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Autoliderazgo: El cambio que estabas esperando

Autor: Luis I. Ballesteros Sánchez

Si te estás planteando un crecimiento a nivel personal o profesional es posible que te hayas preguntado cómo iniciar tu viaje. Este viaje se desarrolla a través del autoliderazgo, entendido como la habilidad de definir unas metas que te ilusionen y encontrar el camino para materializarlas. 

La realidad es que cualquier cambio exterior que busques viene precedido por un cambio interior: si tú cambias, todo cambia. Así es como enfocamos los talleres desde el Centro de Liderazgo y Tecnología de la UPM, empezando por uno mismo podrás después desarrollar esas habilidades de liderazgo que tanto ayudan a gestionar equipos y proyectos de manera efectiva. 

Las cosas se crean dos veces, primero en tu interior, y luego en el mundo exterior, siempre una viene precedida de la otra. Por eso la imaginación y la creatividad pueden ser aquí los mejores aliados. Estas cualidades son características de los seres humanos y nos pueden ser realmente útiles y necesarias. 

Ahora bien, ¿Por dónde empezar?

El primer paso para iniciar tu viaje de expansión y crecimiento personal es (1) tomar la decisión verdadera de iniciar el viaje. Es necesario que en lo más profundo de tu ser decidas realmente que quieres hacer algo, de lo contrario, puedes pasarte años en un estado de parálisis e indecisión que puede ser devastador. La decisión debe ser verdadera y comprometida, contigo mismo y con aquello que desees alcanzar.

La mayoría de la gente no supera este primer paso. La razón es que emocionalmente nos cuesta más cambiar que quedarnos como estamos, ¿por qué? porque no hemos llegado a superar lo que se denomina “umbral del dolor”. En este estado tememos perder lo que ya tenemos y nos supone mayor dolor cambiar que permanecer, aunque no nos guste nuestra situación actual. El problema llega cuando esta situación se hace insostenible y con el paso del tiempo nos encontramos guiados por la corriente de un río que nos lleva a un abismo.

Si ya has tomado la decisión comprometida de iniciar tu viaje, de hacer algo por cambiar, entonces el siguiente paso resulta fundamental: (2) elegir cuál es tu destino, dónde deseas ir, qué deseas conseguir, tus objetivos. Resulta para ello esencial que te conozcas bien a ti mismo, quién eres realmente y que es lo que te mueve y motiva en la vida. Quizá sea la familia, el dinero, las relaciones, el bienestar, tu vocación, la tranquilidad, la autoestima, la libertad…. Depende de tus propios valores personales.

Recuerda que la verdadera fuente de inspiración viene de tu propio interior, busca qué te hará sentir bien desde tu propia esencia, desde tu propia identidad y conectando con tus emociones. Puedes explorar qué sentirás, qué verás y qué escucharás cuando hayas conseguido tus objetivos, entrenando a tu mente y creando las conexiones necesarias para hacer realidad tú cambio, como si ya lo hubieras conseguido. Será de gran ayuda ser específico en eso que deseas y establecer una intención de cuándo lo alcanzarás, aumentando así las probabilidades de éxito. Es importante que seas flexible, que encuentres un “para qué” de tu cambio y que te permitas llegar a alcanzar eso que quieres de varias maneras posibles.

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Entonces, comienza tu viaje del autoliderazgo. Como en cualquier viaje, (3) necesitarás la energía y los recursos necesarios para moverte. Tendrás que mantenerte firme y motivado para esforzarte y continuar, para llevar a cabo los cambios y acciones que sean necesarios. La motivación humana se fundamenta en huir del dolor y acercarse al placer. Debes ser consciente del dolor asociado a no continuar tu viaje, cómo esto puede repercutir y afectarte en el presente y en el futuro en todos los aspectos de tu vida, ¿qué precio estás pagando por permanecer inmóvil?, y, además ser capaz de prever el gran placer asociado a llegar a tu destino. Esto te servirá de “palanca” para mantenerte motivado.

Llegados a este hito, es muy posible que necesites (4) superar ciertos patrones antiguos o limitaciones y obstáculos que se presenten. En esta fase necesitas revisar los mecanismos de tu vehículo, para ver si todo funciona como es debido y trazar rutas alternativas si el camino se pone demasiado complicado. Una fase que resulta crítica, en la que es necesario reconsiderar tus propias formas de pensamiento, patrones emocionales y de comportamiento. Puedes “reconstruirte” en una versión mejorada de ti mismo, aceptando que es posible que hayas cosas en las que siempre hayas creído y que te debas replantear.

Quizá, por tus propias experiencias, la educación que has recibido, la influencia de tus referentes más cercanos o factores sociales y culturales, hayas asumido unas verdades o “creencias” sobre ti mismo, sobre el mundo de que rodea o sobre los demás que no te estén ayudando a recorrer tu camino. Si sigues haciendo lo mismo de siempre, obtendrás los mismos resultados de siempre.  Puedes utilizar otras referencias de personas que hayan conseguido ser o alcanzar aquello que anhelas, para comprender cuáles son formas exitosas de pensamiento, sentimiento y acción. Aprovecha el conocimiento y la experiencia de los demás, no hace falta que reinventes la rueda.

Durante el viaje, recuerda cargas las pilas cuando sea necesario. (5) Permítete las recompensas, premios y refuerzos positivos que te puedan ayudar. Y sobre todo ¡Disfruta del viaje! Al fin y al cabo, viajar puede ser divertido en sí mismo.

(6) Cuando llegues al destino disfrutarás de nuevas sensaciones, y si de verdad te gusta allá donde te encuentres, quizá decidas no volver nunca más, o quizá decidas emprender otro viaje a cualquier otro lugar.

