A principios del siglo XX, ya estaban establecidos los servicios telegráficos a través de cables y mediante radiotelegrafía y también el servicio telefónico. La idea de transmitir la voz por radio existía desde años antes, pero las comunicaciones inalámbricas, tal y como hasta la fecha se conocían, estaban basadas en los transmisores de chispa que generaban ondas electromagnéticas amortiguadas y en los detectores por cohesor, no siendo utilizables para la transmisión de sonidos. En esos años se desarrolló un transmisor de arco, formado por la ionización de un gas cuando se le aplica una diferencia de potencial suficientemente alta, que ya permitía la transmisión de una onda no amortiguada.
Otro método más eficiente para conseguir una onda continua de radio frecuencia fue realizado por el canadiense Reginald Fessenden desarrollando un alternador de alta frecuencia, que podía trabajar a velocidades de rotación de decenas de miles de ciclos por segundo, produciendo así, cuando se conectaba a una antena, una transmisión de onda continua cuya amplitud era controlada por la señal de audiofrecuencia en una modulación de amplitud (AM). El día de nochebuena de 1906, R. Fessenden y Ernst Alexanderson, investigador de General Electric que había introducido mejoras en el alternador, llevaron a cabo la primera emisión de radiodifusión de la historia. Desde una emisora instalada en Boston, Massachussets transmitieron dos discursos, una canción y un solo de violín, que fue recibida por varios barcos navegando a considerable distancia y que iban equipados con receptores que también había diseñado Fessenden.
La aparición de la Electrónica: el triodo
Sin embargo, un nuevo invento iba a suponer el avance definitivo para las comunicaciones inalámbricas de voz. Lee de Forest desarrolla en 1906 el triodo, al que denominó “audión”, una válvula termoiónica que va a permitir el control del flujo de electrones, añadiendo una rejilla al diodo de vacío inventado en 1904 por el ingeniero eléctrico británico John Ambrose Fleming. Este diodo, basado en el efecto Edison de emisión de electrones, consistía en un tubo de vidrio al que se había realizado el vacío y que contenía un cátodo, un filamento incandescente que emitía esos electrones y un ánodo, o placa, que los recogía, ambos conectados mediante unos cables con el exterior que pasan a través de la ampolla de manera que se mantenga el vacío, y que permite el paso de la corriente en un sentido pero no en el otro, pudiendo actuar como rectificador de corriente alterna en continua y como un detector de las señales de radio.

Iowa, EEUU. 1873-1961
El triodo, que Lee de Forest patentó en 1907, no solo ofreció la solución a los problemas de la generación de ondas de radio continuas y su modulación, sino también, posibilitó la amplificación y detección de las señales. Con la invención del triodo se inicia la electrónica de la mano de la radio.
Marconi que tenia la patente del diodo de Fleming, fue extraordinariamente lento a la hora de ver las posibilidades del uso de los triodos en las comunicaciones por radio. Fue un equipo de alemanes los primeros que iniciaron transmisiones radiotelefónicas a través del Atlántico, esto sucedía en 1914.

