Marco de Conocimiento

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Consideraciones generales

Con el fin de articular y orientar la generación de productos y servicios que incorporen un diseño ético y con valores, compatibles con criterios de sostenibilidad ambiental e impacto social positivo, diferentes iniciativas han evolucionado hacia la creación de conceptos y marcos de conocimiento. Éstas pueden surgir tanto desde el ámbito académico (p.e. como alternativas hacia los modelos económicos dominantes), como del institucional (p.e. a través de compromisos compartidos y replicados en diferentes contextos geográficos).

Sostenibilidad

Siendo actualmente un concepto ampliamente utilizado, aunque no siempre de manera correcta, ya en 1987 la Comisión Brundtland definió el “desarrollo sostenible como el “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Keeble, 1988).

Algunos autores como García-Navarro (2010) han tratado de desdramatizar y simplificar el reto, argumentando que no se trata de otra cosa que “dar soluciones sensatas a un programa de necesidades comprometido con su tiempo”. Por otro lado,  Geissdoerfer  et al. (2017) se refieren al triple resultado final de Elkington (1997), compuesto por los tres ‘pilares’ de la sostenibilidad[1], personas, beneficio y planeta, y definen este término como la “integración equilibrada y sistémica del desempeño económico, social y ambiental intra e intergeneracional”.

El adjetivo “sostenible” puede concebirse en un sentido amplio, con referencias más bien relacionadas con la idea de “viabilidad”. Una situación, producto, servicio o proyecto puede considerarse viable, práctico, factible, adecuado, realista u operativo en función de una amplia gama de factores (plan económico, demanda, entorno regulatorio, etc.).

Sin embargo, la “sostenibilidad” introduce un enfoque a largo plazo y actualmente está ligada a la idea de que un producto o servicio es compatible con los límites de los ecosistemas. Por esta razón, surge una paradoja si este término se utiliza en términos comparativos (‘más sostenible’): esto implicaría que los límites de explotación de un sistema se pretenden respetar, pero aun así dicho producto o servicio dificultará (o contribuirá a dificultar) la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.

Sin embargo, la idea de sostenibilidad no se refiere meramente a aspectos medioambientales. La mayoría de las definiciones de sostenibilidad incluyen preocupaciones por la equidad social y el desarrollo económico.

Además del enfoque a largo plazo, la sostenibilidad debe considerarse tanto a escala local como global. Por ejemplo, la deforestación agresiva en los ecosistemas locales y las emisiones globales de CO2 son consideraciones de sostenibilidad que pueden considerarse en la misma evaluación ambiental. En un nivel intermedio, también es aconsejable una concepción biorregional del impacto ambiental, ya que los ecosistemas rara vez están limitados por las fronteras nacionales. Incorporar un enfoque sostenible implica considerar el impacto ambiental global directo e indirecto del uso de ciertas materias primas, lo que significa observar todo el ciclo de vida de un producto o servicio y los impactos en cada etapa. Un problema importante es que los impactos ambientales de ciertas prácticas diarias no pueden percibirse fácilmente a nivel individual.

En este sentido, y según la definición citada anteriormente, la sostenibilidad o desarrollo sostenible debe abordarse como un verdadero (triple) equilibrio, donde todos los elementos a considerar (economía, sociedad y medio ambiente) tengan su correspondiente valor.

Esto significa que los pilares “personas” y “planeta” no son un mero “complemento” para el pilar “beneficio”. Por razones obvias, la mayoría de las organizaciones tienden a priorizar la sostenibilidad económica, mientras que los factores sociales y ambientales permanecen sujetos a criterios estratégicos o de cumplimiento legal.

Sin embargo, las preocupaciones de sostenibilidad en un sentido ‘global’ se están incorporando cada vez más, no solo a la visión, misión y valores de las organizaciones, sino también a las prácticas operativas. Sin embargo, es difícil lograr consensos en el uso del adjetivo ‘sostenible’ (y sus derivados), de tal forma pueden tener lugar malentendidos o situaciones de desinformación. Al no estar regulado el uso de dicho calificativo, la idea de ‘sostenibilidad’ es una constante en las estrategias de comunicación destinadas a resaltar el impacto positivo de productos y servicios. Sin embargo, no todos los esfuerzos por alcanzar el equilibrio entre los tres pilares son equiparables, de tal forma que es común el abuso de dicho concepto.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, proporciona un plan compartido para la paz y la prosperidad de las personas y el planeta, ahora y en el futuro. En su núcleo están los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son una llamada urgente a la acción de todos los países, desarrollados y en desarrollo, a través de la cooperación global. Reconocen que poner fin a la pobreza y otras privaciones debe ir de la mano de estrategias que mejoren la salud y la educación, reduzcan la desigualdad y estimulen el crecimiento económico, todo mientras se aborda el cambio climático y se trabaja para preservar ecosistemas marinos y terrestres. Cada uno de los ODS tiene una lista de metas (de 5 a 20 dependiendo de cada caso) que se miden con un total de 232 indicadores.

