En otro país. David Constantine

Barcelona : Libros del Asteroide, 2021
Traductora: Celia Filipetto

Cubierta de En otro país de David ConstantineNo sabemos si el señor Mercer le habló alguna vez a la señora Mercer de Katya. Si lo hizo, ella lo tenía bien guardado en un cajón remoto de la memoria. Donde se guardan las cosas que a uno no le caben entre las manos. Pero ahora después de cuarenta años de matrimonio, cuando todas las respuestas deberían estar dadas y el significado de los años en convivencia claro, el señor Mercer sostiene entre las manos temblorosas una carta que trae de vuelta a Katya. El anuncio de que han encontrado su cuerpo en el hielo, conservado todos esos años, desde que aquel fatídico día resbaló por accidente en un glaciar en los Alpes. Y con el anuncio vuelven los días con Katya, aquel amor antes de la señora Mercer, aquel amor con que atravesaban el país, las montañas, dejando atrás el horror de la Alemania de Hitler. Este relato es la nieve que se descongela, unas flores azules que no pueden ser más frágiles y aun así asoman entre el hielo cuando tienen oportunidad. Es el deshielo del corazón.

Un relato triste, de belleza fulgurante que une la precisión de la palabra con la poesía delicada y el silencio. Apenas unas páginas cuentan la vida entera.

Portada de la película 45 añosEs el primero de esta colección de relatos del escritor británico David Constantine, reunidos bajo su mismo título “En otro país”; cada uno un pequeño mundo, un viaje al corazón, al alma de unos personajes sencillos, que podrían ser tú o yo hoy, mañana, un día cualquiera.

“En otro país” inspiró al director de cine Andrew Haigh que en 2015 lo llevó al cine con el título “45 años” con guión del propio autor y con Charlotte Rampling y Tom Courtenay como protagonistas. Aquí el foco de la historia acompaña a la señora Mercer en el terremoto que supone la vuelta de Katya y que sacude toda su vida. Igual de sutil y delicada que el relato y con una banda sonora de los años sesenta, que es la banda sonora de la vida de la pareja y que, poco a poco, va tomando ante la impotencia de la señora Mercer un significado muy diferente al que hasta ahora había tenido.

Nosotros en la noche. Kent Haruf

Cubierta de Nosotros en la noche, Kent HarufNosotros en la noche
Kent Haruf
Barcelona : Literatura Random House, 2016
Traducción: Cruz Rodríguez Juiz

Título original: Our souls at night (2015)

 

Un atardecer de mayo, en la localidad de Holt, Colorado, Addie Moore llama a la puerta de su vecino Louis Waters y le propone dormir con ella. Así sin más. No se conocen demasiado, ella piensa que él es amable y él que ella tiene aún una bonita figura y un carácter atractivo. Solo dormir, uno junto al otro, hablarse en la oscuridad, narrar la vida, porque lo peor de la soledad son las horas lentas de la noche. Él dice que sí. Los dos están viudos, han pasado de los setenta. La gente del pueblo no lo va a entender.

Por eso Louis sale de su casa por la puerta de atrás, muy tarde y regresa a primera hora. Al principio, cuando aún importan algo los comentarios malintencionados. Luego no. No hacen nada vergonzoso. Y, además, a quién le importa. Se cogen de la mano, apagan la luz, sienten la proximidad del otro, su peso en la misma cama. Se hablan sin trampas, les pasó la vida y ya no hay razón para no ponerla en palabras: por el aire cálido del dormitorio desfila una infidelidad, la pérdida terrible de seres queridos, el abismo en que se ha convertido la comunicación con los hijos.

Y el cariño que se va gestando. El miedo a perderlo.

Nosotros en la noche es una novela tan breve como delicada, sobria y emotiva, de sabor agridulce. Es la última obra de Kent Haruf, escrita cuando ya sabía que le quedaban pocos meses de vida. Está llena de ternura, respeto y piedad por sus personajes.

En 2017 se estrenó una versión cinematográfica dirigida por Ritesh Batra (director también de la deliciosa The Lunchbox en 2013) y protagonizada por Jane Fonda y Robert Redford.

Las bicicletas son para el verano / Fernando Fernán Gómez

Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano.

Ediciones impresas: Espasa-Calpe (Austral), Cátedra (Letras Hispánicas).

Estreno en teatro: 1982.

Versión cinematográfica dirigida por Jaime Chávarri: 1984.

