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La tiranía de los controles: el segundo capítulo de Libertad de Elegir y la defensa del libre comercio

1. La razón económica para el libre comercio

Milton Friedman, en el segundo capítulo de Libertad de Elegir, examina lo que considera una de las grandes falacias de la economía moderna: las restricciones al comercio, como los aranceles y las cuotas, que se establecen con la supuesta finalidad de proteger los intereses nacionales o promover la autosuficiencia. Friedman expone cómo estas políticas, a pesar de presentarse como medidas beneficiosas, en realidad generan costes económicos significativos y perjudican el crecimiento y la libertad de los mercados.

Para ilustrar este punto, Friedman analiza varias justificaciones comunes para los aranceles y otras barreras comerciales y demuestra sus falencias económicas:

  • 1.1 Seguridad nacional: Uno de los argumentos más frecuentes para la imposición de aranceles es la necesidad de proteger la producción nacional de determinados bienes considerados esenciales para la seguridad del país. La idea es que si en caso de conflicto se depende de la importación de ciertos productos (como materias primas estratégicas o tecnología), la seguridad nacional podría verse amenazada. Sin embargo, Friedman sostiene que, si bien este argumento puede tener cierta validez en situaciones excepcionales, es fácilmente utilizado como excusa para proteger industrias no estratégicas. Este tipo de proteccionismo en realidad genera ineficiencia y limita la competencia, dañando la economía en su conjunto.
  • 1.2 Industria naciente: Otro argumento clásico para el proteccionismo es la protección de las industrias en desarrollo que aún no tienen la capacidad de competir con empresas extranjeras bien establecidas. Esta “protección temporal”, destinada a ayudar a que estas industrias crezcan y maduren, suele perpetuarse en el tiempo, creando monopolios internos e ineficiencias permanentes. Según Friedman, al eliminar la competencia extranjera, estas industrias protegidas carecen de incentivos para innovar o mejorar, resultando en precios más altos y menor calidad para los consumidores. En lugar de estimular el crecimiento económico, el proteccionismo debilita las industrias locales.
  • 1.3 Mendiga la política de tu vecino: Friedman examina aquí cómo algunos gobiernos establecen políticas arancelarias para aprovecharse de las políticas de otros países, tratando de beneficiarse a expensas de sus vecinos o socios comerciales. Esta práctica, conocida como “mendiga a tu vecino”, busca generar crecimiento económico nacional mediante el empobrecimiento de otros. Friedman considera que este enfoque es una forma de “guerra económica” que, lejos de beneficiar a un país, desencadena represalias y tensiones internacionales, perjudicando a todos los participantes a largo plazo.
  • 1.4 Asimetrías en el uso del libre mercado: Para Friedman, otro problema central es la hipocresía en el uso del libre mercado. Algunos países predican la libertad económica cuando les beneficia, pero aplican controles proteccionistas cuando temen perder competitividad. Este doble estándar distorsiona los mercados y crea asimetrías en las relaciones comerciales internacionales, generando desconfianza entre los países. Friedman argumenta que un compromiso firme con el libre comercio, sin excepciones ni asimetrías, es la mejor forma de alcanzar un crecimiento económico sostenible y una competencia justa.

Para Friedman, la razón económica para el libre comercio es clara: los intercambios sin restricciones aumentan la eficiencia, promueven la innovación y benefician a los consumidores con precios más bajos y una mayor variedad de productos. En contraste, los controles y aranceles impuestos para proteger industrias o asegurar la “autosuficiencia” generan ineficiencias y limitan la libertad de elección de los individuos.

2. La planificación económica central

En este capítulo, Friedman analiza también los problemas derivados de la planificación económica central, un enfoque que implica que el gobierno asume el control de la economía para guiar la producción, los precios y el comercio de acuerdo con objetivos planificados. Este modelo fue adoptado por muchos países a lo largo del siglo XX, sobre todo en regímenes socialistas, y Friedman presenta varios argumentos en su contra, señalando sus limitaciones y efectos negativos.