Más concretamente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible son:

  • Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo
  • Objetivo 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible
  • Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades
  • Objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos
  • Objetivo 5: Lograr la igualdad entre los géneros.
  • Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos
  • Objetivo 7: Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos
  • Objetivo 8: Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos
  • Objetivo 9: Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación
  • Objetivo 10: Reducir la desigualdad en y entre los países
  • Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles
  • Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles
  • Objetivo 13: Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos
  • Objetivo 14: Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible
  • Objetivo 15: Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica
  • Objetivo 16: Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles
  • Objetivo 17: Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible

La Agenda 2030 se ha posicionado como una referencia clave para la definición de estrategias y marcos de desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Corporativa.

Economía Circular

A pesar de que son dos paradigmas diferenciables, algunas similitudes entre la sostenibilidad y la Economía Circular han sido señaladas por M. Geissdoerfer et al. (2017):

  1. Compromisos intra e intergeneracionales
  2. Más agencia para las múltiples y coexistentes vías de desarrollo
  3. Modelos globales
  4. Integración de los aspectos no económicos en el desarrollo
  5. Cambio/diseño e innovación del sistema en el núcleo
  6. Campo de investigación multi/interdisciplinario
  7. Necesidad de cooperación de las diferentes partes interesadas
  8. Regulación e incentivos como herramientas básicas de implementación
  9. Papel central de la empresa privada, debido a los recursos y capacidades
  10. La innovación del modelo de negocio como clave para la transformación de la industria
  11. Las soluciones tecnológicas son importantes, pero a menudo plantean problemas de implementación

Debido a su énfasis en el cierre de los bucles de producción, la economía circular puede vincularse fácilmente a la optimización de la gestión de las materias primas, evitando el uso de plástico, la prevención de emisiones de CO2, mejores políticas de gestión de residuos, la gestión sostenible del suelo y la silvicultura, el uso de alternativas biodegradables y respetuosas con el medio ambiente, etc. De esta manera, al promover una economía circular, se abordan de manera más obvia y directa ciertos objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre ellos:

  1. Agua limpia y saneamiento (6)
  2. Energía asequible y limpia (7)
  3. Industria, Innovación e Infraestructura (9)
  4. Ciudades y comunidades sostenibles (11)
  5. Consumo y Producción Responsables (12)
  6. Acción por el clima (13)
  7. Vida bajo el agua (14)
  8. La vida en tierra (15)

investigación e innovación responsable, (Responsible Research and Innovation, RRI)

La idea de incorporar el valor de la “responsabilidad” (en un sentido moral más que en un sentido legal) a una amplia gama de aspectos se ha extendido al ámbito de la Ciencia aplicada. RRI e “Innovación Responsable” van más allá de los límites básicos proporcionados por la ética de la investigación. Según Kormelink et al. (2020, p. 13), “La innovación responsable es una actividad o proceso que puede dar lugar a un diseño y funcionalidad previamente desconocidos, ya sea pertenecientes al mundo físico (por ejemplo, diseño de edificios e infraestructura), el mundo conceptual (por ejemplo, marcos conceptuales, matemáticas, lógica, teoría, software), el mundo institucional (instituciones sociales y legales, procedimientos y organización) o combinaciones de estos,  y que, cuando se implementen, amplíen el conjunto de opciones factibles relevantes con respecto a la solución de un conjunto de problemas morales”.

René von Schomberg (2013) define la RRI como “un proceso transparente e interactivo mediante el cual los actores sociales y los innovadores se responden mutuamente entre sí con miras a la aceptabilidad (ética), la sostenibilidad y la conveniencia social del proceso de innovación y sus productos comercializables (para permitir una integración adecuada de los avances científicos y tecnológicos en nuestra sociedad)”.

La investigación y la innovación abordan problemas y necesidades comunes, pero también desafíos globales y las llamadas “megatendencias”: el cambio climático (emisiones de gases de efecto invernadero, aceleración de eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas…), la escasez de recursos (materias primas críticas, fuentes de energía, crisis del agua …), un poder económico cambiante (economías emergentes, consecuencias geopolíticas, preferencias cambiantes de los consumidores …), el avance tecnológico (cambios tecnológicos exponenciales,  digitalización, automatización y robotización…), cambios demográficos y sociales (crecimiento de la población, envejecimiento de la población, desigualdad de ingresos…), y la rápida urbanización (auge de las megaciudades, riesgo de pandemias, comportamiento de consumo…). Si bien la I+D+i se ocupará de tales desafíos, también debe prevenir las nuevas consecuencias y problemas no deseados. Por esta razón, la I+D+i debe ser ambientalmente sostenible, pero también estar alineada con las necesidades, valores y expectativas de la ciudadanía.

