Si tuviéramos que personificar el concepto de ‘mujer e ingeniera’ sin duda una persona que lo ejemplificara como profesional y mujer fuerte y decidida sería Sara Gómez. Mujer inquieta y valiente, ‘charquera’ como se autodefine por meterse en todos los charcos posibles. Es profesora, ha sido Subdirectora de Estudiantes e Infraestructuras, Gerente de la Real Academia de Ingeniería, la primera mujer Directora de nuestra Escuela y Vicerrectora de la UPM. Además, siendo directora salió la titulación de Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto, hecho que la enorgullece enormemente.
En un mundo necesitado de ingenieros e ingenieras ella es una mujer activista que aboga por la igualdad profesional de hombres y mujeres, sin decantar la balanza en ningún sentido.
Actualmente está al frente de “Mujer e Ingeniería”, proyecto que desarrolló desde cero en octubre de 2016. En un año, el proyecto ha crecido de 60 ingenieras noveles, iniciales, a 120 mujeres mentorizadas.
¿Por qué decidió estudiar Ingeniería?
Creo que hubo dos componentes en mi decisión: la primera, porque me gusta mucho, es vocacional. Era muy enredona, me gustaba construir, me gustaba hacer cosas.
Por otro lado, creo que también tuve una componente de rebeldía; bastaba que no creyeran que pudiera hacerlo o que no fuera común que una chica estudiara esto para que fuera a por ello.
Soy ingeniera mecánica, posteriormente hice Ingeniería de materiales y me doctoré en Ingeniería.
A mí la Ingeniería me ha aportado muchísimas cosas; solucionar problemas es una de ellas. Es una sensación muy gratificante la de solucionar problemas a la gente. Los ingenieros tenemos una componente social muy importante que no debemos olvidar y que ponemos poco en valor.
¿Qué le ha movido a la hora de realizar distintas tareas en su carrera profesional?
Me autodefino como ‘charquera’, me gusta meterme en los charcos. Siempre me ha movido esa intención de hacer cosas. Creo que a los ingenieros nos gusta “hacer” y encontrar el “por qué” de lo que hacemos.
Al poco tiempo de llegar a la escuela como profesora, el director en aquel momento, Rafael López, me lleva de subdirectora. Durante esos cuatro años de subdirectora en esta casa descubro el gusto por la gestión universitaria y creo que ahí puedo aportar. Al cabo de los años me presento a Directora de la Escuela, salgo elegida y desarrollo el cargo durante casi cuatro años. No acabo la legislatura porque en ese momento el rector tiene a bien llevarme a su equipo rectoral como vicerrectora.
No sólo he dado clase de Ingeniería, también he hecho Ingeniería; he llevado a cabo proyectos porque me gusta mucho, soy una vocacional de la Ingeniería.
¿Cómo surgió “Mujer e Ingeniería”?
“Mujer e Ingeniería” nace como tal del presidente de la Real Academia de Ingeniería de España, Elías Fereres. En mi etapa de Vicerrectora en esta Universidad llevaba a cabo un proyecto llamado “Fomento a las vocaciones tecnológicas”. El objetivo era promover que más chicos y chicas se interesasen por la Ingeniería ya que nos estamos quedando sin ingenieros en España y en el mundo, y esto es un problema bastante grave, tanto que hay países que tienen políticas para fomentar estas vocaciones. Cuando acaba mi etapa de Vicerrectora me llama el Presidente de la Real Academia de Ingeniería y me dice que tiene en mente hacer un proyecto que ponga el foco, no sólo en la Ingeniería, sino también en el papel de la mujer en la Ingeniería porque hay pocas ingenieras en España y en el mundo, y es necesario dar a las niñas a conocer lo que la Ingeniería puede aportarles en el desarrollo de su vida profesional, además de, por otro lado, acompañar a las estudiantes y profesionales para que lleguen a puestos de poder, consejos de administración y comités de dirección, es decir, conseguir que la mujer también esté en los órganos de decisión. Creo que es una pérdida de talento absurda. ¿Por qué no podemos estar ahí? Claro que sí.
¿Se considera feminista?
Si “feminismo” se entiende como “igualdad de oportunidades”, entonces sí soy feminista. No me considero activista política ni me gusta la radicalidad. No creo que las mujeres tengamos que tener más oportunidades que los hombres, sólo las mismas. En esto sí que soy radical; las mismas son las mismas, desde que naces hasta el final. Me dicen que soy un poco contrasentido porque defiendo un proyecto de “Mujer e Ingeniería” pero no estoy a favor de la discriminación positiva y yo les digo “¡Claro! Porque no tenemos las mismas oportunidades”. En el momento que haya igualdad este proyecto morirá, ya no tendrá sentido. No creo que tenga que haber una cuota femenina porque eso, creo, tiene un efecto boomerang; esas cuotas que no valoran la capacidad sino sólo el ser mujer se vuelven en nuestra contra.
