Philippe Claudel, Aromas

Cubierta del libro Aromas_p. ClaudelPhilippe Claudel, Aromas.

Ed. Salamandra, 2013

¿A qué huelen los recuerdos de nuestra vida?

“Humareda de fragua. Picor de ojos. La cocina de la pequeña casa del número 18 de la Rue des Champs Fleury desaparece en una nube. Salivo.   Olor a ajo, mantequilla que hierve y carne, cuya sangre y cuyos jugos se transforman en delicioso caldo….”

Una nueva joya de P. Claudel, al que tanto apreciamos en NST.  Esta vez nos encontramos una colección de textos breves, 63 capítulos y 63 olores. Capítulos cortos, una o dos hojas a los sumo, cuya  lectura no requiere continuidad como una novela al uso. Se puede leer de tirón o a ratos sueltos porque lo que hace Claudel en este libro es un recorrido por su vida a través de los aromas que van cosidos a cada recuerdo, cara, persona, casa … que han pasado por su vida.

Es un libro de emociones y evocaciones porque no recurre a la parte racional de nuestra memoria sino a la parte emotiva de nuestros recuerdos (muy a lo Proust y su famosa magdalena).

“Tras agitar el frasco, mi padre vierte unos chorritos de ese líquido verde en la despilfarradora palma de su mano izquierda…De pronto, nos envuelve un agresivo aroma a mentol y cítricos, todavía más intenso debido a la presencia del alcohol, que flota en el aire y nos irrita la nariz… Mi padre me ofrece las ardientes mejillas, que yo beso. Gracias al afeitado y al líquido verde, mi padre, un hombre maduro, vuelve a ser un bebe”.  Afteshave”.

Retazos de olores que rememoran retazos de vida.  Buenos y malos recuerdos, importantes e intrascendentes, infancia, adolescencia, juventud y madurez. Y lo escribe tan bien que cualquier cosa que relata te llega, te hace sonreír, te hace llorar….. y con un gran poder evocador consigue que el  lector también perciba ese “aroma” descrito.

“La casita que comparte con la tía Jeanine conserva día y noche la acre y tenaz huella del tabaco negro: muebles, moqueta, ropa, pelo, aliento, piel, todo se impregna del olor de los Gauloises. Un olor que me gusta, porque me gustan quienes lo desprenden”. Gauloises y Gitanes”.

Algunas veces no es un olor lo que nos retrotae sino más bien su “ausencia” :

“El mismo frío avergonzado inunda todas las habitaciones, y por mucho que olfateo, no percibo ningún olor, ningún aroma. Nada, la casa ya no huele a nada. Mi padre se marchó llevándose consigo las que fueron las señas de identidad de este hogar. Murió, y con él el olor de la casa…. Es triste no sentir ya nada. Es triste estar aquí, en esta casa fría que ha perdido su olor, como Peter Schlemihl perdió su sombra”. La casa de la infancia”.

Una pena que sólo pueda poner aquí unos pocos fragmentos. Por éso hay que leerlo entero, para no perderse ningún aroma. Después de leer este libro, uno empieza a pensar en los “olores” de su vida….

Philippe Claudel en NST y en las bibliotecas de la UPM.

Almas grises de Philippe Claudel

Almas grises. Philippe Claudel.

Barcelona: Ediciones Salamandra, 2005

Un cuerpo de diez años no abulta mucho, sobre todo si está empapado de agua helada. Berfuche levantó una esquina de la manta y se sopló en las manos para calentarlas. Apareció el rostro de Belle de Jour.

A finales de 1917 un acontecimiento trágico va perturbar la monótona vida de los habitantes de un pueblo francés. Una niña es encontrada muerta. Estrangulada. La maquinaria de la justicia se pone en funcionamiento. Hay que encontrar al culpable. Quién, nadie es sospechoso pero en realidad todos los son,  sobre todo uno, el fiscal Destinat.

Suele decirse que tememos lo que no conocemos. Yo en cambio creo que el miedo surge cuando descubrimos lo que hasta el día anterior creíamos ignorar. Ése era el secreto de Destinat: poner ante los ojos de la gente, como si nada, las cosas con las que no querían vivir. El resto era pan comido. El triunfo estaba asegurado. Ya podía pedir la cabeza del acusado. Los jurados se la entregaban en bandeja de plata.

Narrada en primera persona por uno de los investigadores cuyos recuerdos  y remordimientos no le dejan conseguir la anhelada paz en su alma, en esta novela la soledad y la muerte siempre están presentes. La guerra se atisba a pocos kilómetros pero sus efectos de sufrimiento, miedo, cobardía, dolor corren desbocados entre los habitantes de ese pequeño pueblo.

La maquinaria de los rencores, de los recuerdos atormentados, de la vida gris de unos personajes perdidos en una olvidada ciudad provinciana  se ponen en marcha con un asesinato. Es la espoleta. Todos tienen algo que ocultar a los demás, secretos quizás, si,  pero sobre todo el conocimiento de unas vidas perdidas, de unas almas grises.