 …para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas. (Prólogo)

Gran figura la de Fernando Fernán Gómez, autor, director e intérprete, siempre a recuperar y revisitar. En plena madurez en los años 70, dejó brotar el caudal de sus remotas vivencias del Madrid sitiado de la Guerra Civil (1936-1939) en una obra que, aunque premiada, no se estrenaría hasta más tarde, ya en el reflujo de la Transición. Un relato de baja clase media menestral que trasciende completamente el mero neocostumbrismo, una historia construida con gran oficio y estilo, con humor inteligente y fino análisis social, con una administración rigurosa de las embrolladas relaciones entre razón moral y razón política, tan propicias  a menudo al juego de trileros sobre aquellos acontecimientos. El resultado es una magnífica tragedia para la introspección colectiva.

Existen numerosas ediciones de Las bicicletas… La más veterana de Austral es contemporánea de la época del estreno e incorpora datos y preciosas fotografías de aquel primer montaje. Contiene también una introducción de Eduardo Haro Tecglen: algunas de sus apreciaciones han sido largamente sobrepasadas por el tiempo transcurrido, pero aporta información interesante sobre el propio Fernán Gómez y sobre la situación del teatro español a principios de los años 80. Por su parte, la edición de Cátedra tiene más trabajo crítico y una realización más pulcra.

Además, podemos disfrutar de la estupenda versión cinematográfica de Jaime Chávarri. En ella Agustín González conserva el papel protagonista -el memorable Don Luis- que ya había interpretado en teatro. Pero la localización geográfica cambia respecto al texto original: Chamberí es sustituido por el barrio de los Austrias, más asequible para filmar exteriores que no hayan cambiado tanto respecto a la época de la acción.

En fin, está claro que hay mucha literatura carcelaria, concentracionaria, y bélica en sentido general. Desde este punto de vista contextual, Las bicicletas… caería dentro de un subgénero específico de literatura “de asedio”, como la Gerona de Galdós (Episodios Nacionales). Madrid, con su gran tamaño y población, sufrió en la realidad histórica una experiencia de este tipo desde 1936 a 1939 con terrible violencia externa e interna y -debido al desenlace final de la guerra- sin oportunidad de duelo, expiación y reflexión adecuadas. Este es el laberinto trágico de Las bicicletas son para el verano.

Se acabó el pecado, joder. Únicamente hay que respetar, eso sí, el mutuo acuerdo entre la pareja. Que uno se quiere largar, pues se larga. Pero nada de cargarse a la chica a navajazos. Cada uno a su aire.  Y en la propiedad, ni tuyo ni mío. Los mismos trabajadores organizan la distribución de los frutos del trabajo, y ya está. Y la educación, igual para todos, eso por descontado. Tendrás todos los libros que quieras, Luis, para que sigas con tu manía. Y para que enseñes a los demás trabajadores, que ahí está la madre del cordero. (Cuadro IX)

Fernando Fernán Gómez en: Biblioteca UPM.

Jaime Chávarri en: Biblioteca UPM.

Cine clásico en la UPM: “Centauros del desierto” (“The searchers”). John Ford

Cartel de Centauros del desiertoCentauros del desierto

Título original: The searchers. Director: John Ford. Año: 1956. Reparto: John Wayne, Jeffrey Hunter, Vera Miles, Natalie Wood y Ward Bond. Música: Max Steiner. Productora: Warner Bros. Pictures

Hablar de John Ford es hablar de uno de los mejores directores de la historia del cine americano.

“Me llamo John Ford y hago películas del Oeste

Así se presentaba a sí mismo John Ford y es que de sus manos han salido algunos de los mejores western,  un género injustamente menospreciado y que nos ha regalado auténticas joyas, como la que ahora nos ocupa.

Estamos en Texas, en 1868, tres años después de acabar la Guerra de Secesión. La película se inicia con una escena feliz. La familia Edwards recibiendo al tío Ethan, un ex-militar confederado interpretado magníficamente por John Wayne. Es un hombre tosco, un nómada solitario, un perdedor sin hogar (perdió la guerra, perdió a su gran amor, que al final se casó con su hermano) y con un odio exarcerbado hacia los indios.

Luego viene una gran escena, el ataque de los indios al rancho. Secuencia que en realidad no se ve pero que está resuelta perfectamente. La familia será asesinada al completo por los indios excepto la hija pequeña, Debbie, que consigue huir con su muñeca pero que  será raptada por los indios. Durante cinco largos años Ethan persigue a los comanches, acompañado de su sobrino Martin (Jeffrey Hunter) para recuperar a su sobrina. Al final estos hombres se convertirán en “centauros” del desierto, hombres-caballo de tanto galopar (por una vez me gusta la traducción del título original que se hizo al castellano).

John Wayne con John Ford en el rodaje de The Searchers

Centauros del desierto está basada en un hecho real, el de una chica de nueve años, Cynthia Ann Parker, raptada por los indios en 1836 y rescatada 25 años después.  La historia se convirtió primero en un relato publicado por entregas en los periódicos y luego en una novela de Alan Le May.

