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Máquinas Eléctricas

El amperímetro y el voltímetro son instrumentos diseñados para medir, respectivamente, la intensidad de la corriente y la tensión en los circuitos eléctricos. El fundamento de ambos es el galvanómetro, es decir, utilizan una bobina que, al ser recorrida por una corriente y estando dentro de un campo magnético creado por un imán, experimenta un par de giro que mueve una aguja indicadora sobre una escala. La diferencia estriba en que, en el caso del amperímetro, su resistencia interna es bajísima y es conectado en serie con el elemento a medir, mientras que el voltímetro presenta una elevada resistencia interna y se conecta en paralelo con el elemento cuya tensión se quiere determinar.

Este equipo agrupa ambos instrumentos con lo que, mediante el montaje adecuado, permite determinar la potencia teórica o aparente implicada en un circuito de corriente alterna. El amperímetro, destinado a medir intensidad eficaz (la intensidad máxima dividida por la raíz cuadrada de dos) en corriente alterna, presenta una doble escala: una inferior, que permite medir de 0 a 30 A con divisiones, en el rango central, de 0,5 A, y otra superior, de 0 a 60 A con divisiones, en el rango central, de 1 A. En cuanto al voltímetro, presenta una triple escala para medir de 0 hasta 75 V, 150 V o 300 V, con divisiones de hasta 2 V. En su base inferior, ambos aparatos presentan, protegidos por etiquetas metálicas atornilladas, un tornillo para la puesta a cero (“Nullstellung”, en alemán) de la aguja indicadora.

El equipo, donado a la Escuela por el profesor de la misma D. Julián Pecharromán Sacristán, está protegido por una cuidada caja de madera, de 35 cm x 17,5 cm x 9,5 cm, con media puerta de bisagra y asa metálica, presenta los números de serie 380479 y 380480, aún conserva sus antiguos cables de cobre forrado con tela, y fue construido, probablemente hacia 1930, en la empresa española AEG-Thomson-Houston Ibérica, S.A. Esta empresa tenía su origen en la norteamericana Thomson-Houston Electric Company, fundada en 1883, si bien más tarde, a través de su filial belga con sede en Bruselas, penetraría en España en 1899 con el fin de vender material eléctrico para las minas y para iniciar las instalaciones de los tranvías eléctricos, por ejemplo, en Gijón. Sería en 1905 cuando, tras su fusión con AEG se convertiría en la empresa española con sedes en Bilbao, Barcelona y Madrid, siendo Luis Torres Quevedo, hermano del prestigioso ingeniero Leonardo Torres Quevedo, uno de sus socios fundadores. En la década 1910-1920 esta empresa alcanzó gran prestigio, especializándose en fabricar alternadores, por ejemplo, para sustituir las antiguas máquinas de vapor en la red de tranvías de Barcelona, así como motores eléctricos de C.A., tanto bifásicos como trifásicos, o estaciones telefónicas para las explotaciones mineras vascas, e incluso destacó fabricando nuevas lámparas de alumbrado eléctrico para sustituir las de arco voltaico y, ya en 1930, distintos tipos de contadores eléctricos.