Nuestra pequeña ciudad oyó la guerra, pero no puede decirse que la hiciera. Más bien puede afirmarse sin faltar a la verdad que vivió de ella: los obreros siguieron haciendo funcionar la Fábrica.  Hacían falta…Ochocientos hombres que, a ojos de algunos, no lo fueron jamás y que todas las mañana abandonaban una cama caliente y unos brazos dormidos en vez de una trinchera enfangada, para ir a empujar vagonetas en lugar de cadáveres.

Philippe Claudel nacido en Nancy en 1962  profesor y guionista de cine y televisión,  comenzó su carrera publicando Meuse l’oubli. Además de su faceta como escritor ha dirigido dos largometrajes Hace mucho que te quiero y Silencio de Amor. Otras obras de Claudel son, La nieta del señor Linh ya reseñada en No Sólo Técnica o el Informe Brodeck.

Philippe Claudel en la Biblioteca UPM

El cielo era lo único que seguía siendo puro y alegre, y permanecía ajeno al mal y la putrefacción, que se extendían a ras de suelo bajo su bóveda de estrellas.

Philippe Claudel. La nieta del señor Lihn.

Portada del libro la nieta del señor Lihn

Philippe Claudel. La nieta del Señor Lihn. Salamandra, 2006.

Un anciano desembarca en un país cualquiera. Es un refugiado que ha tenido que huir de su aldea  a causa de la guerra y que lo ha perdido todo, menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu. El bebé es muy bueno, nunca llora, parece que quisiera ponerle las cosas fáciles a su abuelo. Él la cuida con todo su amor y jamás se separa de ella. Y le canta la nana que aprendió de su abuela:

La mañana siempre vuelve,
siempre vuelve con su luz,
siempre hay un nuevo día,
y un día serás madre tú.

El país al que llega le es totalmente ajeno, un mundo del que no se siente parte y del que no entiende nada, ni lengua , ni costumbres, ni comida.

Le dan asilo en un piso con otros refugiados y al cabo de unos días decide salir para que le de el aire, sobre todo por el bebé. Se sienta en un banco y al poco rato otro hombre, grueso y de su misma edad, se sienta a su lado y le empieza a hablar. El señor Lihn no entiende nada de lo que le cuenta pero se siente bien con sus palabras y es amable y mira a la niña con cariño.

Al segundo día se presentan: el señor Bark / el señor Taolai,  pues es lo que repite cortésmente el señor Lihn (buenos días en su lengua) y que su nuevo amigo interpreta que es su nombre.

Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios (el señor Bark ha perdido a su mujer recientemente). Los dos hombres no se entienden pero se comprenden, entre ellos rápidamente se establece una relación y una amistad. Sus encuentros se hacen diarios hasta que un día al señor Lihn le trasladan a un centro nuevo y no puede acudir.

Narrada tranquilamente, de una forma muy tierna, sentimos como nuestro señor Lihn necesita agarrarse a sus raíces o a lo que queda de ellas, aferrado a una maleta ( con tierra de su pueblo, una foto gastada y ropa usada) y a su nieta (lo único que le queda de su familia). Ésto no le impide hacerse un nuevo amigo, llevado por la necesidad de querer y ser querido.

En una entrevista concedida a Europa Press, Claudel aseguró que la novela es “un canto universal” a la tolerancia y por ello ha preferido que los lugares queden “imprecisos” (no sabemos exactamente de donde viene el señor Linh ni tampoco a qué país llega).

Una historia que también toca sentimientos universales: la sensación del extranjero en tierra extraña, la soledad, la necesidad de supervivencia.

Philippe Claudel (Nancy, 1962) ha sido profesor en la Universidad de Nancy , donde impartió Antropología Cultural y Literatura y también es guionista de cine y televisión. En su tiempo libre también imparte clases a niños discapacitados y a presos. Sus novelas y libros han sido galardonados con varios premios. En 2008, se estrenó la primera película escrita y dirigida por él, Hace mucho que te quiero.

Otras novelas de este mismo autor reseñadas en No sólo técnica son: Almas grises (2005), Aromas (2013)

Obras de Philippe Claudel disponibles en la Biblioteca de la UPM.

El mejor verano posible (1)

Un año más, Nosólotécnica os desea un feliz verano. El mejor verano posible. Nosotros nos tomamos unos días de descanso en los que no vamos a dejar de buscar nuevas lecturas que recomendaros a partir de septiembre. Mientras tanto, desempolvamos algunas recomendaciones de años anteriores que no han perdido ni un ápice de interés y esperamos que os gusten. Las de hoy son de María Seguido.

Disfrutad mucho. Con libros el mundo es un poco menos raro.

Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead: Estamos en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial. Charles es un oficial del ejército inglés que rememora su estancia en Brideshead, la mansión donde ahora se aloja su regimiento. El “retorno” de Charles a Brideshead devuelve a su memoria aquellos tiempos, anteriores a la guerra, en que paseaba por sus hermosos jardines y salones.

