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Comunicación a distancia. Primeros vestigios

Los primeros sistemas conocidos de comunicación a distancia, que es lo que significa la palabra “telecomunicación” en griego, consistían en procedimientos sonoros y visuales. Mediante sonidos vocales se podían transmitir determinadas informaciones a distancias cortas y posteriormente alcances superiores, pero siempre muy limitados, con el uso de trompas, tambores o campanas. Para conseguir enviar información a mayores distancias se utilizaron por la noche los fuegos, hogueras y antorchas, y por el día el humo. También se utilizaron telas de diferentes colores y escudos pulidos que podían reflejar la luz solar, que fueron posteriormente sustituidos por espejos.

Hogueras y Antorchas

Entre las primeras referencias al uso de estos procedimientos cabe destacar las realizadas por Homero en el siglo VIII a.C., en la Ilíada. Unos trescientos años mas tarde, en el 458 a.C., Esquilo describe en su obra dramática Agamenón (de la trilogía de la Orestíada), la que puede considerarse la primera línea de telegrafía de la historia en el siglo XI a.C. En ella, Agamenón utiliza hogueras en sucesivos cerros desde Troya hasta Argos, situada a unos 600 km de distancia, para comunicar a su mujer Clitemnestra la noticia de la victoria sobre los troyanos.

Monólogo del Agamenón comunicando la conquista de Troya mediante hogueras,

«CORIFEO. – ¿Y en qué momento ha quedado arrasada esa ciudad?
CLITEMESTRA. – Te contesto: la noche pasada, la que ha dado lugar a este día.
CORIFEO. – ¿Y quién podría llegar a anunciarlo tan pronto?
CLITEMESTRA. – Hefesto [dios del fuego], enviando un brillante fulgor desde el Ida. Desde el fuego que fue el primero en dar la noticia, cada hoguera fue enviando otra hoguera hasta aquí: el Ida al Hermeo, monte de Lemnos. En tercer lugar, recibió de esta isla una gran hoguera la altura de Atos consagrada a Zeus, y se elevó por aquellas alturas, como para venir por encima del mar para nuestro gozo, el vigor de la antorcha viajera, y la ardiente resina del pino dio aviso a los vigías del monte Macisto con la brillantez de un dorado fulgor semejante al del sol. No se anduvo en demoras el monte, ni vencido del sueño de modo insensato pasó por alto la parte que a él le tocaba en el mensaje, antes, al contrario, llegó allá lejos la luz de su hoguera, hasta las corrientes del Euripo dio la señal a los centinelas de Mesapio. Estos encendieron, a su vez, otra hoguera, para que la señal siguiera adelante, prendiéndole fuego a un montón de brezo ya seco. La vigorosa llama, sin apagarse siquiera un momento, franqueó de un salto las tierras bajas del río Asopo, como luna resplandeciente, hasta la roca del Citerón y provocó un nuevo relevo del fuego encargado de traer la noticia. El puesto de guardia no descuidó el encender una luz que llegara a lo lejos, más intensa aún de lo que se le había ordenado. Y la luz cruzó por encima del lago Gorgopis y alcanzó hasta el monte Egiplanto, donde incitó a no omitir la orden que había de encender un fuego. Lo encendieron con ardor diligente y enviaron una enorme barba de fuego como para sobrepasar, iluminándolo, el promontorio desde cuya cumbre se divisa el golfo Sarónicot. Luego saltó y al punto llegó al monte Aracneo, puesto de observación ya vecino a nuestra ciudad, y a continuación alcanzó esta morada de los Atridas esa luz que no deja de ser descendiente del fuego prendido en el Ida. Tales eran mis instrucciones a los portadores de las antorchas: cada uno releve al otro, y vence el primero y el último en esta carrera. Y tal garantía y señal te digo de que desde Troya mi esposo me dio la noticia.«

Esquilo. La Orestiada.

Estos métodos fueron utilizados durante siglos, pero sus limitaciones, dado que sólo permitían confirmar noticias previamente convenidas, exigían su perfeccionamiento. Así el historiador griego Polibio recoge en el libro X de sus Historias (“Historiae“, en latín) un sistema de comunicación basado en antorchas propuesto por Eneas en el siglo IV a. C.

