198a. Microscopio (ca 1950)

La palabra “microscopio”, posiblemente propuesta en 1625 por el médico papal alemán Johannes Faber (1574-1629), está formada a partir del griego por el prefijo “mikros” (pequeño) y el sufijo “skopion” (observar), con lo que un microscopio es, pues, un instrumento óptico que permite observar objetos demasiado pequeños como para verlos a simple vista.

El primer microscopio, llamado simple, sería una lupa de aumento formada por una lente o trozo de vidrio convergente que crea una imagen virtual, derecha y aumentada del objeto observado. Posiblemente, la lupa más antigua sea la lente asiria de Nimrud, del 700 a.C., un trozo de cuarzo muy pulido que permitía tanto observar objetos con un ligero aumento como concentrar los rayos del sol en un punto. Ya sería en los s. XIII-XIV cuando, con la fabricación de las primeras lentes auténticas para la visión con gafas (que no tendrían patillas hasta 1727), se obtendrían lupas de mayor calidad, aunque tan sólo con unos pocos aumentos, típicamente 5x (20x en las más modernas).

Hacia 1668, el comerciante de telas neerlandés Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), impresionado por las observaciones microscópicas del inglés Hooke, construyó, una amplia serie de pequeños microscopios simples que consistían en una pequeña lente biconvexa montada sobre una placa de latón que se sostenía muy cerca del ojo; las muestras a observar se situaban sobre la cabeza de un alfiler que se podía desplazar mediante unos tornillos para conseguir el enfoque. Con estos instrumentos, podían conseguirse algunas decenas de aumentos, aunque, en sus mejores versiones, se llegaba hasta 200 aumentos.

Pero para obtener mayores aumentos, se requiere un microscopio compuesto, formado por una combinación de varias lentes, esencialmente un objetivo, que se coloca cerca del objeto a observar, y un ocular, que se coloca pegado al ojo del observador. Los primeros microscopios compuestos podrán deberse, quizá hacia 1590, al neerlandés Hans Janssen (fl. ca. 1590) y luego, quizá hacia 1619, a su hijo Zacharias Janssen (ca. 1585-1638). Otros datos apuntan a que pudo anticipárseles su vecino, el inventor Hans Lippershey (1570-1619), o incluso el físico italiano Galileo Galilei (1564-1642), aunque los primeros microscopios de éste serían más bien telescopios reducidos, con una lente biconvexa como objetivo y una lente bicóncava como ocular.

En esta época, hacia 1620, los comerciantes de paños, para comprobar la densidad de hilos de las telas, pasaron de usar una simple lente convexa de aumento a aprovechar el mayor aumento de los microscopios compuestos. Así, el que antes fuera aprendiz de pañero, el neerlandés Anton van Leeuwenhoek (1632-1723), diseñaría en Delft sus propios microscopios compuestos con los que luego se convertiría, además, en el padre de la microbiología. Y también serían famosos los microscopios que el inventor e ingeniero neerlandés Cornelis J. Drebbel (1572-1633) fabricaría en Londres (además inventaría el primer submarino en 1621), en los que, a diferencia de sus predecesores, usaba una lente convexo-plana como objetivo y una lente biconvexa como ocular, consiguiendo reducir la longitud del tubo y ampliando el campo de visión del instrumento.

Sería también a partir del s. XVII cuando se mejorarían aún más los microscopios compuestos gracias a utilizar no una única lente en el objetivo y otra en el ocular, sino varias lentes asociadas en cada uno de ellos, montadas en un pequeño tubo, con el fin de reducir las aberraciones cromática y esférica. El aumento total de un microscopio compuesto así construido es el producto del aumento que permita el objetivo por el que dé el ocular, de modo que, usando un objetivo de 10x y un ocular de 10x, se consiguen 100x. Así, en 1665, el científico polímata inglés Robert Hooke (1635-1703) publicaría, en su obra Micrographia, diversos dibujos basados en las 57 observaciones realizadas (corcho, hielo, piojos, ojo de la mosca, etc.) con sus microscopios compuestos de unos 30x, introduciendo, por primera vez, la palabra “célula”. En cualquier caso, en esta época se conseguía llegar, como mucho a los 300x aumentos.

