Obsolescencia Programada

La obsolescencia programada es la capacidad de establecer la vida útil de un producto antes de que sea fabricado, de manera que, transcurrido un determinado periodo de vida, el producto deje de funcionar sin posibilidad de reparación. Normalmente esto sucede al superar el periodo de garantía, de forma que se dificulten las reclamaciones legales. La lógica que subyace tras la obsolescencia es evitar la creación de productos de calidad, diseñados para maximizar su funcionamiento útil durante el mayor tiempo posible. El objetivo sería aumentar la tasa de sustitución y por tanto de lucro para los fabricantes, al favorecer el aumento de la velocidad en la compraventa de bienes, obviando las necesidades de los consumidores y los impactos socioambientales de estas prácticas.

Existen tres tipos de obsolescencia programada:

  • Obsolescencia de calidad/programada: Un producto se vuelve obsoleto por un mal funcionamiento que ha sido programado en su fase de diseño. Normalmente no hay posibilidad de reparación o la reparación es tan costosa que no merece la pena.
  • Obsolescencia de función/tecnológica: Un producto sustituye a otro por su funcionalidad superior: siempre hay un nuevo modelo que deja en evidencia las limitaciones del anterior.
  • Obsolescencia de deseo/cultural: El producto, incluso siendo completamente funcional y no existiendo un sustituto mejor, deja de ser apreciado por razones de moda o estilo, y se le asignan factores que disminuyen el interés por su compra, o bien animan a su sustitución.

La obsolescencia tiene unas consecuencias socioambientales muy negativas, pues además de asentarse sobre lógica del derroche de recursos limitados y de energía, es una de las principales fuentes de generación de residuos. Aunque la obsolescencia en moda también es muy nociva, los principales impactos se asocian con los electrodomésticos y especialmente con la basura tecnológica.

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