La declaración de la I Guerra Mundial hizo que las investigaciones y desarrollos que se estaban realizando orientadas hacia el uso comercial de la radio, fueran ahora redirigidas a las aplicaciones militares. Durante la I Guerra mundial la radio se desarrolló con rapidez y estableció la supremacía de las válvulas (triodos) sobre cualquier otro dispositivo para la transmisión o recepción de señales por radio. En dos escenarios bélicos la radiotelefonía tuvo especial protagonismo: en el mar, y especialmente en el aire donde el medio de comunicación necesariamente debía ser inalámbrico y sin posibilidad de uso de un manipulador, para evitar distracciones.
Inicios de la radiodifusión
En 1918, al finalizar la guerra, existían las condiciones para la aparición de la radiodifusión sonora. Las experiencias previas a la guerra, el desarrollo y mejora de dispositivos que durante la misma se produjeron, fueron los elementos que confluyeron para posibilitar el nacimiento de este medio de información y entretenimiento. Así, en 1919 el Dr. Frank Conrad, empleado de la compañía Westinghouse, comenzó sus transmisiones experimentales de voz y música desde un garaje en Pittsburg, Pensilvania. Y fue en esta ciudad donde se estableció la primera emisora de radiodifusión comercial por Westinghouse, la emisora KDKA (originalmente 8ZZ), con una potencia de 100 W y emitiendo en la longitud de onda de 360 m (833 KHz), vendiendo espacios publicitarios para los comerciantes locales como fuente de financiación. El día 2 de noviembre de 1920, se iniciaron las emisiones regulares de radio con el anunció los resultados de la elección presidencial en los EE. UU. Otros autores conceden a la estación de Detroit, 8MK (posteriormente WWJ), el mérito de ser la primera emisora con una programación continua ya en agosto de 1920.
En varios países europeos y en Sudamérica se realizan ensayos de radiodifusión en el año 1920, como las emisiones de música experimental, desde la fábrica de Marconi en Chelmsford, Inglaterra, pero no fue hasta el 16 de febrero de 1922, donde comenzaron los servicios oficiales de radiodifusión en Europa, desde la estación francesa de la Torre Eiffel utilizando una potencia de 1 kW. También en octubre de ese año se constituye por un consorcio de fabricantes de equipos de radio la British Broadcasting Company, iniciando en enero de 1923 por la estación 2LO de Londres las primeras emisiones reguladas en Inglaterra. Este consorcio de fabricantes se disolvió en 1926, cuando expiró su licencia, convirtiéndose en la British Broadcasting Corporation (BBC), organización no comercial dependiente del gobierno británico. En España las primeras emisiones con reconocimiento oficial comenzaron en noviembre de 1924.
Evolución de la radiodifusión
Aunque las primeras experiencias en radiodifusión se realizaron de forma prácticamente simultanea en los EE. UU. y en Europa, su desarrollo fue muy diferente debido a la flexibilidad de su regulación en la primera etapa en los EE. UU. posibilitando una un gran crecimiento de la radiodifusión comercial. En el año 1922, en ese país se concedieron licencias a 670 emisoras de radio privadas, estableciendo una denominación para las mismas con 4 letras, empezando con W en el este y con K en el oeste. Esta situación contrastaba con los problemas que en Europa causaba la oposición oficial al otorgamiento de licencias por el temor a que las emisiones pudieran interferir en las comunicaciones ya existentes.
Entre 1922 y 1923, el número de aparatos de radio en Estados Unidos aumentó de 60.000 a 1,5 millones. Entre las emisoras comerciales más importantes se encontraban la National Broadcasting Company y la Columbia Broadcasting System, formadas en 1926 y 1927, respectivamente, y que todavía se conocen como las cadenas de televisión NBC y CBS. En 1931, la mayoría de los hogares en los Estados Unidos tenían un receptor de radio.
Entre los primeros equipos para la recepción de radiodifusión se encontraban los denominados receptores de galena. Estaban basados en la utilización de un detector de ondas electromagnéticas utilizando cristales de algunos minerales, principalmente la galena, cuya invención corresponde al ingeniero americano G.W. Pickard, que lo patentó en 1907. Estos receptores eran sencillos, de pequeño tamaño y bajo coste, no precisaban de alimentación eléctrica y la escucha se realizaba con auriculares exclusivamente. Fueron aparatos muy populares en los inicios de la radiodifusión durante la década de los años 20, siendo utilizados hasta los años 40 del siglo XX.

Reino Unido. 1923
El invento de Lee de Forest en 1906 de la lámpara triodo fue el principal elemento en el desarrollo de las comunicaciones vocales por radio, por supuesto en los transmisores para radiodifusión, pero también en los receptores a válvulas, dado que permitían la amplificación de la señal y la escucha en un altavoz. La fabricación de estos receptores tuvo un crecimiento enorme en todo en mundo y mantuvieron sus ventas hasta los años 60, donde las válvulas fueron sustituidas por los transistores. Hasta la llegada de los receptores conectados a la red eléctrica, tanto los aparatos de galena como los de válvulas se alimentaban con baterías o acumuladores.

EE. UU. 1927.
Uno de los primeros receptores a válvulas que utilizaban alimentación alterna y con baterías
Durante los siguientes años se fueron produciendo una serie de avances en los circuitos de recepción, con la consiguiente mejora de la facilidad de sintonía y de la calidad del sonido. En 1933 Edwin Armstrong, que ya había patentado el receptor superheterodino, desarrolla un sistema de radio de alta calidad, menos sensible a los parásitos radioeléctricos que la AM (modulación de amplitud), utilizando la modulación de frecuencia (FM). A finales de esa década se establece este procedimiento de forma comercial.

Bullock Museum. Austin, Texas
La invención del transistor en 1947 en los laboratorios Bell de EE. UU. y publicada en 1948, permitió la producción de equipos de recepción de menor tamaño y peso, más baratos y con mejores prestaciones. El bajo consumo de estos equipos permite que la alimentación se pueda realizar mediante pilas de pequeño tamaño, haciendo posible terminales portátiles. El primer receptor a transistores que se fabricó fue en EE:UU, el Regency Modelo TR1 en el año 1954. Durante los siguientes veinte años los receptores a transistores desplazaron a los equipos de válvulas por completo.
Las primeras emisiones de televisión por radiofrecuencia se realizaron en la década de los años 30 del siglo XX, pero no fue hasta 1950 cuando se produjo una ascenso meteórico de la transmisión televisiva y como consecuencia la pérdida de importancia de la transmisión de radiodifusión sonora.
Hasta los años 90 del siglo XX la radiodifusión sonora seguía siendo exclusivamente analógica, y aunque a partir de aquí comenzaron las transmisiones digitales usando el estándar DAB (Digital Audio Broadcasting), las emisiones analógicas tanto en AM como en FM siguen siendo las de mayor seguimiento.
Referencias
- De las señales de humo a la sociedad del conocimiento. COIT. Madrid, 2006.
- Lee De Forest, “A Review of Radio” in Broadcast Radio magazine (Doubleday, Page, and Co.), Vol. 1, No. 4, August 1922, p.336
- Radio Historia y Técnica. Juan Juliá Enrich. Edit. Marcombo, Barcelona, 1993