Rendijas, alcantarillas, fracturas en el asfalto o juntas del pavimento. Estos son algunos de los lugares más propicios para la aparición de las conocidas popularmente como malas hierbas, concepto heredado de la agricultura, aunque el término más certero es el de plantas ruderales. A pesar de su fama, son buenas hierbas que, con la llegada de la primavera, nacen en los entornos urbanos más insospechados. Y Madrid es un gran escenario.
Juan Manuel Rubiales, profesor de Botánica de la ETSI de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid, cuenta a El Confidencial que “la terminología botánica de ruderal proviene del término latino ‘ruderis’, que significa escombro y que ejemplifica muy bien los lugares donde aparecen estos vegetales”. El éxito de este tipo de plantas “está en la facilidad que tienen para vivir en ambientes muy modificados por la acción del hombre. Por eso las encontramos en márgenes de carreteras y caminos, en campos de cultivo abandonados, en descampados, en escombreras…”.