Estudiantes, General

“De Renzo Piano he aprendido que hay que perder el miedo a decir lo que pensamos”

Gonzalo Ortega, estudiante de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSAM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), y durante unos meses hará realidad su sueño de trabajar mano a mano con un arquitecto conocido a nivel internacional. La oportunidad le vino de una beca,  que ya está disfrutando,  concedida por la Fundación Renzo Piano gracias  a un acuerdo firmado con la ETSAM.

Seleccionado entre más de 50 aspirantes en un concurso de méritos, trabajará durante medio año con un contrato de prácticas en el estudio de Génova de Renzo Piano, autor de obras tan destacadas como el Centro Pompidou de París (Francia) o el aeropuerto internacional de Kansai Osaka (Japón).

Sorprendido por haber sido elegido entre candidatos con “un nivel altísimo y grandes meritos”, Gonzalo Ortega se enorgullece de que la ETSAM tenga “tantos alumnos tan bien formados y completos y con tantas ganas de aprender y de complementar su educación con nuevas experiencias”.

Pregunta: ¿Qué supone la concesión de esta beca?

Respuesta: Es una oportunidad enorme de aprendizaje, tanto en lo académico como en lo personal.  También, una posibilidad de ampliar mi formación y adquirir una experiencia laboral de primer nivel en un momento de la carrera en que es necesario.  Estoy en un punto en el que es fundamental decidirse por un camino y por una especialización en la que formarse para ser un profesional de calidad.

Además, el ambiente internacional del estudio y la convivencia con otros estudiantes de arquitectura y de centros de prestigio fomentan una atmosfera creativa muy motivadora, que busca empujar las fronteras de nuestro conocimiento mediante la investigación propia. Es increíble sumergirse en la cultura italiana, base de gran parte de la teoría y práctica arquitectónica con los precedentes de la Roma Imperial y del Renacimiento, y cuyas ciudades respiran arte, historia y urbanismo. Del pasado, de las capas superpuestas durante siglos que se leen en los muros de las ciudades italianas, se pueden obtener grandes lecciones para el futuro, con retos como la urbanización masiva y el crecimiento de la población urbana

P: Trabajar con un arquitecto como Renzo Piano es un sueño para muchos estudiantes de arquitectura. ¿Qué esperas de tu estancia en el Renzo Piano Building Workshop?

R: Absorber, absorber y absorber. Espero aprender en el día a día, trabajando en proyectos internacionales cuyo avance vivimos en directo, y en los que es enormemente rico formar parte de equipos que se entrelazan a miles de kilómetros, en un reflejo de las dinámicas de trabajo contemporáneas.

Espero llevarme aunque sea una pequeña parte de todo el conocimiento acumulado aquí, en el estudio, en la fundación, en el archivo, fruto del trabajo durante casi medio siglo de grandes personas. Me gustaría que me diera la confianza para poder, en su día, traducir este conocimiento a mi propio trabajo, y transportar el saber hacer y la ética de este estudio. También confió en crecer como futuro profesional que se enfrenta a retos que son reales y que necesitan soluciones precisas con rapidez.

P: ¿Cómo es el día a día en el estudio de Renzo Piano?

R: La jornada laboral es de nueve a siete, en un estudio impresionante colgado de una colina sobre el mar Mediterráneo. En Génova somos unos 50, hay varios equipos de arquitectura que desarrollan distintos proyectos, además de un taller de maquetas, equipos de publicación, de comunicación, de administración…  Tenemos una pausa para comer de dos horas, pero la motivación es enorme y normalmente solemos reducirla mucho, o salimos a pasear un poco por la playa, donde se te siguen ocurriendo cosas. Es un entorno muy inspirador. La jornada se alarga, en función de las entregas internacionales, de los deathlines. Pero la implicación de todos los miembros del equipo es total.

El arquitecto Renzo Piano. Foto: Renzo Piano Foundation.

P: ¿Qué destacarías de tu trabajo junto al arquitecto? ¿Estás participando en algún proyecto concreto?

R: Del trabajo con Renzo Piano destacaría su continua motivación a que perdamos el miedo a decir lo que pensamos, pues resulta intimidante enfrentarte a proyectos de estas características de repente y creer que tu opinión puede valer algo. Pero estamos aquí para aportar. Y la mentalidad de que si no estás disfrutando, si no es un placer pasar horas y horas junto al proyecto, es que no es el buen camino. Y si esto ocurre, tienes que redirigirlo todo. Pero no son horas perdidas, sino conocimiento adquirido. Errar es aprender.

Tengo la suerte de colaborar en dos proyectos distintos en los que se me exigen herramientas de lo más variadas. Es muy enriquecedor. Los dos reúnen la característica de trabajar desde la escala urbana hasta el detalle técnico, y en contextos muy distintos pero muy actuales. Por un lado, la rehabilitación de un área industrial de Milán, donde hablamos de reactivar una ciudad consolidada que necesita nuevos modos de regeneración. Por otro, la creación de un centro comercial, económico y cívico en una moderna ciudad en China, donde el problema es la urbanización masiva que olvida la componente social y la tradición, y donde buscamos crear una identidad urbana, un espacio cívico que puede suplir las carencias de una ciudad demasiado joven como para tener su propia historia.

Sede genovesa de la Fundación Renzo Piano.

P: ¿Cuáles son los aspectos que más admiras de su obra?

R: Lo más admirable en este estudio es la ética de trabajo, buscando una solución técnica concreta y adecuada para una problemática urbana y social, desarrollando una labor compleja, pero carente de pretensión, que no busca el espectáculo ni el despilfarro como ocurre en otros grandes nombres de la arquitectura. La crisis nos ha demostrado que ese no era el camino, y ahora en España existen muchas alternativas que intentan hacer las cosas bien.  Tampoco se puede pretender que la arquitectura deje de ser una industria, un negocio, de la que depende un tejido empresarial e industrial muy complejo, y enfatizar solo el carácter meramente social. Hay que trabajar en un desarrollo igualitario y sostenible, aunque este término este sobreexplotado, y creo que en este estudio se sientan buenas bases para ello.

P: ¿Cómo te planteas tu futuro como arquitecto? ¿A qué rama te gustaría dedicarte?

R: Disfruto con todas las fases del proyecto, pero el área que me resulta más interesante, por sus connotaciones sociales y políticas y cómo afecta a la vida de las personas, es el proyecto urbano. En España nos enfrentamos a dos problemas entrelazados y muy complejos: la rehabilitación de lo existente y la creación de lo nuevo. Me gustaría dedicarme al urbanismo entendido como algo que va más allá de la normativa, de la zonificación de áreas inmensas que ha creado suburbios anónimos en nuestras ciudades. Un buen proyecto no está completo si no sabe entender desde la macro escala hasta el detalle que la soluciona. Es un tejido muy complejo y hay que intentar manejar todas las herramientas que lo componen.

P: ¿Cómo valoras, hasta el momento, el paso por la Escuela y la formación recibida en ella?

R: He disfrutado enormemente de la Escuela como institución y como lugar donde grandes personas se dedican a intentar sacar adelante nuevas ideas y profundizar en el conocimiento. Con sus errores, que derivan de un problema estructural mucho mayor, como un número de alumnos demasiado elevado y unas instalaciones carentes, así como un plan de estudios que no siempre ha sabido actualizarse a lo que significa ser arquitecto en la actualidad, creo que mi formación ha sido muy buena. Y aún está en proceso, auspiciada por grandes profesionales, y por las oportunidades que nos ofrece para salir fuera, a conocer mundo.