Neverhome. (Ella era más fuerte). Laird Hunt

Cubierta de Neverhome. (Ella era más fuerte), Laird HuntNeverhome. (Ella era más fuerte)
Laird Hunt
Barcelona: Blackie Books, 2015

En la Guerra de Secesión norteamericana participaron más de 400 mujeres. Dejaron el hogar, se hicieron pasar por hombres, y lucharon y murieron entre los demás. Con esta novela, Laird Hunt quiere homenajearlas a todas.

Para escribirla, el autor se ha documentado leyendo las cartas, recopiladas en An Uncommon Soldier, de Sarah Rosetta Wakeman, que combatió en el 153 Regimiento entre 1862 y 1864.

Hay que precisar que Neverhome no es exactamente una novela bélica. Al menos, no es sólo eso. Es una novela que aborda el retrato psicológico. Sin darnos explicaciones nos muestra cómo el horror encuentra la manera de filtrarse capa a capa y modelar definitivamente a una persona.

Constance Thompson cambia su nombre por Ash Thompson y deja atrás a su marido -Bartholomew, un hombre que no está hecho para la batalla- al cuidado de la granja, para luchar en el bando de la Unión en la Guerra Civil de Estados Unidos. Es una mujer fuerte, no tiene miedo, es dura y trabaja tanto o más que los otros soldados y hasta se gana el mote de “galante Ash”, gracias al gesto cortés que tiene con una joven que está despidiendo a los soldados en su camino al frente.

Pero la guerra inevitablemente puede más y las condiciones físicas y psíquicas de “galante Ash” se deterioran a cada paso. Ella quiere seguir adelante en su odisea. Su más firme obsesión es impedir que el miedo la atrape. Pero en un momento dado, ya después de haber pisado cientos de cadáveres mutilados y haber mirado cara a cara a la muerte, Ash Thompson comienza a perder la cordura. Lo que cuenta ya no es fiable, tiene visiones, confunde recuerdos, y nos obliga a leer mucho entre líneas para entender, no ya lo que pasa en cada momento, sino las auténticas motivaciones que la impulsaron a luchar, su pasado, la relación con su madre o con su marido. Eso que pueda explicar la verdadera historia, la que intenta contarnos, la que la espera cuando vuelva a casa.

Uno puede gritar muy alto. Uno puede gritar bajo. Uno puede gritar entre ambos extremos, como el vapor del silbato de un tren. Uno puede gritar de modo que suene igual que una bala de mosquete al pasar junto al oído. Uno puede gritar como un mono. Uno puede gritar como un roble mastodóntico alcanzado por un rayo en un bosque silencioso. Un muchacho gritaba como si cantara.

Hay que leer con los ojos muy abiertos, pues, esta novela, en la que es muy fácil dejarse mecer por la cadencia de una prosa hechicera, que, sin eludirlas, no se recrea demasiado en las escenas más duras y que está salpicada de momentos líricos de gran belleza.

Ahí sí alzó la voz para pedirlo. Cuando me cortejaba. Yo me hice de rogar un poco, pero al final se salió con la suya.
Dijo: “Solo puedo ofrecerte sudor y zinnias”.
Dijo: “Pero te amaré hasta el día en que me muera entre mis alas y sepa que tú has muerto entre las tuyas”.
Dijo: “Nunca te amará nadie con un amor tan auténtico como azul es este zapato azul”. Al decir eso levantó su zapato para que yo lo viera. Tiraba a azul. También tiraba a verde. Daba la impresión de que calzara pájaros en los pies. Y de pronto comenzó a bailar para mí.

Laird Hunt (San Francisco, 1968) ha trabajado como asesor de prensa en las Naciones Unidas y es profesor de escritura creativa en la Universidad de Denver. Cuenta con seis novelas (sólo dos, Neverhome y La benévola, publicadas en España) y un libro de cuentos, en los que mezcla diferentes géneros. Entre sus influencias destacan Georges Perec, W.G. Sebald, Samuel Beckett, Franz Kafka y los modernistas franceses.

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