#hoyleemos: “La silla del águila” de Carlos Fuentes

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“Vas a pensar mal de mí. Dirás que soy una mujer caprichosa. Y tendrás razón. Pero ¿quién iba a imaginar que de la noche a la mañana las cosas cambiarían tan radicalmente? Ayer, al conocerte, te dije que en política no hay que dejar nada por escrito. Hoy, no tengo otra manera de comunicarme contigo. Eso te dará una idea de la urgencia de la situación…

Me dirás que tu interés en mí –el interés que me mostraste tan pronto nos miramos en la antesala del secretario de Gobernación– no es político. Es amoroso, es atracción física, incluso es simpatía humana pura y simple. Debes saber cuanto antes, Nicolás querido, que para mí todo es política, incluso el sexo. Puede chocarte esta voracidad profesional. No hay remedio. Tengo cuarenta y cinco años y desde los veintidós he organizado mi vida con un solo propósito: ser política, hacer política, comer política, soñar política, gozar y sufrir política. Es mi naturaleza. Es mi vocación. No creas que por eso dejo de lado mi gusto femenio, mi placer sexual, mi deseo de acostarme con un hombre joven y bello –como tú…

Simplemente, considero que la política es la actuación pública de pasiones privadas. Incluyendo, sobre todo, acaso, la pasión amorosa. Pero las pasiones son formas arbitrarias de la conducta y la política es una disciplina. Amamos con la máxima libertada que nos es concedida por un universo multitudinario, incierto, azaroso y necesario a la vez, a la caza del poder, compitiendo por una parcela de autoridad.

¿Crees que es igual en amor? Te equivocas. El amor posee una fuerza sin límites que se llama la imaginación. Encarcelado en el castillo de Ulúa, sigues teniendo la libertad del deseo, eres dueño de tu imaginación erótica. En cambio, ¡qué poco te sirve en política desear e imaginar sin poder!

El poder es mi naturaleza, te lo repito. El poder es mi vocación…”

La silla del águila / Carlos Fuentes — Ed. Punto de lectura
La silla del águila en las Bibliotecas UPM
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