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Los cables telegráficos submarinos

Hacia la mitad del siglo XIX gran parte de Europa y las zonas mas pobladas de los Estados Unidos tenían o estaban en proceso de tener telegrafía eléctrica, pero aún quedaba un obstáculo por salvar: el mar. Tanto Wheatstone como Morse propusieron proyectos en los años 40 de ese siglo para el tendido de cables submarinos, el primero para comunicar Gran Bretaña con el continente y el segundo incluso para un cable entre Europa y América. Pero la tecnología de la época no permitía una cubierta con las características adecuadas de aislamiento eléctrico y consistencia mecánica.

En 1843 se presentó un nuevo material, conocido como Guta percha, obtenido de los árboles de Malasia. Dos años después se creó la “Gutta Percha Company”, que monopolizaría la fabricación de cables submarinos durante algún tiempo, empleando ese material como aislante. También los barcos disponibles para realizar el tendido del cable no presentaban las necesarias condiciones. La superación de esos condicionantes técnicos y también los aspectos económicos, es lo que iba a permitir abordar el reto del tendido de cables submarinos a partir del año 1950.

Primeros tendidos de cables submarinos.

Después de varios ensayos, en octubre de 1851 Inglaterra quedo comunicada con el continente europeo mediante un cable submarino tendido entre Dover y Calais. Este cable estaba formado por cuatro hilos de cobre de 1,65 mm de diámetro, cada uno de  ellos recubierto con dos capas de gutapercha, el conjunto de los cuatro hilos se revistió de cáñamo embreado y se protegió con una armadura de alambres de hierro galvanizado. Una vez demostrada la viabilidad de los cables submarinos, se inicia un periodo donde se establecen conexiones submarinas, entre distintos países y enlaces con y entre islas: en el año 1852 se tiende un cable entre Gran Bretaña con Irlanda y al año siguiente se une Inglaterra con Bélgica y Holanda; en el año 1954 se enlaza Italia con Córcega y Cerdeña; en 1857 la India con Ceilán y en 1859 finaliza el tendido del cable que enlaza Tasmania con Australia. También se aborda en ese decenio el proyecto de enlazar el viejo y el nuevo continente.

Por sus posesiones en ultramar, sus intereses marítimos y su experiencia, Gran Bretaña fue la pionera en los cables submarinos y se mantuvo en la cabeza casi cien años. De hecho, a mediados del siglo XX la mitad de los cables del mundo habían sido fabricados por la firma británica “Telegraph Construction and Maintenance Company”.

En España en 1959 se instala el cable entre Tarifa y Ceuta que funcionaría menos de un mes debido a su rotura por una tormenta. En el año 1860 se incia el proyecto del establecimiento de un cable submarino entre la Península y las Islas Baleares, con el tendido de cuatro cables que van a unir Valencia, Ibiza, Mallorca, Menorca, y esta última con Barcelona. El tendido se completó el 16 de enero de 1861 con el último tramo mencionado. A partir de ese momento se establece una gran red entre la Península y las diferentes islas españolas, e incluso algunas de estas islas servirían como amarres de cables submarinos procedentes de otros países. 

Muestras de cable submarino del tendido Bilbao-Lizard (Inglaterra), 1884.
Museo de Telecomunicaciones.

La línea transatlántica

Pero, el gran desafío de la telegrafía submarina fue la comunicación transatlántica, mediante un cable a través del océano Atlántico. El primer intento fue en el año 1857, en el que se fabricó un cable, cuyo conductor central estaba constituido por 7 hilos trenzados de cobre, recubiertos con tres capas de gutapercha. Este núcleo con un diámetro de 12,2 mm se hallaba luego cubierto por una capa de hilaza y cáñamo, y protegido con un blindaje de 18 cordones compuestos de siete hilos trenzados de hierro. Se realizaron 3500 km de ese cable y se embarcaron en el “H.M.S. Agamennon”, barco de guerra británico. El tendido se inició el 7 de agosto de 1857 desde la costa occidental de Irlanda, y a los 10 días el cable se rompió a 2000 brazas se profundidad, abandonándose el proyecto durante un año.

Se realizaron varios intentos más en los sucesivos años, utilizando 2 barcos y realizando el tendido desde el medio del océano, cada uno con una parte del cable después de haberlos empalmado, hacia los respectivos puertos de amarre. El primero de esos intentos también fracasó por rotura del cable. El segundo terminó el tendido con éxito y permitió el envío de algunos mensajes, pero al mes de funcionamiento se produjo una avería por sobretensión que cortó el tráfico e hizo el cable inutilizable.

