En el mundo de la gestión portuaria y el comercio marítimo es fundamental comprender los eventos históricos que marcaron el desarrollo de las grandes infraestructuras globales. Uno de estos episodios, a menudo olvidado, es la expedición que en 1886 organizó el Marqués de Campo para visitar las obras del Canal de Panamá.

Ferdinand de Lesseps, tras su éxito con el Canal de Suez, lideraba la ambiciosa construcción del Canal de Panamá. Con el objetivo de demostrar el avance de las obras invitó a diversas delegaciones internacionales, aunque dejó fuera a España, el país que había concebido originalmente la idea de una ruta interoceánica. Ante este desaire, el Marqués de Campo, empresario y político español, decidió financiar una expedición española independiente para evaluar los trabajos y reivindicar la presencia de España en la obra.
El Marqués de Campo fue un visionario en el comercio y la navegación. Con una flota de 25 buques y un papel clave en la expansión ferroviaria y financiera de España. Su expedición al istmo, compuesta por ingenieros, científicos, militares y periodistas, viajó en el buque “Magallanes”, recorriendo las instalaciones y recopilando información clave sobre el progreso de las obras del canal.
La expedición española, además de realizar un estudio técnico de las obras, también evaluó las condiciones de los trabajadores y la infraestructura de apoyo, como hospitales y líneas ferroviarias. Observaron de primera mano las dificultades técnicas y climáticas que enfrentaban los ingenieros franceses, desde la densa vegetación y las enfermedades tropicales hasta la inestabilidad del terreno y las dificultades logísticas para el traslado de maquinaria pesada. El equipo español documentó estos desafíos en un informe detallado que posteriormente sería altamente valorado en Europa.

A pesar del optimismo inicial de la expedición respecto a la viabilidad de la obra, la falta de recursos financieros suficientes precipitó la quiebra del proyecto de Lesseps. El Marqués de Campo incluso ofreció financiar la terminación del canal con 400 millones de francos, con la condición de liderar la fase final de la construcción, pero su propuesta fue rechazada. Posteriormente, exploró la posibilidad de un canal por Nicaragua, aunque los acontecimientos políticos y económicos frustraron este sueño.
Esta historia refleja cómo la visión estratégica y el liderazgo empresarial pueden desempeñar un papel crucial en el desarrollo de infraestructuras globales. La influencia de iniciativas privadas y la importancia de la participación española en estos proyectos demuestran que la gestión portuaria es mucho más que la administración de instalaciones: es una combinación de política, economía e ingeniería con implicaciones geopolíticas de gran alcance.
El caso del Marqués de Campo y su expedición también ilustra la relevancia de la diplomacia económica en la gestión de grandes proyectos. A través de su participación, España intentó recuperar un papel activo en el comercio internacional y en la planificación de rutas estratégicas. Si bien el Canal de Panamá finalmente fue completado por Estados Unidos décadas después, el esfuerzo de esta expedición evidencia cómo las decisiones en infraestructura pueden definir el equilibrio de poder en el comercio marítimo global.