Las ciudades son deudoras de su territorio.
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Las piedras de la ciudad cambian, se reciclan, se destruyen, nacen; el hombre permanece.
La visión de la ciudad es rica porque es de cada uno y cambia en cada conversación.
Los datos de la vida, las necesidades de los usuarios, sus relaciones van modificándose, el ser humano es nuestra principal unidad de medida.
Las ciudades son flexibles y su estado natural es la movilidad, sino no son.
El tiempo y los diálogos son piezas fundamentales en el puzle que construye y reconstruye las ciudades. Podremos equivocarnos y el error será vivo y valioso.
Los vacíos, las cicatrices, los llenos, las discontinuidades conforman un conjunto de relaciones y de potencialidades urbanos que deben ser objeto de reflexión contemporánea.
La arquitectura y sus herramientas de proyecto son piezas del juego, mediadoras de necesidades y constructoras de los ineludibles diálogos.
Evitemos la esclerosis de la imaginación y los excesos del dogmatismo. Las piedras podrán seguir cambiando mientras los usuarios actuales encontrarán su lugar y la ciudad debe reconciliarse con su territorio.
Desde la Obila vetona descrita en la Geographia de Ptolomeo hasta la actualidad, las piedras de esta ciudad han cambiado, se han desplazado, girado, escondido, reutilizado, expoliado, destruido y nacido.
El Oppidum in ruris descrito por George Santayana necesita desmontar tópicos y eliminar veladuras amarillentas para descubrir la ciudad y reconciliarse con su territorio.
Su origen siempre ha estado relacionado con un territorio extenso conectado con la Lusitania, donde la movilidad en busca de pastos frescos en verano originó su razón de ser.
Ávila fue un territorio estacional, una ciudad flexible y fronteriza. Ávila del río Adaja y de su valle. Cierto auge social se vio truncado después de la Guerra de las Comunidades al igual que sus torres.
El entramado romano se yuxtapone con el musulmán, el medieval, renacentista e incluso el del siglo XIX.
Aparecen y desaparecen construcciones como en un juego de invisibilidad temporal.
Trabajaremos en el centro histórico, en una de esas manzanas con vacíos interiores y palacios abandonados, donde la vivienda híbrida es necesaria y el espacio público es vivo, múltiple y fundamental.
Después de los tópicos queda el patrimonio ordinario, el que construye el día a día, donde la materia es humana y las necesidades son precisas y contemporáneas.
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¡BIENVENIDXS!