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Por un nuevo derecho a la ciudad.

Telmo Escapil-Inchauspé @nous.computer

Los campos agrícolas de Donaufeld aparecen como una excepción que debe ser respetada en una Viena tan saturada como las otras capitales occidentales. Tal enclave es el resultado del abandono y desprecio. La saturación consumerista del resto del territorio lleva hoy a querer conquistarlo. 

Donaufeld aparece como el pendiente razonado de la vieja Viena en cuanto a su relación con la na- turaleza y la industria, dos actividades indispensables bien que apartadas de ese primer modelo « urbano ». Una parte de la ciudad depende de la otra sin ninguna relación. En medio, el Alte Donau aparece como una frontera puntuada por otro aislamiento : el del CBD : rascacielos con fachadas impermeables, anónimos y secretos : desconectados. Monofuncionalidad y opacidad. 

El nuevo barrio que se proyecta encima de estos campos es la tercera forma de urbanismo constituyente de la capital austriaca. Prolongando el axis central de la ciudad que une las tres tipologías urbanas, se difumina hacia la periferia en una gradación « de lo rural a lo urbano ».
En su libro epónimo, el filosofo Henri Lefebvre aboga por un « derecho a la ciudad ». La comprehension del acceso a la vida urbana como derecho inalienable del individuo a llevado a los sucesivos modelos urbanos en crisis de los que acabamos de hablar. Para que la ciudad no se derrumbe, hay que entender ese derecho de una manera nueva. Un agricultor, un turista, un suburbano, un ciudadano tienne derecho a una ciudad compleja, variable, plural, y dinámica. 

El derecho a la ciudad no debe significar el abandono del resto de espacialidades. 

Continuidad de investigaciones como las de Kurokawa, Branzi o Koolhaas sobre integración de la dicotomía urbano-rural, el proyecto se basa en algunas características simples que permiten realizar un modelo coherente en la urbe. 

Todas los programas de la ciudad se ven contenidos en edificios que no tocan el suelo. La capacidad agrícola, la superficie de tierra y la especificidad del lugar quedan intactos. Esos edificios toman la forma de torres o de barras que actúan como nuevos suelos. La parcelación, base de los dos modelos antagonistas de ocupación territorial es excluida. Cada piso aparece como una bandeja permitiendo su libre desarrollo. La ciudad se transforma en proceso y como consecuencia desaparecen las fachadas, elementos de sedimentación y exclusion. 

Una nueva economía aparece a través de la negociación de esos suelos. A priori, todos los espacios son públicos hasta que se demuestre lo contrario por formas no de propiedad sino de apropiación alternativas a las que rigen el modelo urbano : uso, usufructo, posesión, dominio. Aparece así una total in-distinción entre las actividades que se pueden desarrollar para formar colectividad. Se crea así une comunidad basada en la visibilidad. Las fronteras de propiedad visuales desaparecen. Nada queda escondido y el valor de cada actividad puede reconocerse. Las disposiciones del espacio seguirán las necesidades de la población y del tiempo. Actuando como grandes invernaderos cuan- do las aperturas están cerradas, los edificios no son mas que climas artificiales permitiendo una flexibilidad de la construcción interior por un confort térmico asegurado en caso de frio o de calor la estructura poniendo quedarse al aire libre total. Las mejores características de los modelos urbano y rural que explotan aquí se encuentran y difuminan como pueden ser la proximidad, diversidad, densidad… 

Los suelos de todos los edificios se extienden mediante comunicaciones verticales (rampas, ascensores, escaleras) y horizontales (pasarelas) dando continuidad al conjunto. Su estructuras son siempre las mismas basadas en una reticula de 3.5m con una estructura portante metálica en periferia y núcleos puntuales rígidos contenedores de todas la instalaciones. Estas están preparadas para transcurrir según la reticula en puntos fijos con continuidad vertical. Sirven de enchufe a su expansion horizontal, siempre visible.