#hoyleemos: “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway

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“Era un viejo que pescaba solo en una barca en la corriente del Golfo y llevaba ochenta y cuatro días sin coger un pez. Durante los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado, los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente “salao”, que es la peor forma del infortunio, y por orden de sus padres el muchacho había salido en otro bote que en la priemra semana cogió tres buenos peces. Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su barca vacía, y siempre se acercaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parecía la bandera de la derrota permanente.

El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Sus mejillas mostraban las pardas manchas del beningo cáncer de piel que en el mar tropical produce el sol con sus reflejos. Estas manchas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las profundas cicatrices que causa la manipulación de los cabos al faenar con peces grandes. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto.

Todo en él era viejo, salvo sus ojos…” 

El viejo y el mar / Ernest Hemingway — Ed. DeBOLSILLO
El viejo y el mar en Wikipedia
El viejo y el mar en las Bibliotecas UPM
 

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