Cuando una mujer lidera a menudo se la acusa de marimandona o amargada pero a mí, personalmente, me gusta tomar decisiones, no mandar “per se”. No es fácil tomar decisiones, tienes que asumir mucha responsabilidad al hacerlo.
Por otro lado se estigmatiza a las mujeres con que puedan quedarse embarazadas, pero es que esto no es ninguna enfermedad, pasados unos días después del parto nos recuperamos y el cuidado de los hijos pasa a ser cosa de dos porque ellos tienen tanta “culpa” como nosotras. Además no nos volvemos locas al ser madres.
¿Cómo cree que ha cambiado el papel de las ingenieras desde que usted empezó?
Desde el punto de vista profesional, creo, ha cambiado bastante; en mi generación y alguna posterior fuimos muy rompedoras en ese sentido; nos incorporábamos a las empresas y estábamos solas en los comités y en departamentos técnicos o tecnológicos. Creo que la mujer está, en muchos sentidos, plenamente integrada en la sociedad desde todos puntos de vista pero sí que es verdad que seguimos sin estar en los órganos que toman las decisiones y últimamente me preocupa que, en los estudios que estamos haciendo en “Mujer e Ingeniería”, se muestra que estamos sufriendo algún tipo de involución, es decir, que las chicas jovencitas se hacen pequeñas frente a los chicos; hay algunos indicadores ahí que resultan preocupantes. Creo que estamos avanzando pero tenemos que ser firmes en este avance porque hay alguien al que no le interesa que alcancemos una velocidad de crucero. Dentro del proyecto “Mujer e Ingeniería” tenemos una comunidad llamada “Comunidad Mujer e Ingeniería” donde hay como unas 200 mujeres, estudiantes de Ingeniería que están aún estudiando o acaban de terminar e ingenieras sénior, y viendo los puntos de vista de las distintas generaciones, me dicen que tampoco lo tienen tan fácil y que, algunas, se encuentran en un entorno bastante hostil. Por todo ello creo que la situación ha evolucionado a mejor, pero no lo suficiente y tiene todo el sentido hacer un proyecto “Mujer e Ingeniería” para tratar con total naturalidad la integración de la mujer en el mundo de la Ingeniería.
¿Qué consejo le daría a las jóvenes ingenieras?
Lo primero que les daría sería la enhorabuena por elegir esto. Creo que, si realmente lo están haciendo por vocación, tienen unas posibilidades impresionantes desde el punto de vista profesional porque en el futuro se van a generar muchos puestos de trabajo en este sector; pero también les digo que tienen que seguir en la brecha, luchar y no venirse abajo, buscar apoyos, si los necesitan, y no dejar que nadie se atreva a decirlas que son peores. ¡Comeros el mundo! Creo sinceramente que la cuarta revolución industrial es digital y femenina; somos las máximas consumidoras de tecnología, el 80% del consumo está en manos de mujeres.
Ahora tenéis más posibilidades, aprovechadlas por favor.
¿Cree que la sociedad tiene que hacer algo?
La sociedad tiene que seguir cambiando; venimos de una cultura machista que sin duda ha mejorado pero aún queda mucho. Este cambio lo tenemos que promover nosotras, ser valientes y atrevidas y no hacernos pequeñitas; renunciar a la seguridad que nos da tenerlo todo controlado y lanzarnos sin red de vez en cuando; perder el miedo al fracaso, ser buenas y no perfectas y que la sociedad nos exija lo mismo que a un hombre.
El cambio también tenemos que trasladarlo a las familias, combatir la presión del entorno con un poco de rebeldía. Por ejemplo, el hecho de que más mujeres diseñen juguetes hará que estos no sean machistas.
Tenemos que buscar la complementariedad, no la competición de hombres contra mujeres. Creo en la diversidad y poco a poco las empresas también pues se están dando cuenta que los equipos diversos aumentan la cuenta de resultados. Ya hay hombres queriendo entrar en “Mujer e Ingeniería” y colaborar como mentores. La competitividad es buena para mejorar, pero esa competitividad tiene que ser con uno mismo, no con el de al lado.
Muchas gracias, Sara.
Redacción: Sonia García Montañés
Fotografía y edición de vídeo: Paula Álamo Tamayo