El límite actual de los mejores microscopios compuestos está en unos 2000x, ya que el poder de resolución (en esencia, la capacidad para distinguir detalles en la imagen) de los elementos ópticos se ve ya muy limitado. Para ir más allá, desde 1930, se utilizan los microscopios electrónicos, en los que los objetos a visualizar no se iluminan con luz, sino con electrones y, en sus más modernas versiones alcanzan hasta dos millones de aumentos, si bien más importante que esto resulta ser la mejora en el mencionado poder de resolución.

El microscopio compuesto de nuestra colección se presenta en una caja de madera, con llave de cierre y asa metálica, teniendo ésta unas dimensiones de 16,7 cm 22,0 cm x 35,0 cm. Tanto el brazo del microscopio, como su columna curvada en forma de C y su base, así como el soporte del ocular, la pletina portamuestras y la cabeza del revólver son de metal pintado en negro. El revólver permite tener montados tres objetivos que pueden ser cambiados rápidamente por un simple giro del mismo. El conjunto del equipo incluye cuatro oculares (de 5x, 6x, 8x y 10 x, aunque hay hasta de 12x, 15x y 20x), en tubos metálicos negros de 5 cm de largo y 2 cm de diámetro, y cuatro objetivos en tubos de acero inoxidable de 2 cm de diámetro (típicamente, según el modelo, suelen ser de 4x, 10x, 20x, 40x, aunque hay hasta de 60x y 100x), con lo que el aumento total de este microscopio podía ser, típicamente, de hasta unos 400x. Dichos objetivos vienen protegidos cada uno en un pequeño estuche cilíndrico de plástico colocado en el interior de la caja de madera.

En el brazo del microscopio hay una rueda giratoria para actuar sobre el sistema de enfoque tipo cremallera y, en la parte inferior de la columna y centrado en la base, va un pequeño espejo giratorio, de 5 cm de diámetro y con dos caras (una plana y otra curva), para iluminar la muestra mediante reflexión de la luz incidente sobre el mismo. La pletina portamuestras, además de las uñas de sujeción para los portaobjetos de vidrio, tiene añadido un sistema de medición de posición y tamaño xy en acero (en algunos modelos de otras marcas similares de la época, como la alemana Mühle, este sistema de posición bidimensional lleva escalas graduadas de micrómetro con nonius que permiten medir hasta 0,1 mm sobre las mismas).

Según consta en una placa metálica colocada en la puerta de la caja de madera de transporte, el instrumento (con número de serie 30530), así como sus objetivos (tres de ellos numerados) y oculares, fueron fabricados en Alemania por la empresa Beck Kassel CBS (Christoph Beck and Sons), probablemente hacia 1950. Esta casa fue fundada en 1892 en Kassel como una empresa familiar dedicada a la producción de instrumentos ópticos, en principio, especialmente binoculares y prismáticos. En 1944, sus instalaciones fueron destruidas durante la II Guerra Mundial, cuando producía prismáticos de uso militar, pero reinició su producción en 1948, centrándose en prismáticos ya de alta calidad, así como en microscopios y lupas. En 1979, los intereses de la fábrica cambiaron, quizá por la fuerte competencia nipona en instrumentos ópticos, y en 1981 cerró definitivamente.

El equipo fue distribuido a nuestro Laboratorio de Física por la empresa madrileña “Pro-Laboratorios”, situada en la céntrica Plaza de Santiago 2, que comercializaba diversos aparatos científicos, productos químicos y materiales para laboratorios.

Catalogación, documentación, texto y fotografía: Prof. A. Vitores (2021 y 2022)