#hoyleemos: “Lituma en los Andes” de Mario Vargas Llosa

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“Cuando vio aparecer a la india en la puerta de la choza, Lituma adivinó lo que la mujer iba a decir. Y ella lo dijo, pero en quechua, mascullando y soltando un hilito de saliva por las comisuras de su boca sin dientes.

— ¿Qué dice, Tomasito?
— No le entendí bien, mi cabo.

El guardia se dirigió a la recién llegada, en quechua también, indicándole con las manos que hablara despacio. La india repitió esos sonidos indiferenciables que a Lituma le hacían el efecto de una música bárbara. Se sintió, de pronto, muy nervioso.

— ¿Qué anda diciendo?
— Se le ha perdido el marido –murmuró su adjunto–. Hace cuatro días, parece.
— Y ya van tres –balbuceó Lituma, sintiendo que la cara se le llenaba de sudor–. Puta madre.
— Qué vamos a hacer, pues, mi cabo.
— Tómale la declaración. — Un escalofrío subió y bajó por la espina dorsal de Lituma–. Que te cuente lo que sepa.
— Pero qué está pasando aquí –exclamó el guardia civil–. Primero el mudito, después el albino. Ahora uno de los capataces de la carretera. No puede ser, pues, mi cabo.

No podía, pero pasaba, y por tercera vez. Lituma imaginó las caras inexpresivas, los ojitos glaciales con que lo observaría la gente de Naccos, los peones del campamento, los indios comuneros, cuando fuera a preguntarles si sabían el paradero del marido de esta mujer y sintió el desconsuelo y la impotencia de las veces que intentó interrogarlos sobre los otros desaparecidos: cabezas negando, monosílabos, miradas huidizas, bocas y ceños fruncidos, presentimiento de amenzazas. Sería lo mismo esta vez.

Tomás había comenzado a interrogar a la mujer; iba tomando notas en una libreta, con un lápiz mal tajado que, de tanto en tanto, se mojaba en la lengua. “Ya los tenemos encima a los terrucos”, pensó Lituma. “Cualquier noche vendrán.” Era también una mujer la que había denunciado la desaparición del albino: madre o esposa, nunca lo supieron. El hombre había salido a trabajar, o de trabajar, y no había llegado a su destino. Pedrito bajó al pueblo a comprar una botella de cerveza para los guardias y nunca regresó. Nadie los había visto, nadie había notado en ellos miedo, aprensión, enferemedas, antes de que se esfumaran. ¿Se los habían tragado los cerros, entonces? Después de tres semanas, el cabo Lituma y el guardia Tomás Carreño seguían tan en la luna como el  primer día. Y, ahora, un tercero. La gran puta. Lituma se limpió las manos en el pantalón…”

Lituma en los Andes / Mario Vargas LLosa – Ed. Austral
Lituma en los Andes en Wikipedia
Disponible en la sección NO Sólo Técnica. Sig. 82N VAR lit 

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