Al fin y al cabo, lo más importante, es que habrás aprendido a viajar por ti mismo… esa es la esencia del Autoliderazgo, cualidad que precede a cualquier líder que desea motivar, inspirar y acompañar a otros para alcanzar sus objetivos. 

EL CUIDADO DE NUESTRO BIENESTAR EMOCIONAL: UNA NECESIDAD PARA SER UN/A INGENIERO/A DEL FUTURO

Berenguela Monforte Sáenz. Octubre 2020

Hoy, día 10 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Viviendo desde hace meses de la mano de la pandemia del Covid-19, sin duda, es una gran oportunidad para dar al bienestar emocional el lugar que se merece.

La presencia de un virus cargado de muchos aspectos todavía desconocidos, la experiencia de vivir confinado/as, la llegada del teletrabajo desarrollado en muchas ocasiones con múltiples dificultades, la incorporación forzosa de la educación a distancia, la limitación de los encuentros sociales, la restricción de los movimientos, la pérdida de puestos de trabajo, la gestión de la pérdida de seres queridos sin posibilidad de despedida, las economías tambaleantes y un futuro incierto… con todo esto, y mucho más, tenemos que lidiar en estos momentos.

Os invito a aprovechar esta situación adversa para aprender a aprender, a avanzar, a crecer, a sacar la mejor versión de nosotro/as mismo/as y a cuidar de nuestra salud mental.

Creo y siento, después de 17 años trabajando en la Universidad, que todas las acciones educativas actuales buscan alcanzar una formación integral de sus estudiantes. La universidad del S.XXI trabaja para lograr el desarrollo de todas y cada una de las dimensiones del ser humano. Para la construcción de un futuro prometedor, las nuevas generaciones deben adquirir nuevos conocimientos, competencias incluso ideales que le ayuden para  su  vida tanto personal como  profesional. Nuestro/as alumno/as universitario/as no son únicamente futuros profesionales sino lo/as ciudadano/as que, esperamos que – con responsabilidad, compromiso, creatividad, reflexión y emoción – participen constructivamente en la sociedad.

¿Y cómo puede contribuir la salud mental en este reto? Como ingeniero/as, la formación técnica recibida habrá sido exquisita, las competencias transversales  se habrán adquirido dentro y fuera de las universidades, pero el cuidado de nuestro bienestar emocional mucho me temo que se habrá quedado en la lista de “tareas pendientes”. Vivimos en la era de las prisas, lo urgente, la inmediatez, la acción, pero no en la de la parada y reflexión. Cuidarnos, en lo físico y en lo mental, necesita de un tiempo pausado y de paciencia para obtener los frutos.

La  Organización  Mundial  de  la  Salud  define  la  salud  mental  como  “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Tratemos de conocer cuáles podrían ser las características de una persona sana psicológicamente: dispone de una buena capacidad introspectiva, conoce sus capacidades y/o habilidades sin subestimarlas ni sobrevalorarlas, comprende y acepta sus limitaciones, se fija metas realistas, identifica sus valores principales y se guía por ellos, establece con claridad sus prioridades, posee una buena autoestima, se siente satisfecha consigo misma, tiene seguridad en gran parte de las decisiones que toma, es capaz de sentir, experimentar, autorregularse y expresar adecuadamente sus emociones, es empática, establece relaciones sociales satisfactorias, mantiene vínculos sólidos con los demás, se respeta a sí misma y respeta a los demás, es asertiva (expresa sus opiniones, emociones, necesidades y deseos de forma clara y oportuna), acepta las críticas de los demás, sabe desconectar y disfrutar, tiene una actitud tolerante, sabe automotivarse, aprende de los errores, es una optimista inteligente, se ríe de sí misma, posee una buena tolerancia a la frustración, trabaja a diario su paciencia y capacidad para postergar la gratificación, tiene un locus de control interno ( entendido como la percepción de que es capaz de controlar su vida), es flexible y vive con facilidad la adaptación a una situación nueva, es capaz de satisfacer las exigencias que la vida le presenta, equilibra su vida personal, familiar, social y profesional, está conectada con el aquí y ahora, vive en la coherencia, siente placer y valora las cosas simples y cotidianas de la vida, es resiliente,…

¿Quién no querría cumplir varias de estas cualidades y/o tener a un/a compañero/a de clase o de trabajo o un/a jefe/a así? Me atrevería a decir que muy pocas personas podrían reconocerse en la totalidad de estas características. La lista ha sido larga, incluso quizás abrumadora, pero este es el desafío y/u oportunidad: permítete soñarlo, diseña tu plan de acción y te acercarás a esta descripción de una persona emocionalmente sana. Como persona, como estudiante, como profesional, como gestor/a de personas, como directivo/a de una empresa puedes apostar por incorporar el criterio de qué es más saludable en tu toma de decisiones.

La salud mental nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida. Cuidémosla y así desarrollaremos nuestro máximo potencial. En estos momentos, más que nunca, vale la pena detenernos a pensar: invirtamos nuestro tiempo y energía en transformarnos en buenos gestores emocionales. La salud mental es nuestra mayor inmunidad ante las adversidades y permítete “ingeniar” tu y nuestro mundo mejor.

Nota Bibliográfica y profesional de la autora.
-Berenguela Monforte Sáenz. Su trayectoria profesional se ha desarrollado sobre todo en tres ámbitos: en la consulta privada, en la Universidad como creadora y directora de la  Unidad de Psicoterapia y Formación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, e impartiendo formación como por ejemplo en el Máster de Terapia de Familia de ITAD.-