#hoyleemos: “Un viejo que leía novelas de amor” de Luis Sepúlveda

 

 “Antonio José Bolívar Proaño sabía leer, pero no escribir.

A lo sumo, conseguía garrapatear su nombre cuando debía firmar algún papel oficial, por ejemplo en época de elecciones, pero como tales sucesos ocurrían muy esporádicamente casi lo había olvidado.

Leía lentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas.

Cuando un pasaje le agradaba especialmente lo repetía muchas veces, todas las que estimara necesarias para descubrir cuán hermoso podía ser también el lenguaje humano.

Leía con ayuda de una lupa, la segunda de sus pertenencias queridas. La primera era la dentadura postiza.

Habitaba una choza de cañas de unos diez metros cuadrados en los que ordenaba el escaso mobiliario; la hamaca de yute, el cajón cervecero sosteniendo la hornilla de queroseno, y una mesa alta, muy alta, porque cuando sintió por primera vez dolores en la espalda supo que los años se le echaban encima y decidió sentarse lo menos posible.

Construyó entonces la mesa de patas largas que le servía para comer de pie y para leer sus novelas de amor…”

 

Un viejo que leía novelas de amor / Luis Sepúlveda – Tusquets Ed.
Un viejo que leía novelas de amor en las Bibliotecas UPM
Luis Sepúlveda en Wikipedia 

Un comentario en “#hoyleemos: “Un viejo que leía novelas de amor” de Luis Sepúlveda

  1. Cómo ya dejé un breve comentario, agregar tan solo aquellas frases sacadas del libro que he encontrado más interesantes:
    -“Me viene suelta. Se me va a caer si estornudo”(se queja el paciente).
    -“Y para que te resfrias, pendejo. Abre la boca”(dice Rubicundo el doctor)

    -“Fumaron y bebieron unos tragos más mirando pasar la eternidad verde del río”(momento de reunión de Bolivar Proaño con los Shuar),

    -“Comía y leía en una mesa de patas largas, de pie. No se sentaba nunca porque los años le pesaban”.

    -“Nunca pensó en la libertad y la disfrutaba a su antojo en la selva, compartía con ellos (los shuar)sus cigarros de hoja y charlaban escupiendo, soltando sonoros pedos de contento.”-

    -“No era un Shuar y debía marcharse cada cierto tiempo, para sentir su ausencia y el vuelco jubiloso en el corazón al verle aparecer de nuevo.”C

    Cuando le dijeron que podía votar, no lo entendía y dijo:
    -¿cuánto me cuesta ese derecho?.

    -Sabía leer y fue un gran descubrimiento: “era un antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez”-

    -Le gustaba imaginar la nieve, le parecía una falta grave pisarla y ensuciarla.

    -“El cazador ha de ir siempre un poco hambriento, pues el hambre agudiza los sentidos”

    -Los Shuar dicen: “De día , es el hombre y la selva. De noche, el hombre es selva.”

    -Los felinos siguen al verdadero cazador. al olor a miedo, a verga parada”

    -“¿De que se trata?
    “Del amor·”
    “No jodas. ¿Con hembras ricas, calentonas?
    “No. Se trata de otro amor. Del que duele”

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