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A-5 a su paso por el distrito de La Latina

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La A-5 o autovía del Suroeste (E-90 en la Red Europea) es uno de los principales viales del territorio nacional, siendo el principal eje de conexión de la capital con Portugal, a través de la comunidad autónoma de Extremadura, hasta confluir en su análoga portuguesa. Fue construida en los años 80 y 90, reconvirtiendo la carretera nacional V o carretera de Extremadura.

Su recorrido en la Comunidad de Madrid supone el paso por localidades de importancia como Alcorcón, Móstoles, Villaviciosa de Odón, Arroyomolinos o Navalcarnero, entre otras. No obstante, centrando la atención en el tramo situado dentro del municipio de Madrid (con una longitud aproximada de 10 km, 2 de los cuales discurren por un túnel construido junto al resto de la intervención denominada “Calle 30”), esta autovía atraviesa los barrios de Cuatro Vientos, Campamento, Las Águilas, Aluche, Lucero y Puerta del Ángel (entre Campamento y Las Águilas se encuentra el tramo conocido como “de los cuarteles de Campamento”). Es justo aquí donde nos encontramos con una situación problemática de convivencia con la autovía bastante relevante para los vecinos del distrito de Latina a lo largo de unos 3,5 km.

Este tramo pertenece a lo que se conoce con el nombre de paseo de Extremadura y soporta una intensidad media diaria de aproximadamente 120.000 vehículos. Hasta los años 60, el vial hacía honor a su nombre: árboles a ambos lados, aceras de cierta anchura, estaciones de tranvía, etc. Sin embargo, con la puesta en marcha del Programa de Autopistas Nacionales de España, se comenzó la construcción de la N-V hasta lo que es tal y como la conocemos hoy en día: una autovía de 3 o 4 carriles por sentido limitada a 70 km/h, con aceras estrechas y pasos subterráneos. Además, la autovía se encuentra encajada entre las fachadas de los edificios colindantes (a unos 2 m de distancia en las zonas más próximas), lo que limita mucho los accesos de vehículos, complicando y haciendo peligrosas dichas maniobras.

Todo ello, ha conllevado que, desde entonces, las condiciones de vida en la zona hayan sufrido un serio deterioro: desde asesinatos y violaciones en los pasos subterráneos del tramo, hasta problemas graves de ruido y contaminación que penetran en las viviendas colindantes; pasando por el importantísimo efecto barrera que produce a la hora de conectar diferentes espacios del distrito a ambos lados de la autovía, causantes de la limitación del desarrollo económico de los comercios, así como de las diferentes dotaciones de las que disponen los barrios. Un ejemplo de movilidad insostenible.

Esta situación ha supuesto una lucha vecinal constante desde que, en 2004, la autovía pasase a ser considerada vía urbana. Diferentes asociaciones de afectados han perseguido el objetivo de transformar lo que ha sido considerado como parte de una autovía durante las últimas décadas en un paseo urbano como lo fue en sus primeros años. Entre las condiciones que debía reunir el transformar dicho vial en un paseo, se incluían algunas como la semaforización a lo largo del tramo, la implantación de pasos de peatones, la mejora de los accesos y de las conexiones con las calles colindantes, la creación de carriles bici y bus-VAO, la ampliación de aceras, la instalación de equipamientos urbanos, el calmado del tráfico mediante dispositivos de detección de velocidad y el rediseño de la jerarquía viaria, entre otras.

Cabe destacar que, previas a la transformación en vía urbana de la A-5, en el pasado también se plantearon otras opciones más complejas a la hora de solventar el problema. De todas ellas, cabe resaltar la repetidamente infructuosa Operación Campamento, cuya implementación suponía la demolición de todos los terrenos propiedad del Ministerio de Defensa, la construcción de miles de viviendas de protección oficial y de libre adquisición, así como una completa planificación y reurbanización en superficie del entorno y el definitivo soterramiento de la autovía, hasta su conexión con el tramo actual de túnel bajo la avenida de Portugal y perteneciente a la Calle 30. Otra opción destacable hace referencia al proyecto de túnel baipás que pretendía conectar, desde Batán, la A-5 con la M-30 en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, discurriendo bajo lo que se conoce como la Cuña Verde Latina, de forma complementaria a las obras de remodelación de la M-30 y la Operación Campamento, presupuestada en más de 600 millones de euros.

Así pues, en 2016, se aprobó en Pleno del Ayuntamiento de Madrid la propuesta de reforma del Paseo de Extremadura. Esta reforma por fases incluye soluciones como instalar un radar de tramo en sentido salida (donde las viviendas se encuentran más próximas) limitado a 50 km/h, mejorar los accesos al paseo, así como las áreas estanciales adyacentes y la creación de dos nuevas intersecciones al mismo nivel reguladas por semáforos (desde la carretera de Boadilla y desde la avenida de los Poblados). Además, en un futuro, está planeado un carril bus-VAO, la construcción de nuevos aparcamientos disuasorios (plan paralizado actualmente) y el refuerzo del servicio de transporte público interurbano. Todo ello tiene como intención primordial la de provocar un efecto disuasorio a la hora de utilizar el vehículo privado en este tramo, desviando el potencial tráfico por otras rutas.

No obstante, existe cierta controversia respecto a las posibles consecuencias que pueden suponer las modificaciones a realizar. En primer lugar, los usuarios de vehículos privados de los municipios afectados (Alcorcón y Móstoles, sobre todo) no disponen de ninguna ruta alternativa suficientemente viable para acceder a la M-30. Dada esta circunstancia, se pone en duda que la semaforización de un vial tan relevante para el eje suroeste vaya a suponer una mejora de las condiciones del tráfico y no un simple cambio de localización del problema o un empeoramiento (Madrid tiene un serio problema de descompensación territorial, referente a los focos de generación y atracción de viajes). Aún es pronto para decidir si la medida se puede entender como una buena o una mala práctica. El tiempo y los ciudadanos dirán.

Alberto Rodríguez Fernández

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