El Castillo de Matrera es un conjunto calificado como Bien de Interés Cultural (BIC) y está situado en Cádiz, en el municipio de Villamartín. Se ubica sobre el Monte Pajarete, a unos 520 metros sobre el nivel del mar, y su construcción data del siglo IX. Forma parte de lo que antiguamente fue una fortaleza y asentamiento musulmán.
El castillo fue un punto estratégico que ha estado bajo diferentes dominios, continuas disputas y asedios entre los siglos IX y XV. Ha estado bajo el mando musulmán, y ha sido reconquistado en dos ocasiones, por Fernando III de Castilla en el siglo XII y posteriormente, por Alfonso XI, en el 1341.
El castillo estaba formado por una muralla de 500 m de longitud, en la que se intercalaban torres de defensa y dos puertas de acceso. No es mucho lo que nos ha llegado hasta la actualidad, siendo prácticamente lo único que se ha conservado la torre principal. Además, se derrumbó la bóveda y parte de la torre en el año 2013 a causa de la poca restauración y los problemas estructurales que acarreaba.
En el 2011 fue cuando se decidió a estudiar su preservación y restauración por parte de la Junta de Andalucía debido a que existía riesgo de vuelco. Pero esta apenas obtuvo apoyos suficientes y fue el propietario de la finca privada en la que se ubica el castillo quién decidió llevar a cabo el proyecto, pagando él mismo los gastos de esta importante inversión. Está fue concedida al arquitecto sevillano Carlos Quevedo, quién comenzó los estudios y la investigación en el año 2011, las obras en el 2014 y la finalizó a principios de 2016.
Este proceso de restauración ha resultado muy polémico, recibiendo críticas de todos los aspectos pero también valoraciones positivas y llegando a llamar la atención de, incluso, medios extranjeros como The Guardian o el New York Times.
La restauración llevada a cabo por Carlos Quevedo y su equipo ha sido ampliamente criticada por otros arquitectos, restauradores o historiadores, llegando a ser comparada hasta con la que se realizó del “Ecce Homo” de Borja en el año 2012 por parte de Cecilia Giménez. No obstante, no todo han sido críticas, también ha sido nominada a los premios A+Architizer de Nueva York, obteniendo el primer premio en la categoría de preservación.
Como podemos observar, el trabajo de restauración ha consistido en levantar los muros laterales de la torre del Castillo de Matrera, hasta su altura original. Se ha realizado con restos de los materiales originales, revestidos con mortero de cal blanco, el cual, luce y llama mucho más la atención que los restos originales.
Para los contrafuertes que garantizan la estabilidad, los refuerzos y núcleos internos, se emplea la misma piedra caliza que se había desprendido. El remate superior se ejecuta para consolidar partes que habían colapsado. Todas las aristas, perfectamente marcadas, marcan el volumen original de la torre.
Esta torre se divisa desde la lejanía, pues está en lo más alto del cerro, y es por ello por lo que la edificación tiene un importante impacto paisajístico e histórico sobre el lugar. Además dejando de lado los gustos o preferencias, está claro que el color blanco utilizado destaca, llama la atención y no concuerda en absoluto con los colores del medio en el que se encuentra. Es por ello que produce un impacto en la zona, tanto paisajístico como visual, pues si se hubieran empleado, al menos, tonalidades parecidas a los restos existentes no hubiera sido tan llamativo.
No obstante, tenemos opiniones de todo los tipos, y es por ello que el arquitecto Carlos Quevedo y numerosos personas defienden el uso de este material y color para que destaquen sobre el los elementos originales de la torre, además de que se habían encontrado elementos en la torre con estas tonalidades.
También desde otra perspectiva, su autor defiende que este proyecto pretende mirar hacia el futuro al restablecer el potencial de la unidad histórica y mantener cierta estética.
En definitiva, no cabe duda de la amplia polémica existente en torno a la restauración realizada por Carlos Quevedo y su equipo de arquitectura. Las opiniones son dispares y contrarias. Algunas sostienen que es lamentable, desastrosa y supone un gran impacto paisajístico a la zona. Pero por otro lado, se dice que se ha llevado a cabo de acuerdo a la legislación vigente y representa una obra perfectamente restaurada, en la que se diferencian las partes restauradas de las originales, y debe ser consideraba merecedora de reconocimientos y galardones como el que ha conseguido.
Para ir acabando, bajo mi punto de vista, creo que como escultura, obra artística o como elemento arquitectónico está muy bien. Es original, llama la atención y me gusta como destacan los muros antiguos sobre el cemento blanco tan luminoso. Pero creo que como restauración e intención de preservar el patrimonio de la antigüedad, no cumple con su objetivo. Además provoca un notable impacto visual que se podría haber evitado empleando otros materiales más acordes con el entorno y otorgándole una forma menos precisa y exacta, con esos cantos tan marcados y forma tan cuadriculada.
La polémica con la Torre de Matrera está servida, al igual que con el Ecce Homo de Borja, que fue posteriormente aprovechado como reclamo turístico y publicitario, merchandising incluido.
Hay tantas opiniones como gustos, y más aún cuando se trata de arquitectura y diseño. Y vosotros, ¿Qué opináis de esta práctica?
Iván Díez Berjano
Mayo, 2016
BIBLIOGRAFÍA
http://www.elmundo.es/andalucia/2016/03/11/56e2ea1f268e3eca168b466e.html
