Arturo Barea. La forja de un rebelde.

Arturo Barea. La forja de un rebelde. Ed Debolsillo, 2006.

La forja de un rebelde es una obra autobiográfica novelada del escritor español Arturo Barea Ogazón (Badajoz, 1897-Faringdon, 1957), publicada en el exilio entre 1940 y 1945 en Inglaterra. La componen tres volúmenes.

En la primera parte, La forja (1941), Barea narra su infancia y primera juventud en el Madrid de principios de siglo. Se crio sin padre, en una familia muy humilde y con una madre lavandera en el Manzanares, que se dejaba manos y cuerpo para sacar adelante a la familia. Vivían en el madrileño barrio de Lavapiés y sin duda, Barea tiene un recuerdo entrañable de esta etapa:

Si resuena «el Avapiés» en mí, como fondo sobre todas las resonancias de mi vida, es por dos razones:

Allí aprendí todo lo que sé, lo bueno y lo malo. A rezar a Dios y a maldecirle. A odiar y a querer. A ver la vida cruda y desnuda, tal y como es. Y a sentir el ansia infinita de subir y ayudar a subir a todos el escalón de más arriba. Esta es una razón. La otra razón es que allí vivió mi madre. Pero esta razón es mía.

Este primer libro es, para mí, el más tierno y divertido.

Después del gran éxito de este libro, llegó a las librerías inglesas la segunda parte, titulada La ruta (1943), en la que Barea cuenta sus primeros escarceos literarios y, sobre todo, sus experiencias en la guerra de Marruecos cuando en 1920 le llamaron a filas. Es un relato muy valioso sobre las guerras coloniales y el papel decadente de las metrópolis y los chanchulleos y negocios que algunos hicieron a costa de la guerra y los infelices que iban allí.

En la última entrega, La llama (1946), Barea cuenta cómo vivió él los años previos al golpe de estado de 1936, la guerra en Madrid y  los años terribles que le siguieron, hasta su exilio en 1938. El miedo, la incertidumbre, los “paseos” nocturnos  y los “pacos” (francotiradores) formaban parte de la vida cotidiana de los madrileños.

Con la llegada de la II República española, Barea se incorporó a la vida sindical afiliándose y militando en UGT. Durante la Guerra Civil española Arturo apoyó al bando republicano colaborando con diversas misiones de objetivo cultural y propagandístico, enseñando a los milicianos técnicas de combate, etc. Acabó trabajando para el Ministerio del Estado en la Oficina de Censura de Corresponsales Extranjeros en el edificio de Telefónica, en la Gran Vía madrileña, controlando las comunicaciones que los corresponsales enviaban a sus países. Allí conoció a la periodista austríaca Ilse Kulcsar, con quien inició una aventura y con la que se casó en 1938 una vez obtenido el divorcio de su primera mujer. Ella fue, además, la principal traductora al inglés de sus libros.

Quizás sea esta última entrega la que más me ha impactado ya que te transmite con absoluta crudeza lo que fue vivir la guerra en Madrid.

La llama, publicada por la editorial inglesa Faber & Faber, vendió cerca de 6.000 ejemplares en solo seis meses.  A pesar de esto, Barea no es un autor muy conocido en España, sin duda debido a sus ideales políticos y su exilio en Inglaterra donde vivió y desarrolló una carrera en la BBC como comentarista y cronista. Arturo Barea llegó a ser el quinto español más traducido en el mundo en los años cincuenta, al mismo tiempo que su obra era aclamada en los Estados Unidos. Su trilogía no se pudo publicar en España hasta 1977, una vez muerto Franco.

En 2017 una plaza en su querido barrio de Lavapiés recibió su nombre donde estuvieron la Escuelas Pías de San Frenando ahora sede de la Biblioteca de la UNED.

El director de cine Mario Camus, realizó una serie televisiva de 6 capítulos basada en la obra, titulada como la misma novela y producida por TVE en el año 1990.

Barea decía que

había tratado de registrar la vida tal como la he visto, vivido e intuido entonces, y registrar al mismo tiempo la historia de mi adaptación a aquella vida.

No os perdáis esta trilogía, merece mucho la pena.

Arturo Barea en las bibliotecas de la UPM

Un comentario

  • María Luisa Lasarte Callejas

    El artículo refleja muy bien el contenido de La forja de un rebelde. Me encantó leerlo. Viví la guerra de muy pequeña, pero la recuerdo muy bien. Celebro que se fomente su lectura. Mucha gente joven tendría que leerlo. Conocer el pasado nos hace entender el presente de esta España que ahora tenemos…

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