El sistema constaba de dos recipientes idénticos de barro con sendos grifos en la parte inferior. Situado cada recipiente en un extremo del enlace, y una vez llenos con igual cantidad de agua, se les introducía un listón de madera soportado por un flotador de corcho. Previamente, en los listones se habían grabado las noticias, mediante los símbolos correspondientes, que se querían comunicar. Cuando se quería transmitir alguna de las informaciones grabadas se levantaba una antorcha en el extremo emisor, a la que se contestaba de idéntica forma desde el receptor, para indicar que se estaba preparado.

Grabado mostrando el sistema de telégrafo hidráulico del siglo IV a. C. Grecia
Telégrafo hidráulico. s. IV a. C. Grecia

Una vez las dos antorchas visibles, “… los que envían la señal bajarán su antorcha y ambos equipos destaparán inmediatamente los orificios para que salga el agua. El corcho bajará de nivel y en el momento en que lo anotado en el palo que se quiere comunicar llegue a la altura del borde superior de la vasija, el emisor levantará la antorcha y los receptores taponarán el orificio de su recipiente para examinar cuál es la noticia grabada en el palo que se ha nivelado con su bordeY esto será lo comunicado, puesto que en ambas partes todo se mueve a velocidad idéntica“.

Este sistema permitía comunicar una noticia, de entre algunas previamente acordadas: “En cada sección se deben escribir los acontecimientos más evidentes y comunes que ocurren en la guerra, por ejemplo, en la primera, “Llegó la caballería al país”, en la segunda “Infantería pesada”, en la tercera “Infantería ligera”, a continuación “Infantería y caballería”, luego “una flota”,.., y así sucesivamente hasta que hayamos ingresado en todas las secciones cuyas principales contingencias, en el momento actual, existen una probabilidad razonable en tiempos de guerra.…”. La distancia máxima a la que se podían situar los terminales estaba determinada por la visibilidad de las antorchas. Distancias mayores se cubrían mediante cadenas de puestos.

Un método de comunicación a distancia más avanzado es también descrito por Polibio. Está técnica, atribuida a Cleóxenes y Demóclito y perfeccionada por el mismo Polibio, fue utilizada por los ejércitos de Filipo V Rey de Macedonia, y posteriormente por cartagineses y romanos. El sistema consistía en dividir el alfabeto en cinco filas y en cinco columnas (el alfabeto griego consta de 24 letras), grabadas en unas tablillas. Para comunicar un mensaje, el emisor elevará a su izquierda el número de antorchas necesarias para indicar en que fila se encuentra la letra a transmitir, indicando la columna mediante antorchas levantadas a su derecha. Este sistema requería de una doble indicación para cada letra, lo que lo hacía muy tedioso, pero en cambio posibilitaba la comunicación de cualquier tipo de mensaje.

Cuadrado de Polibio
Comunicación con antorchas, 150 a.C., Grecia.
Una antorcha a la izquierda y tres a la derecha indican la letra gamma.

Ahumadas

El método de las ahumadas fue utilizado en España hasta bien entrada la Edad Moderna. Consiste en transmitir informaciones mediante el uso de señales de humo que se hacían desde montículos, naturales o artificiales, y también desde torres o almenaras, situados sucesivamente, a distancias de no más de 12 Km, y que permitía la visibilidad de cada uno con el siguiente. Las noticias se iban sucediendo de una a otra ahumada hasta llegar a su destino.

Un vestigio de este sistema de señales aparece en determinados topónimos de la geografía española, con el nombre de ahumadas o humosas, al igual que nombres como Humanes, Humera han sido relacionados con un sistema de señales de humo entre atalayas en la época islámica (siglos IX a XI). Estas atalayas tenían una función de vigilancia y transmisión del posible peligro mediante señales de humo durante el día o de fuego por la noche.

Mapa mostrando en camino de las ahumadas, correspondiente a una zona se se realizaban éstas
Camino de las ahumadas

Con la misma misión de vigilancia, los reyes cristianos adaptaron esta institución a sus medios de defensa, construyendo un gran número de almenaras. Estas torres estaban emplazadas unas tras otras, no más distantes entre si que lo necesario para que a simple vista se pudiese divisar sus fuegos y humaredas. Por medio de éstas se avisaban de los ataques, especialmente encendiendo hogueras en su terraza por la noche y levantando humaredas por el día.

