Cuando hablamos de un puerto comercial, nos viene a la cabeza la idea de una gran infraestructura costera que permite el transporte de pasajeros y mercancías, conectando así ciudades, generando un gran beneficio económico en ellas. En realidad, el comercio marítimo se puede definir como el motor de la economía mundial ya que La actividad del sistema portuario estatal aporta el 1,1% de PIB español, realizando el 60% de las exportaciones y el 85% de las importaciones del país. Es uno de los pilares básicos del comercio exterior y por tanto de la economía.
Aunque por otra parte, uno de los mayores impactos que genera la construcción y explotación de un puerto comercial es el efecto barrera al transporte de sedimentos, que provoca un cambio en la dinámica costera; y las afecciones a las praderas de Posidonia, un ecosistema endémico del Mediterráneo.
La construcción de un puerto afecta al medio perceptual alterando la calidad visual de la zona durante la construcción, incrementando la turbidez del agua y disminuyendo la calidad paisajística, pero supone un impacto temporal y reversible. Además de los elementos portuarios terrestres que modifican el paisaje y pueden reducir la visibilidad de la línea de costa, se reduce la lámina de agua y suprime la zona intermareal. En el caso de las costas del Cantábrico donde cambian de apariencia dos veces al día debido a la Marea Astronómica semidiurna, variando hasta 5,5 metros la lámina de agua, se eliminan los elementos del paisaje como las elevaciones, charcas, vegetación y los cambios en coloración y texturas.
Uno de los mayores problemas que se dan en el Mediterráneo con la construcción de un puerto son las afecciones a Posidonia, fanerógama marina. Se trata de un ecosistema sumergido de gran importancia ecológica que supone el hogar de más de 400 espacies de plantas marinas y de más de un millar de animales, así como zona de cría y protección de especies jóvenes de peces litorales debido a la altura de la planta. Las praderas de Posidonia son endémicas del Mediterráneo y no están presentes en ningún otro mar del mundo. Funciona como gran filtrador, colaborando en mantener el agua limpia y transparente, oxigenando el agua y atrapando partículas en suspensión. Por ello, son de gran importancia en el campo de la mitigación del cambio climático actuando como un sumidero de CO2. Por otro lado, las acumulaciones de arribazón de Posidonia en la orilla favorecen la protección de la línea de costa de la erosión y parte de este arribazón contiene restos de esqueletos de organismos calcáreos que pasan a la arena lo que hace que se vean playas más blancas y atractivas para el turismo.
Imagen 1.- Posidonia oceánica, Formentera.
Estas plantas se ven amenazadas por diversos factores y son sistemas catalogados como irrecuperables, se necesitan décadas para ver una tendencia de crecimiento. Se estima que más del 30% del área potencial de las praderas puede haberse perdido desde la década de los 60. Y más de un 65% de la pérdida de Posidonia se atribuye a obras costeras, pesca de arrastre y fondeos. En la actualidad está prohibido el cerco, las dragas y la pesca de arrastre sobre fondos marinos que alberguen fanerógamas marinas.
Otro de los grandes problemas es el cambio en la dinámica costera. La construcción de espigones y diques de abrigo para proteger los puertos pueden crear un efecto pantalla sobre las corrientes de deriva litoral. Esto da lugar a la descarga del material en suspensión al encontrarse con el obstáculo y produciendo un déficit de aporte de sedimento una vez que la corriente supera el obstáculo. Este proceso de sedimentación genera un avance en la línea de costa a un lado del puerto donde se va sedimentando el material y un retroceso generalizado de la línea de costa al otro donde va erosionando. Un ejemplo gráfico de este proceso es el Puerto de Burriana, donde se aprecia la variación en la línea de costa.
Imagen 2.- Imagen aérea del Puerto de Burriana, Comunidad de Valencia.
En la fase de construcción, los materiales movilizados por dragado son transportados por las corrientes variando la dinámica sedimentaria y afectando al estuario a largo plazo; y en su explotación al disminuir las velocidades del transporte de sedimentos, tiende a colmatarse y producirse sedimentación en el fondo a corto plazo. Este efecto se da con mayor intensidad en la bocana del puerto lo que conlleva una serie de dragados periódicos de mantenimiento que alteran el fondo marino. A su vez, conlleva la construcción de bordes costeros los cuales destruyen los cordones dunares que representan las reservas de arena de muchas playas, provocando una alteración en el balance sedimentario y en la dinámica costera.
En la zona portuaria, se modifican las características físicas y químicas del sustrato del medio bentónico, afectando a la fauna que depende de este. Además de los vertidos de materiales y contaminantes que generan turbidez en el medio pelágico e impiden la realización de la fotosíntesis a las comunidades de fitoplancton, base de la red trófica.
A la hora de proyectar una infraestructura portuaria, así como en el resto de actuaciones, se debe conocer el medio y sus elementos en profundidad, poniendo espacial atención en cómo va a afectar dicho proyecto en la dinámica costera. La costa siempre va a tender al equilibrio, y para ello efectuará de manera natural procesos de erosión y sedimentación, lo que además de poder generar alteraciones en la estructura de la costa, también lo puede hacer en las infraestructuras cercanas, cuyo mantenimiento supone además un gasto económico. En el caso del Mediterráneo, se debe tener una visión amplia del entorno, localizar donde se encuentran las praderas de Posidonia para poder preservar su ecosistema de gran importancia ecológica. Se consideran el pulmón del Mediterráneo, son hogar de gran variedad de especies marinas, son únicas y nos proporcionan unas playas más blancas con agua más clara y limpia.
Coral Lavilla Mora