La planificación central supone que los planificadores gubernamentales pueden decidir mejor que los individuos cómo deben asignarse los recursos. Sin embargo, Friedman sostiene que esta creencia es profundamente equivocada. En un sistema de planificación central, el gobierno se convierte en el responsable de determinar la producción y distribución de bienes y servicios, lo que a menudo deriva en la toma de decisiones ineficaces e ineficientes. Esto ocurre porque el gobierno no puede procesar la vasta cantidad de información que los precios de mercado reflejan de manera natural en una economía descentralizada. En lugar de responder a las demandas reales de los consumidores, la planificación central crea una economía basada en objetivos abstractos, que inevitablemente falla al no considerar las preferencias individuales.

Además, Friedman destaca que los mercados libres, a través de los precios, tienen una capacidad única para coordinar el comportamiento de millones de personas sin necesidad de una autoridad centralizada. En un mercado de precios libres, los recursos se asignan de acuerdo con las necesidades y deseos de los consumidores, lo que permite que la economía se ajuste de manera dinámica a los cambios en la oferta y la demanda. La planificación central, en cambio, carece de esta flexibilidad, lo que conduce a la escasez o el exceso de bienes y servicios y, en última instancia, a una economía menos productiva y menos adaptativa.

3. Libertad económica y libertad humana

En la visión de Friedman, la libertad económica es una condición fundamental para la libertad humana y política. Argumenta que el poder del gobierno debe estar limitado no solo para proteger los derechos económicos, sino también para salvaguardar los derechos civiles y políticos. Según Friedman, cuando el gobierno tiene el control de la economía, aumenta su poder sobre los ciudadanos, ya que puede influir y condicionar sus elecciones en el ámbito económico, afectando así su libertad en otros aspectos de la vida.

El economista insiste en que la intervención estatal en la economía y las restricciones comerciales no son únicamente cuestiones económicas; también representan un ataque a la libertad individual. La imposición de aranceles, controles de precios y regulaciones es una forma de coacción que limita la capacidad de los individuos para tomar sus propias decisiones. Friedman sostiene que la libertad económica y la libertad política están interconectadas, ya que sin una economía libre, los ciudadanos están a merced de los caprichos del gobierno y no tienen control sobre sus vidas.

Friedman cita el ejemplo de sociedades totalitarias donde el estado controla la economía y los medios de producción, lo que le da un poder absoluto sobre sus ciudadanos. En estas sociedades, los ciudadanos no pueden elegir cómo vivir, ya que el gobierno decide dónde pueden trabajar, qué bienes y servicios pueden comprar y a qué precio. Para Friedman, un sistema de mercado libre no solo es más eficiente, sino también un mecanismo esencial para proteger la libertad y dignidad de los individuos.

Conclusión

En el segundo capítulo de Libertad de Elegir, Milton Friedman expone su defensa del libre comercio y su crítica a las barreras comerciales y a la planificación centralizada de la economía. A través de su análisis de las razones económicas para el libre comercio, Friedman demuestra cómo los aranceles y las restricciones al comercio limitan el crecimiento económico y la libertad individual. Además, advierte sobre los peligros de la planificación central, señalando que los mercados libres son superiores no solo en términos de eficiencia económica, sino también como un medio de salvaguardar la libertad humana.

Para Friedman, la libertad económica y la libertad personal son inseparables. Las barreras comerciales y el control gubernamental no solo generan ineficiencias en la economía, sino que también amenazan la capacidad de las personas para tomar decisiones libres y vivir de acuerdo con sus propios valores. En un mundo donde el libre comercio es respetado y el poder del gobierno está limitado, Friedman vislumbra una sociedad más próspera y libre. En conclusión, su mensaje en Libertad de Elegir es claro: el libre mercado es un pilar fundamental de una sociedad en la que los individuos pueden vivir y prosperar en libertad.