Un procedimiento para informar de un acontecimiento mediante señales de humo se utilizó en Castilla en el año 1405. Se comunicó desde Toro a Segovia, la noticia del nacimiento del heredero que esperaba Enrique III. En la carta del Rey a su Canciller, se alude a una ordenanza sobre ahumadas indicando que en caso de que fuera varón se hicieran cinco. Así se hizo porque nació un niño que pasaría a la historia como Juan II.

Mediante el sistema de las ahumadas se constituyó una red de comunicaciones en España, que enlazaba las principales ciudades del reino, con hasta cinco itinerarios generales que iban desde León hasta Sevilla, pasando por Valladolid y Zaragoza. El “centro de comunicaciones” estaba en Medina del Campo (Valladolid).

Fuera de la cronología medieval y ya en época de Felipe II existen unas ordenanzas que regulan el funcionamiento de las atalayas de costa en las que se describe y confirma este sistema de señales de humo.

Espejos y banderas

El uso de dispositivos que permitían reflejar la luz solar y que por lo tanto pudieran hacer llegar al receptor, luz, no-luz, ha sido frecuente a lo largo de la historia. Ya, en el año 405 a.C., el filosofo e historiador Jenofonte, alude en una de sus obras al uso de escudos muy pulidos para transmitir señales. Muchos años después el uso conjunto de los heliógrafos y el código morse fue adoptado por la mayoría de los ejércitos. El heliógrafo fue un instrumento simple pero eficaz para la comunicación óptica instantánea a largas distancias durante finales del siglo XIX y principios del XX utilizando espejos. Los destellos se producen girando momentáneamente el espejo o interrumpiendo el haz con una persiana.

Por otra parte, desde tiempos inmemoriales se tiene constancia del uso de trozos de tela de diversos colores para comunicar noticias a distancia, generalmente en el mar o desde el mar. El primer código de señales que se conoce para comunicación entre barcos es el recogido por el Ordenamiento que hace el Almirante de Castilla, Don Fadrique en 1340. Este código recoge el uso de banderas.

Posteriormente en el siglo XVIII, en 1742, Don Juan José Navarro, Marqués de la Victoria, publicó su obra “Órdenes y señales, que han de observar todas las embarcaciones de transporte que navegan bajo mi mando”. En este código de señales se utilizan diez banderas, significando cada una de ellas una cifra. El fundamento de este código fue adoptado por la Mayoría de las Marinas extranjeras.

El primer código internacional de señales fue diseñado en 1855 por el “British Board of Trade” y publicado en 1857 como “Código Comercial de Señales para Uso de todas las Naciones”, tenia 18 banderas con las que por medio de un libro de cifra se podían transmitir más de 70.000 mensajes. Después de ser revisado, en 1864, por una comisión anglo-francesa se declaró obligatorio en la Marina.

En el siglo XX, con la creación de la Organización Marítima Internacional (OMI) y otros organismos internacionales, se estandarizaron los códigos y las banderas. La OMI adoptó oficialmente el Código Internacional de Señales en 1969, que incluye no solo banderas alfabéticas, sino también numéricas y de señales especiales.

Código internacional de banderas náuticas
Referencias
  • Esquilo. La Orestíada. Agamenón
  • Polibio. Historias. Libros V-XV. Ed. Gredos
  • Romeo López, J.M. (1986) Comunicaciones mediante señales ópticas, en Castilla, en la Edad Media. Estudios sobre historia de la ciencia y de la técnica: IV Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Valladolid, 22-27 de septiembre de 1986.
  • Romeo López, J.M. y Romero Frías, R. (1998): “Comunicaciones mediante señales ópticas en la Edad Media”. VI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Segovia-La Granja, 9 al 13 de septiembre de 1996: 255-270.
  • Gamir Sandoval, A.; Barea Ferrer J.L. (1988). Organización de la defensa de la costa del Reino de Granada desde su Reconquista hasta finales del siglo XVI. Ed. Universidad de Granada.
  • Romeo López, J.M. Las comunicaciones marítimas con banderas, los semáforos en España.
  • Historia de la Telegrafía. https://www.ea1uro.com/eb3emd/Telegrafia_hist/Telegrafia_hist.htm

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