Como ya estoy aquí y han pasado 27 días desde mi llegada, no hay mucho misterio en todo esto: llegué sano y salvo a EEUU. La única incidencia reseñable es que nada más llegar a Barajas y hacer el check-in, me enteré de que mi vuelo de conexión Atlanta-Little Rock iba a tener retraso (el avión venía de Nueva York tarde), por lo que Delta Airlines me había cambiado a otro vuelo 4 horas más tarde. Para colmo, yo había reservado espacio extra para rodillas, pero en el nuevo vuelo no tenía opción de cogerlo porque iba lleno).
Entre las cosas más destacables del viaje: pasé los controles de seguridad rápido, en el avión vi un par de películas (una de James Bond, creo), comí, cené y aterricé en Atlanta (the land of Coca-Cola que decía Dylan) sin percances. Allí recogí las maletas y repetí el ciclo: entrega de maletas, paso de aduanas sin tener que bajarme los pantalones, espera como un tonto al siguiente vuelo, cuando en la puerta de embarque aún seguían entrando pasajeros para mi vuelo original, etc.
Las principales diferencias entre las dos esperas, en Barajas y en Atlanta, están sobre todo en las personas: en Atlanta el tamaño medio dobla al de Madrid. Los anuncios por megafonía se entienden igual de mal en ambos aeropuertos. Finalmente me subí a mi avión retrasado, pasé hora y media apretujado en el último asiento (literal) del avión y llegué, por efectos de los cambios de hora, a las siete de la tarde del mismo día.
Así que llegué con retraso a EEUU y eso explica todo lo demás. Digo yo.
En el miniaeropuerto de Little Rock rescaté las maletas sin novedad y me recogió en la puerta Emre Celebi (pronúnciese Chelebi en turco, aunque a partir de ahora le llamaré Emre para acortar -no sé muy bien cómo se pronuncia Emre por cierto-), que es con quien voy a trabajar este año. Como ya había anochecido, no pude disfrutar mucho del viaje hasta Conway, sólo vi la autopista pasar a toda velocidad, con muchos coches gigantescos y camiones no digamos cómo. Llegué al hotel, hice “chequin” sin problemas y Emre me llevó a cenar a un McDonalds cercano. Es decir, pasó el coche por el drive-in, pidió un BigMac y una Coke para mí y me dejó en el hotel de vuelta. La peor hamburguesa que he comido en mi vida.
Que en USA la gente es más alta, lo suponia, pero…¿El Big Mac americano está malo? ¿Somos mejores que los americanos haciendo Big Macs?…pero si se inventaron allí, ¿no?
A mi paso igual con la pizza de Domino (incomible) serán las grasas o algo
Ya veo que la primera invitación fue en un restaurante de lujo, guía Michelín. No te acostumbres a la buena comida que luego no querrás volver.
Un abrazo Nico.
No te creo. Un BigMac malo?? Imposible!! 😁
Veo que mi comentario sobre el BigMac ha causado conmoción. Al masticarlo pensé que se les había colado un estropajo usado en lugar de la hamburguesa, pero di por hecho que así sería más nutritivo. Meteré unos cuantos en la maleta cuando vuelva a España para repartir a los incrédulos, declarándolos como productos de limpieza.
Y por cierto, yo también daba por hecho que los locales serían más altos, pero no, sólo he visto a dos o tres más altos que yo en lo que llevo aquí. Lo que sí son es mucho más… “fuertecitos”, como diría Cartman. Vistos de lejos piensas que tienen que ser altísimos y según te acercas, estirándote un poco para no quedar mal, ves que les sacas la cabeza (en sentido figurado, claro, porque la tienen bien sujeta por kilos de grasa de estropajo).