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Cubierta Los extraños Vicente Valero, Los extraños: Parafraseando a Tolstói “todas las familias tienen sus extraños”, esos parientes de los que sabemos poco, tenemos noticias dispersas, a los que hemos visto en una foto, de los que se cuentan anécdotas , algunos con vidas azarosa y que por distintas circunstancias permanecen alejados del devenir corriente de la familia.

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Guy Delisle, Pyongyang: Escrito y dibujado con una extraña mezcla de virtuosismo y sencillez, Delisle nos cuenta sus experiencias en Corea del Norte como asesor de animación (de dibujos animados, digo) en un gran estudio en el que se ha deslocalizado la producción de las series de dibujos de occidente.

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Philippe Claudel, Aromas: Una nueva joya de P. Claudel, al que tanto apreciamos en NST. Esta vez nos encontramos una colección de textos breves, 63 capítulos y 63 olores. Capítulos cortos, una o dos hojas a los sumo, cuya lectura no requiere continuidad como una novela al uso. Se puede leer de tirón o a ratos sueltos porque lo que hace Claudel en este libro es un recorrido por su vida a través de los aromas que van cosidos a cada recuerdo, cara, persona, casa … que han pasado por su vida.

Estrella del alba / Wu Ming 4

Wu Ming 4: Estrella del alba.

Traducción de Nadie Enparticular. Acuarela & A. Machado, 2012.

Título original: Stella del mattino. Einaudi, 2008-.

 

Ronald amaba las palabras, pero de una manera peculiar y personal. Eran arcanos, enigmas a resolver, contenían historias, abarcaban siglos y continentes. Cada palabra sugería otras, quizá nunca pronunciadas, pero del todo plausibles, aún más ricas de significados y alusiones, por tanto más reales. Pero entre esas paredes no se podía ir mucho más allá, regía un límite insuperable. En la óptica de los fundadores, el Oxford English Dictionary tenía que ser la piedra miliar de la cultura británica, la summa de lo que se había dicho en inglés y el modo en que se lo había dicho desde el inicio de los tiempos hasta la edad moderna. La fantasía quedaba detrás de la puerta. (p. 43-44)

Y el imperialismo destruyó el mundo, aunque no sería la última vez.  Hasta reyes y emperadores, que en realidad eran primos y familiares entre sí, convertidos en naipes de la baraja del azar y del gran capital, se enfrentaron, se abandonaron mutuamente, renegaron de apellidos. En la víspera de la tempestad de acero nos habíamos despedido de Hans Castorp bajando de su montaña mágica, quizás Miyazaki os dé alguna noticia suya… Como Pierre Lemaitre la da de tantos y tantos desfigurados, por fuera y por dentro. O Philippe Claudel de la grisalla de la retaguardia. Aún así, quedó una generación de supervivientes fecundos, como estos fabulados con amor e inteligencia por Wu Ming 4.

Esta es pues una historia de hace cien años, construida en torno al mito: como material de trabajo literario en manos de unos jóvenes envejecidos por la guerra; como héroe divino amanecido de las arenas de Oriente, El Orens. Graves, Lewis y Tolkien, cada uno arrastrando sus propios traumas, andan a la búsqueda de su destino de exquisitos cocineros literarios, reelaboradores de poesía y narración, columpiándose sobre un filo de alternativas vitales que incluyen la erudición y el mero proletariado intelectual. Rondan las revoluciones irlandesa y rusa, el presidente americano Wilson se inmiscuye en Europa, el Imperio británico empieza ya a no ser lo que era y su sólido parlamentarismo podría agrietarse. Incertidumbres.

Pienso que el latido de una buena novela histórica -además de la calidad de redacción- se cifra en la articulación entre un escenario bien documentado y recreado, y la intriga sobre la probabilidad de su desarrollo argumental: en suma de su buen juego dentro del espíritu de época. Estrella del alba lo consigue sirviéndose de un planteamiento coral y de combinaciones de perspectiva personal y temporal. Hace disfrutar, homenajea escenarios sugestivos como la ciudad de Oxford e incluso permite identificar los orígenes de los conflictos actuales de Oriente Medio en las políticas francobritánicas perpetradas sobre los despojos del Imperio otomano. Entre todas aquellas conmociones, animaos a acompañar a unos protagonistas enteramente humanos que no se imaginaban ni por asomo como futuros iconos literarios. 

Dicen que un caballero avanza raudo en la cresta de las montañas. Está vestido de blanco y nadie puede mirarlo a la cara, porque los ojos deslumbran hasta cegar. Tiene el poder de destruir lo que toca y del don de estar por doquier. A veces está solo, a veces guía columnas de jinetes Nadie sabe dónde se esconde. Aparece y desaparece. El desierto es su casa, las rocas su comida. Es como el aire, como el viento que sopla. Un día cruza el gran Nefud, al día siguente se baña en el Mar Muerto. Su nombre vuela de un oasis al otro. Los peregrinos en viaje a La Meca lo avistan en las tormentas de arena y lo llaman Iblis, el Diablo. Todos le temen. También tú. (p. 220)    

 

Para saber más sobre Wu Ming: http://www.wumingfoundation.com/giap/

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