Berenguela Monforte Sáenz. Octubre 2020
Hoy, día 10 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Viviendo desde hace meses de la mano de la pandemia del Covid-19, sin duda, es una gran oportunidad para dar al bienestar emocional el lugar que se merece.
La presencia de un virus cargado de muchos aspectos todavía desconocidos, la experiencia de vivir confinado/as, la llegada del teletrabajo desarrollado en muchas ocasiones con múltiples dificultades, la incorporación forzosa de la educación a distancia, la limitación de los encuentros sociales, la restricción de los movimientos, la pérdida de puestos de trabajo, la gestión de la pérdida de seres queridos sin posibilidad de despedida, las economías tambaleantes y un futuro incierto… con todo esto, y mucho más, tenemos que lidiar en estos momentos.
Os invito a aprovechar esta situación adversa para aprender a aprender, a avanzar, a crecer, a sacar la mejor versión de nosotro/as mismo/as y a cuidar de nuestra salud mental.
Creo y siento, después de 17 años trabajando en la Universidad, que todas las acciones educativas actuales buscan alcanzar una formación integral de sus estudiantes. La universidad del S.XXI trabaja para lograr el desarrollo de todas y cada una de las dimensiones del ser humano. Para la construcción de un futuro prometedor, las nuevas generaciones deben adquirir nuevos conocimientos, competencias incluso ideales que le ayuden para su vida tanto personal como profesional. Nuestro/as alumno/as universitario/as no son únicamente futuros profesionales sino lo/as ciudadano/as que, esperamos que – con responsabilidad, compromiso, creatividad, reflexión y emoción – participen constructivamente en la sociedad.
¿Y cómo puede contribuir la salud mental en este reto? Como ingeniero/as, la formación técnica recibida habrá sido exquisita, las competencias transversales se habrán adquirido dentro y fuera de las universidades, pero el cuidado de nuestro bienestar emocional mucho me temo que se habrá quedado en la lista de “tareas pendientes”. Vivimos en la era de las prisas, lo urgente, la inmediatez, la acción, pero no en la de la parada y reflexión. Cuidarnos, en lo físico y en lo mental, necesita de un tiempo pausado y de paciencia para obtener los frutos.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Tratemos de conocer cuáles podrían ser las características de una persona sana psicológicamente: dispone de una buena capacidad introspectiva, conoce sus capacidades y/o habilidades sin subestimarlas ni sobrevalorarlas, comprende y acepta sus limitaciones, se fija metas realistas, identifica sus valores principales y se guía por ellos, establece con claridad sus prioridades, posee una buena autoestima, se siente satisfecha consigo misma, tiene seguridad en gran parte de las decisiones que toma, es capaz de sentir, experimentar, autorregularse y expresar adecuadamente sus emociones, es empática, establece relaciones sociales satisfactorias, mantiene vínculos sólidos con los demás, se respeta a sí misma y respeta a los demás, es asertiva (expresa sus opiniones, emociones, necesidades y deseos de forma clara y oportuna), acepta las críticas de los demás, sabe desconectar y disfrutar, tiene una actitud tolerante, sabe automotivarse, aprende de los errores, es una optimista inteligente, se ríe de sí misma, posee una buena tolerancia a la frustración, trabaja a diario su paciencia y capacidad para postergar la gratificación, tiene un locus de control interno ( entendido como la percepción de que es capaz de controlar su vida), es flexible y vive con facilidad la adaptación a una situación nueva, es capaz de satisfacer las exigencias que la vida le presenta, equilibra su vida personal, familiar, social y profesional, está conectada con el aquí y ahora, vive en la coherencia, siente placer y valora las cosas simples y cotidianas de la vida, es resiliente,…
¿Quién no querría cumplir varias de estas cualidades y/o tener a un/a compañero/a de clase o de trabajo o un/a jefe/a así? Me atrevería a decir que muy pocas personas podrían reconocerse en la totalidad de estas características. La lista ha sido larga, incluso quizás abrumadora, pero este es el desafío y/u oportunidad: permítete soñarlo, diseña tu plan de acción y te acercarás a esta descripción de una persona emocionalmente sana. Como persona, como estudiante, como profesional, como gestor/a de personas, como directivo/a de una empresa puedes apostar por incorporar el criterio de qué es más saludable en tu toma de decisiones.
La salud mental nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida. Cuidémosla y así desarrollaremos nuestro máximo potencial. En estos momentos, más que nunca, vale la pena detenernos a pensar: invirtamos nuestro tiempo y energía en transformarnos en buenos gestores emocionales. La salud mental es nuestra mayor inmunidad ante las adversidades y permítete “ingeniar” tu y nuestro mundo mejor.
Nota Bibliográfica y profesional de la autora. -Berenguela Monforte Sáenz. Su trayectoria profesional se ha desarrollado sobre todo en tres ámbitos: en la consulta privada, en la Universidad como creadora y directora de la Unidad de Psicoterapia y Formación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, e impartiendo formación como por ejemplo en el Máster de Terapia de Familia de ITAD.-