La visita al Maestro, de Philip Roth

La visita al Maestro (The Ghost Writer)

Philip Roth

 

“La visita al Maestro”: ¿por qué leer a Philip Roth?

Mejor sería preguntarse: ¿por qué hacer una reseña de “La visita al Maestro”? Ya las han hecho, y muy bien, José María Guelbenzu y muchos otros críticos y admiradores de Roth: sí, ese escritor tan antipático que chafó con su adustez una entrevista de Antonio Muñoz Molina para “El País Semanal”; sí, otro más de los innumerables “eternos candidatos al Nobel”. ¿Por qué leer “La visita al Maestro”? ¿Hay peli de esta novela? Sí: Tristram Powell dirigió en 1984 una adaptación para el programa “American Playhouse” de la BBC, que mereció una crítica elogiosa en el “New York Times” (que no es poco). Todavía puede verse en alguna web de streaming, y así discutir con los amigos si está mejor “el libro o la peli”.

Es posible que leer “La visita al Maestro” sea una buena manera de hincarle el diente por primera vez a la oceánica obra de Roth. Es divertida: Roth se sirve muy bien de la ironía, tanto en la narración como a través de los diálogos. Puede que el consabido rollo “escritores judíos norteamericanos-Gran Novela Americana- novela de iniciación” resulte disuasorio, pero Roth le da la vuelta muy bien en esta novelita. Con el considerable prestigio que Roth fue logrando con sus diez novelas anteriores, en esta recupera un personaje levemente esbozado años antes, Nathan Zuckerman, y cambia de alter ego (casi todos sus personajes o narradores son un trasunto de él mismo), e inicia las novelas de Zuckerman, un autor en ciernes, que, en 1956, y a sus 23 de edad, acude a visitar a Lonoff, su reverenciado maestro, para presentarle el manuscrito de su novela. Una Bildungsroman, por supuesto. Lonoff, a su vez un trasunto de los escritores judíos estadounidenses que tanto han influido en Roth: principalmente Bernard Malamud (sobre todo por la calvicie que le atribuye como rasgo distintivo), pero también Isaac Bashevis Singer, Saul Bellow, o Henry Roth), vive aislado, apartado de su dominante esposa y en compañía de una mujer treinta años más joven que él, Amy Bellette, a la que Nathan imagina reconocer como una Ana Frank superviviente del Holocausto. Roth aprovecha la velada que Zuckerman pasa con su Maestro y su compañera para poner en solfa tanto los pruritos del autor novel (la obsesión de la Gran Novela Americana), como los del hermético y aparentemente contenido Lonoff, con un interesante quiebro final que cuestiona incluso la propia novelita.

Roth

Además de protagonizar las tres novelas y un epílogo reunidas en el volumen “Zuckerman encadenado”, Nathan Zuckerman ha aparecido en otros títulos de Roth (nueve, en total): es, por ejemplo, el narrador de “La mancha humana” (interpretado por el actor Gary Sinise), y acaba su ciclo en “Exit Ghost”, título tomado de la acotación escénica del Hamlet de Shakespeare, novelita en la que el fantasma que abandona la escena es el mismo Zuckerman, que envejecido regresa a Nueva York para operarse de próstata y se cruza por la calle con la Amy Bellette de “La visita al Maestro”. Ahora que Roth ha proclamado su retirada, leer “La visita al Maestro” nos lleva a ese mundo de escritores y lectores que, según Roth, ya no volverá.

Evelio Montes

Philip Roth en las Bibliotecas de la UPM