Un nuevo intento se realizó en el año 1965, con un cable tres veces más grueso y de 3700 km. de longitud, utilizando el barco Great Eastern, único capaz de almacenar el cable en sus bodegas. Sin embargo, debido a diferentes problemas de defectos eléctricos y de rotura del cable, el tendido fracasó. Por fin, en el año 1966, el Great Eastern consiguió tender un cable entre Irlanda y Terranova, pudiendo transmitir el primer mensaje el 27 de julio de ese año. También ese barco pudo recuperar el cable perdido el año anterior y realizar un empalme, pudiendo disponer de un segundo cable en funcionamiento.

Cable submarino transatlántico. Tendido por el barco “Great Eastern”, 1866

El éxito de esa misión hizo que se extendieran, de forma muy rápida los cables submarinos por todo el mundo. En 1869 se tendió el tercer cable transatlántico, esta vez entre Francia y los EE. UU. En 1873 se tendieron los primeros cables submarinos internacionales que unían a España con Francia e Inglaterra. En 1874 se tendió el primer cable del Atlántico sur entre Brasil y Europa.

Cables submarinos y conexiones terrestres. 1901

Pero el año 1956 seria el principio del fin para los cables telegráficos, con la llegada del cable coaxial, destinado para la telefonía, pero que incorporaba una banda para uso telegráfico. Esa única banda tenia 18 canales telegráficos. Por otra parte, el gran desarrollo de la radio, y la puesta en órbita de los primeros satélites de telecomunicación a principio de los 60 hizo que se abandonaran paulatinamente los viejos cables telegráficos.  

Problemas eléctricos y soluciones en la telegrafía submarina

El tendido de los primeros cables transatlánticos para la telegrafía fue una empresa épica que supone un hito en la historia de las telecomunicaciones. Pero superar las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los protagonistas de esta epopeya posibilitó, entre otras cuestiones, la mejora de buques, un mayor conocimiento de los lechos marinos y un aumento de calidad de las características técnicas de los cables.

Desde que se tendieron los primeros cables submarinos se pudo comprobar la existencia de problemas en la transmisión de  las señales eléctricas. En un sistema de telegrafía Morse el circuito está formado por una batería, un transmisor (interruptor), un conductor, el receptor (básicamente un electroimán) y la tierra como retorno, conectada al otro extremo de la batería. Las exigencias mecánicas de este tipo de cable determinan la sección del conductor y la diferencia de potencial entre ese conductor y tierra que puede soportar la cubierta. Como consecuencia de esto, el valor de la intensidad de corriente, que transporta la información, resulta muy pequeño, permitiendo accionar sólo dispositivos muy sensibles. Para el envío de las señales, puntos y rayas, en estos cables se utilizan polaridades positiva y negativa respectivamente, con la misma duración, lo que permite mantener el cable con una tensión media poco variable y atenuar los efectos de la carga y descarga y por lo tanto de la distorsión de las señales. Además, para evitar problemas de sobre corriente, la tensión no se aplicaba directamente desde la batería, sino a través de un condensador.

Estos condicionantes obligaron a utilizar receptores especiales para las comunicaciones por cables submarinos. El primer dispositivo de recepción fue un galvanómetro de espejo, consistente en una aguja imantada adosada a un pequeño espejo como elemento móvil sometido al campo producido en una bobina por la corriente transportada por el cable. Debido a la baja corriente en el cable, el movimiento del conjunto aguja-espejo es mínimo y casi imperceptible, pero haciendo incidir sobre el espejo un rayo de luz, la reflexión de este en el espejo proyectada sobre una pantalla a suficiente distancia producirá una separación apreciable. Esto sería una recepción “a ojo” en vez de acústica como en los receptores Morse de este tipo y de la que tampoco quedaría registro.

Para conseguir un registro de la información enviada se desarrolló el aparato de sifón, en el que la función del espejo la realizaba un tubito capilar, montado sobre una lámina de aluminio, que tomada la tinta de un deposito y por efecto sifón la dejaba caer sobre la cinta de papel, ofreciendo un rozamiento mínimo y por lo tanto pudiendo responder a los bajos niveles de corriente que se utilizaban en los cables submarinos. En algunos de los modelos más perfeccionados, utilizados para la telegrafía automática, el receptor sifón se accionaba por motores eléctricos de velocidad variable. Este tipo de receptor también fue empleado en los receptores de radio para telegrafía sin hilos (TSH), antes de la invención del triodo y las posibilidades de amplificación de este.

Receptor morse de sifón. 1919.
Museo de Telecomunicaciones
Referencias
  • Del semáforo al satélite. 1965. Unión Internacional de Telecomunicaciones
  • Colección Histórico-Tecnológica de Telefónica. Coordinación Rafael Romero Frías. Fundación Arte y Tecnología.(Telefónica). Madrid, 1994
  • History of the Atlantic Cable & Undersea Communications. https://atlantic-cable.com/
  • Historia de la Telegrafía. https://www.ea1uro.com/eb3emd/Telegrafia_hist/Telegrafia_hist.htm
  • Romeo López. J. M., Museo de Telecomunicaciones. EUIT de Telecomunicación. Madrid, 2005

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