Pilar Pedraza, la “dama del gótico español”

Pilar Pedraza en la Biblioteca UPM

¿Alguna vez os habéis imaginado a Cupido jugueteando con su arco y, en un despiste, lanzar un dardo de plomo a vuestro mejor amigo y otro de oro directo a vuestro corazón?, o ¿tal vez a Cupido uniendo su vida a una persona normal y mortalmente corriente tras lanzar una flecha de amor accidental? Pues así de traviesos ve Pilar Pedraza a Eros y a Antero, Ganímedes, y Psique, los niños del Olimpo, quienes protagonizan los relatos contenidos en su obra “Eros ha muerto” (2019). El hilo conductor es Julia, una profesora de Historia del Arte que narra la pervivencia de esos dioses, y los enredos que ocasionan, desde los tiempos antiguos hasta nuestros días.

Pilar Pedraza (Toledo, 1951-) ha compaginado durante largos años su labor docente e investigadora en la Universidad de Valencia con la creación literaria. En 1984 publicó su primera novela, Las joyas de la serpiente, con la que obtuvo el Premio Ciudad de Valencia y el Premio de la Crítica. Además de cultivar el ensayo, su literatura se ha querido encasillar en los géneros de terror, en la fantasía, en el gótico (asignación con la que no parece estar muy de acuerdo), incluso se ha mencionado en algún momento la novela de corte histórico, pero Pilar Pedraza siempre ha ido un paso más allá, desbordando los límites y consiguiendo ser una autora de culto.

Sobre su producción literaria, otras voces han apuntado: “Autora de una notable producción narrativa que destaca por la originalidad de sus planteamientos temáticos y por su exquisito rigor formal, está considerada como una de las voces más destacadas de la literatura española de finales del siglo XX escrita por mujeres”. (Fuente: Texto extraído de www.mcnbiografías.com )

Como traductora, y también artífice del aparato crítico, vertió al castellano una de los títulos más enigmáticos y complejos que se han escrito: El sueño de Polífilo (Hypnerotomachia Poliphili), atribuido a Francesco Colonna, y publicado en las insignes prensas venecianas de Aldo Manucio en 1499. La complejidad de esta obra estriba en que está escrita en un lenguaje culto inventado que entremezcla el latín, el italiano, el griego y caracteres jeroglíficos; y en que, asimismo, la historia de amor de Polífilo y Polia se desenvuelve en una amalgama de conocimientos arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos, gemológicos y hasta culinarios.

 

(…) En esta ocasión hubo suerte. Fueron a parar a mis manos varios tomos de diferente pelaje sobre el físico Erófilo de Antioquía, muerto en el año 200 d.C, que me vinieron como anillo al dedo. En la sala de lectura reservada a los investigadores, y vigilada por un guardia de seguridad para que estos no dañaran los libros ni arrancaran los preciosos grabados, como ya han hecho muchos desaprensivos en la biblioteca de mi universidad y en el Archivo del Reino. Averigüé un montón de cosas sobre Erófilo, y me resultó tan interesante que en varios días no pude deshacerme de su figura sapientísima, ni sobre todo de los avatares de su vida como estudioso del cuerpo y del alma, valiéndose de cadáveres de soldados, gladiadores, prostitutas y, sobre todo, de cerdos, que se parecen a nosotros incluso más que los simios (…)

– Un Eros egipcio- pensé sugestionada por el tono del librito que contenía tan bella historia. Pero no era Eros. Bajo el grabado del niño con la oca ponía en latín, clarísimamente: “Harprocrates. Silentivm”. ¿Lograría Erófilo hacerse con el dios del silencio, que odiaba a los animales ruidosos como los patos y los gárrulos ánsares, es decir, a los charlatanes de cualquier clase o especie?

Eros ha muerto. Autopsia

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