Bernstein et al. (2018) proponen un conjunto de dimensiones para orientar la responsabilidad en Investigación e Innovación:

  1. Igualdad de género
  2. Participación pública
  3. Educación científica y alfabetización científica
  4. Acceso abierto y ciencia abierta
  5. Ética
  6. Gobernanza

En general, la RRI requiere que los profesionales tengan en cuenta un conjunto de valores relacionados con la diversidad y la inclusión, la anticipación y la reflexión, la capacidad de respuesta y el cambio adaptativo, la apertura y la transparencia, la sostenibilidad ambiental y la sostenibilidad social. Para poder mejorar la responsabilidad en las actividades de investigación e innovación, un conjunto de preguntas puede ayudar a estructurar la reflexión:

  1. ¿Qué?  – ¿Qué valores queremos reflejar en nuestra innovación?
  2. ¿Por qué?  – Definición de metas y objetivos a corto y medio plazo.
  3. ¿Quién?  – ¿Qué partes interesadas son las más relevantes y deben ser consultadas y se les pedirá retroalimentación?
  4. ¿Cómo?  – ¿Qué estrategias, procesos y metodologías son necesarias para definir, incorporar y monitorear la forma en que se reflejan esos valores?
  5. ¿Cuándo?  – ¿Cómo se pueden garantizar que este enfoque esté integrado en todas las etapas del proceso de I+D+i?

BIBLIOGRAFÍA

Baym, N. K. (2015). Personal connections in the digital age. Malden, MA.: Polity.

Bernstein, M. J., Brandstätter, T., Griessler, E., Cohen, J., Loeber, A., Seebacher, L. M., Marschalek, I., & Unterfrauner, E. (2018). Diagnosis: RRI in Excellent Science (Project Deliverable New Horrizon D2.1; New Horrizon Project). https://newhorrizon.eu/wp-content/uploads/2019/02/D-2.1-Diagnosis-in-Excellence-Science.pdf

Elkington, J. (1997). Cannibals with forks: The triple bottom line of 21st century business. Capstone Pub.

European Commission. (2010). Europe 2020: A strategy for smart, sustainable and inclusive growth. European Commission.

García-Navarro, J. ¿Sostenibilidad? …o simplemente sensatez. (Editorial). INFORMES de la construcción. Vol. 62, núm. 517, 4, enero-marzo 2010. https://doi.org/10.3989/ic.2010.v62.i517

Geissdoerfer, M., Savaget, P., Bocken, N. M. P., & Hultink, E. J. (2017). The Circular Economy – A new sustainability paradigm? Journal of Cleaner Production143, 757–768. https://doi.org/10.1016/j.jclepro.2016.12.048

Keeble, B. R. (1988). The Brundtland report: ‘Our common future’. Medicine and War4(1), 17–25. https://doi.org/10.1080/07488008808408783

Kormelink, J. G., Kaliarnta, S., & Srivatsa, N. (2020). Responsible innovation. In TU Delft OPEN Textbooks. https://textbooks.open.tudelft.nl/index.php/textbooks/catalog/book/11

Nissenbaum, H. (2005). Values in Technical design. En C. Mitcham, Encyclopedia of Science Technology and Ethics (págs. LXVI-LXX). Detroit: Macmillan Reference.

Potting, J., Hekkert, M., Worrell, E., & Hanemaaijer, A. (2017). CIRCULAR ECONOMY: MEASURING INNOVATION IN THE PRODUCT CHAIN. 46.

Schomberg, R. von. (2013). A Vision of Responsible Research and Innovation. In R. Owen, M. Heintz, & J. Bessaint (Eds.), Responsible Innovation (pp. 51–74). John Wiley & Sons, Ltd.

Van Buren, N., Demmers, M., Van der Heijden, R., & Witlox, F. (2016). Towards a Circular Economy: The Role of Dutch Logistics Industries and Governments. Sustainability8(7), 647. https://doi.org/10.3390/su8070647

Williams, R., & Edge, D. (1996). The Social Shaping of Technology. Research Policy(25), 865-899.


[1] Las 3 ‘pes’ hacen referencia en inglés a ‘people’, ‘profit’ y ‘planet’.

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