Un tamiz o cedazo granulométrico es un instrumento compuesto por un aro y una tela o malla que sirve para filtrar las partículas de un material según su tamaño; así, suele usarse para analizar el tamaño de las partículas de una arena o de un carbón. Si se colocan varios tamices en forma de torre o columna en un orden secuencial (de mayor a menor tamaño de orificio en la malla), uno encima del otro, se consigue ir filtrando (cribando) los granos por tamaño decreciente según se desciende hacia abajo de la torre. También se puede luego pesar cada tamiz y determinar los porcentajes de grano de cada tamaño presentes en la mezcla de arena original.
Aunque la criba, cedazo o tamiz para arena se ha utilizado desde las primeras construcciones en las antiguas culturas de hace varios milenios (y lo mismo sucedió en la agricultura con la criba para separar el grano de la paja y otros residuos), la granulometría como técnica metrológica habría nacido en el siglo XIX.
La sencilla técnica de granulometría mediante columna de tamices se sigue usando en la actualidad, si bien ya hay métodos mucho más precisos basados en las técnicas de imagen mediante microscopio o en el análisis de tamaños mediante difracción por luz láser, todo ello apoyado por rigurosos análisis estadísticos de los diferentes tamaños de grano.
La torre presenta un conjunto de siete tamices cilíndricos, en latón, cada uno de 15,0 cm de diámetro y 7,5 cm de altura, con su correspondiente base de filtro de tela o nailon, con diferente tamaño de agujero en la malla, el cual figura grabado en cada tamiz según el código DIN (desde 0.060 hasta 0.200). Así, 0.060 indica que el tamaño del orificio de la malla es de 0,060 mm, esto es 60 micras, correspondiente a una arena típica muy fina, mientras que, para una arena gruesa, sería típicamente de 0,500-2,000 mm. El tamiz superior de la torre se cubre mediante una tapa con asa metálica y el inferior tiene su base sólida cerrada, a modo de colector. Los diferentes tamices se enganchan entre sí para formar la torre mediante un sencillo cierre de tipo bayoneta.
Estos tamices fueron suministrados a la Escuela en 1958 (según consta en una factura del 4 de agosto de dicho año, por un importe de 4800 pesetas), por la empresa madrileña “Pro-Laboratorios”, situada en la céntrica Plaza de Santiago 2, que distribuía diversos aparatos científicos, productos químicos y materiales para laboratorios.
Catalogación, documentación, texto y fotografía: Prof. A. Vitores (2021)
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