países, para lo que es significativa la comparación con países como Alemania, Corea del Sur o EEUU, este último en los años recientes.

El Plan debería ser consensuado con las Comunidades Autónomas, que tienen amplias atribuciones en temas de política industrial. Parte del éxito de este Plan va a depender de grado de coordinación entre las diferentes administraciones. Hay buenos ejemplos de este tipo de coordinación en Europa, como es el caso de Alemania entre el gobierno federal y los Lander, o incluso en España en la gestión de fondos europeos.

El Plan tiene que ser consensuado también con los agentes sociales (empresarios y sindicatos), ya que serán los actores principales junto al gobierno central y las Comunidades Autónomas. Sin un consenso amplio con estos agentes será difícil su materialización eficaz.

Por último, y también muy importante, hay que hacer un esfuerzo didáctico hacia la sociedad, y en especial a los empresarios españoles, para explicar la importancia de la industria manufacturera para el desarrollo de cualquier país. Hay que contar ejemplos cercanos como Alemania, y más lejanos como el de Corea del Sur, país que con parecido tamaño al de España ha desarrollado con éxito su industria.

En este contexto, España debería diseñar su Plan de Reindustrialización basado en los vectores de crecimiento actuales, y reforzados con activos intangibles tales como talento, I+D e innovación, lo cual permitiría definir “quien” y “como” serán los protagonistas de dicho plan.

  • Si pensamos en “quien”, las políticas horizontales o transversales tienen que ser conscientes de sus diferentes efectos según el sector de actividad de la economía.
  • Si pensamos en “como” habría que diseñar instrumentos o instituciones que faciliten a los sectores industriales y empresas el mejor uso o mix de inputs industriales para conseguir el producto más optimo y competitivo en los mercados.
  • Adicionalmente, debería considerarse también el “donde” pues bien es sabido que la eficiencia productiva también viene condicionada por la ubicación de las plantas productivas, que tienden a instalarse allá donde pueden beneficiarse del mejor mix de los factores productivos

Por tanto, y siguiendo el adecuado diseño de una estrategia industrial:

  1. Habría que discriminar entre sectores, tecnologías y capacidades en los que se pueda conseguir una diferenciación significativa y la consiguiente ventaja competitiva.
  2. El sector público debería compartir un nivel de riesgo aceptable con el sector industrial privado para conseguir las inversiones necesarias que permitan alcanzar rendimientos crecientes y mejoras de productividad.
  3. Habría que coordinar políticas transversales con otros departamentos ministeriales o administraciones para alinearlos con los objetivos de esta estrategia.
  4. Habría que adoptar un enfoque a largo plazo, aceptando que las intervenciones de política industrial deben aplicarse de forma coherente durante un largo periodo de tiempo antes de que den sus frutos

El enfoque estratégico sectorial debería tener como objetivo el crecimiento económico y la mejora de la productividad, y en esa línea de trabajo se propone lo siguiente:

  • Dar prioridad a los sectores industriales con potencial de recuperación, en los que España ya está. Normalmente son sectores de productividad media, pero intensivos en mano de obra, importantes para la productividad y crecimiento agregados por sus salarios y nivel de vida.
  • También hay oportunidades en sectores con mayor productividad. Lo lógico es que la industria manufacturera trate de crecer en sectores que ya conoce o que están próximos a los que conoce, por una razón evidente que es la necesidad de poseer un know-how previo para abordarlos. Este es un análisis que se debería realizar con el apoyo de los responsables de las industrias identificadas como desarrollables, entre los que podrían encontrarse los sectores de componentes aeronáuticos y del automóvil, alimentación, energía, químico, farmacéutico, así como cierto tipo de bienes de equipo y maquinaria.
  • Abordar sectores industriales frontera y de futuro en los que el sector manufacturero español está más lejos en términos de know-how, pero que por razones estratégicas debería estar por su alta productividad e innovación. Son sectores relevantes para impulsar la frontera tecnológica en una economía avanzada. Entre estos sectores se podrían explorar: equipamientos electrónicos avanzados, que serían una evolución de los ya fabricados actualmente en España; mecatrónica y robótica, como evolución de la industria de bienes de equipo; biotecnología, como evolución de los sectores farmacéutico y químico; equipamientos digitales y de redes, básicos para el desarrollo futuro de casi cualquier sector

Pero hay un elemento común a todos ellos: se requieren importantes inversiones industriales simultáneas por parte de diferentes actores para adaptar y modernizar sectores, para favorecer a aquellos que tienen ventajas competitivas hoy con el fin de que sigan teniéndolas en el futuro (por ejemplo, la industria del automóvil y sus componentes) y apostar por sectores de futuro basados en la innovación y la tecnología (como por ejemplo los semiconductores, por tener importantes efectos indirectos para muchas otras actividades económicas). Para todo ello el gobierno puede desempeñar un papel activo y de coordinación. Y el volumen de inversión en nuevos equipos productivos y tecnología debe ser suficientemente importante para que se pueda mejorar la productividad, se consigan a nivel micro y macro rendimientos crecientes y consecuentemente una mayor competitividad.