Qué se puede decir de John Ford. Hay muchísima información en Internet, bibliografías, etc.  Me conformaré con recordar algunos de sus títulos más emblemáticos: Fort Apache, La legión invencible, El delator (Oscar mejor director, 1935) La diligencia, El hombre que mató a Liberty Valance. Si bien, Ford cuenta en otros géneros con auténticas joyas: Las uvas de la ira (Oscar mejor director, 1940), Mogambo, ¡Qué verde era mi valle! (Oscar mejor director y mejor película, 1941) y El hombre tranquilo (Oscar mejor director, 1952), reseñada también en NST. En muchas de ellas Ford dirigió a John Wayne, uno de sus actores fetiche.

John Wayne es John Wayne. Borda los papeles de vaquero duro y curtido en mil batallas aunque no es su único registro. Ganó un Oscar en 1949 al mejor actor por Arenas Sangrientas. En1979, ya gravemente enfermo, le pudimos ver en la entrega de los Oscar recibiendo una enorme ovación. Fué su última aparición en público. Aquí podéis ver un vídeo de esa noche.

La escena final de la película es magnífica. Absténganse de verla aquellos que todavía no conozcan esta película y disfruténla de nuevo los que ya la conocen. Un John Wayne solitario, la puerta de la casa que se cierra y él alejándose, con sus andares característicos, una vez cumplido su deber, sin un claro destino y sin que los demás adviertan  su silenciosa marcha. La canción que acompaña esta escena te pone los pelos de punta.

John Ford en las Bibliotecas de la UPM.

Otras relatos del Oeste Americano en NST

Coriolano, de William Shakespeare

Coriolano (cub. Cátedra)William Shakespeare: Coriolano

Madrid: Cátedra, 2003

Nosotros morimos de hambre y sus graneros rebosan de trigo, y promulgan leyes a favor de la usura y defienden así al especulador, cada día revocan una ley justa contra los ricos, y cada día urden crueles edictos para más oprimir y encadenar a los pobres. Y de nos ser devorados por la guerra, ellos nos devorarán: he aquí todo el amor que nos profesan. (p. 95)

 

Coriolano es una tragedia en torno a los extravíos del orgullo personal, el choque entre el ideal y la realidad, la filiación, la identidad, la lealtad, y las lacras sociales de la demagogia y del falso honor patriotero que desprecia a los componentes concretos de la propia comunidad que proclama defender. Violencia, cinismo, doblez y manipulación política se pasean por la obra. Por tanto no es extraño que Coriolano -aún sin llegar a la fama de Hamlet y compañía – haya sido apreciada por Brecht y otros autores modernos, y haya gustado tanto en nuestra época hasta día de hoy, cuando estos asuntos -aunque de vigencia perpetua- se han manifestado y proyectado públicamente en sus formas más extremas. De hecho la actualidad de situaciones y diálogos sobrecoge al espectador y al lector por su cercanía y familiaridad. Son los ecos de la efervescente conflictividad de la Inglaterra isabelina, sin embargo una sociedad dinámica y en crecimiento que se encontraba en los albores de su expansión mundial; y a su vez de la inspiración remota de la antigua Roma, que había llegado a Shakespeare y sus contemporáneos a través de Plutarco. Para una lectura óptima os recomendamos la edición citada de Cátedra, bilingüe, realizada por el Instituto Shakespeare bajo la dirección de Manuel Ángel Conejero

Coriolanus (DVD cover)Las representaciones de Coriolano en español no se han prodigado. En 2014 se pudo disfrutar de la realizada por Aran Dramatica nada menos que en el Teatro Romano de Mérida. Para echar mano en cualquier momento tenemos Coriolanus, la peli dirigida y protagonizada por Ralph Fiennes. Muy atractiva en sus apectos visuales y de montaje, permite además gozar de las mejores esencias de la tradición interpretativa británica, incluyendo entre otros a una Vanessa Redgrave impresionante y plena. Esta película fue rodada en 2011 en la antigua Yugoslavia con una puesta en escena cuidada y ambiciosa que nos introduce en un juego de espejos entre el trasfondo renacentista del original shakespeariano, la referencia argumental al mundo clásico greco-romano, la historia actual e incluso la interrogante ucrónica.

 

¡Que el mundo se rompa sobre mi cabeza,

lléveme si no a la muerte sobre el potro, o que me sujeten

a la cola de caballos indómitos, o que pongan,

unas sobre las otras, diez colinas sobre la roca Tarpeya,

de forma que los ojos no vean el precipicio, que yo no he de ser

para todos ellos sino lo que soy!

(p. 345)

William Shakespeare en Bibliotecas UPM

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