Telegrafía óptica en España
España, como el resto de los países desarrollados de Europa, no fue ajena al interés por la telegrafía óptica. Los acontecimientos vinculados a la historia de la telegrafía óptica en España se pueden agrupar en dos periodos:
El primero, comprendido entre 1796 y 1844, en el que se proponen y experimentan varios sistemas, aunque ninguno de ellos es utilizado para la realización de una red en el ámbito nacional y por tanto se pueden inscribir en un conjunto de ensayos que tienen como protagonistas a sus autores, entre otros, Betancourt, Hurtado, Larena y Santa Cruz. Aunque algunas de estas propuestas eran comparables en prestaciones a los que se estaban instalando en Europa, la falta de decisión de los dirigentes de la nación no permitió establecer las infraestructuras necesarias para su realización.
En el segundo periodo, entre los años 1844 y 1857, la Administración española realiza una red de telegrafía óptica similar a la que cincuenta años antes había hecho la Administración Francesa. Es importante indicar, que, cuando se decide crear la red española de telegrafía óptica ya existían experiencias importantes en telegrafía eléctrica. En 1837, en Inglaterra Wheatstone y Cooke habían patentado un telégrafo electromagnético que, por esa época, estaba siendo explotado en el ferrocarril. Por su parte, y de forma casi simultanea a la patente de Wheatstone y Cooke, en Estados Unidos, Samuel Morse, patentaba otro telégrafo eléctrico que por esas fechas estaba a punto de unir Washington y Baltimore. La vulnerabilidad de los tendidos telegráficos y la incertidumbre de los sistemas electromagnéticos fueron consideraciones que la Administración Española tuvo en cuenta para optar por la telegrafía óptica.
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