Sobre el espíritu de conquista, Benjamin Constant

Sobre el espíritu de conquista y usurpación

Sobre la libertad en los antiguos y los modernos

Benjamin Constant

Algunos discursos de tiempos remotos, aunque menudos, tiene la capacidad de proyectarnos tanto al pasado como al futuro. En ellos, el pasado es desmenuzado y re-engarzado en un proceso lógico secuencial que nos proyecta al futuro con argumentos curiosamente contemporáneos; en la medida que el razonamiento tiende a la generalidad, el resultado resulta intemporal. Este es el caso de Benjamin Constant cuando alude al Espíritu de conquista, o a la libertad en los antiguos y los modernos. Textos escuetos para un lento y sabroso rumiar estival.carátula del libro

Sobre el espíritu de conquista es un alegato contra el militarismo moderno, que alude soterradamente a la personalidad de Napoleón como máximo exponente. Se intuye el periodo vivido en primera persona por ser contemporáneo (y defensor) de la revolución francesa, atónito espectador del Terror  y del auge del bonapartismo.

“En todas partes, los hombres reunidos en cuerpos del ejército se separan de la nación…La clase desarmada es a sus ojos un vulgo innoble; las leyes, inútiles sutilezas; las formas, insoportables lentitudes… La oposición viene a ser para ellos un desorden; el razonamiento, una rebeldía; los tribunales, consejos de guerra; los acusados, enemigos; los juicios, batallas”

“Cuando un gobierno nos prodiga grandes espectáculos y heroísmo, y creaciones e innumerables destrucciones, estaríamos tentados de responderle: el menor grano de mijo nos vendría mejor.”

retrato de Benjamin ConstantEl discurso sobre la libertad en los antiguos y los modernos, está escrito con vocación oral. Es circular como conviene a la intención de reiterar y afianzar en el oyente la idea fundamental: no es posible aplicar el concepto de libertad antiguo en las nuevas generaciones, sin peligro de caer en los errores del Terror, porque la estructura social ha cambiado. Así en los antiguos la libertad era fundamentalmente el ejercicio político de ciudadanía, mientras que en la era moderna radica en la libertad del individuo.

“Sin la población esclava, veinte mil Atenienses no hubieran podido ir a deliberar todos los días a la plaza pública”… “(mientras) admitían como compatible con esta libertad colectiva la sujeción completa del individuo a la multitud reunida”

“Entre los modernos al contrario, el individuo, independiente en su vida privada, no es soberano más que en apariencia aún en los estados más libres”

“Entre los antiguos una guerra victoriosa aumentaba los esclavos, los tributos y las tierras a la riqueza pública. Entre los modernos, la guerra más afortunada cuesta infaliblemente más que vale”

De ello deviene que la aplicación del concepto antiguo de libertad a la sociedad moderna, en cuanto a la sujeción arbitraria del ciudadano anónimo a la mayoría, implica “hacer al individuo esclavo para que el pueblo sea libre”.

Benjamin Constant nació en Lausana en 1767 (hijo de hugonotes exiliados) y murió en París en 1830, sin tiempo para ver la revolución que se avecinaba y ayudó a gestar. Fue compañero de vida de Madame de Staël entre 1802 y 1806 durante su exilio en Alemania. Su vida no está exenta de contradicciones pero sus escritos bien merecen el disfrute de nuestra atención.

Los textos que se aluden en esta reseña han sido editados por Tecnos. Acantilado ofrece su novela Adolphe (1816), y Periférica Cécile (1851), ambas atormentadas y de carácter autobiográfico.

cita

Benjamin Constant en la Biblioteca UPM

Azúcar y abolición / Raúl Cepero Bonilla

Raúl Cepero Bonilla:
Azúcar y abolición.

Prólogo de Jordi Maluquer de Motes.

Barcelona : Crítica, 1976.

Los políticos españoles pronto aprendieron que los hacendados necesitaban del poder metropolitano para defender sus intereses de las amenazas abolicionistas, y, cuando notaban en la clase de los hacendados una actitud favorable a las ideas revolucionarias, amenazaban con abolir la esclavitud y como por ensalmo se desvanecían esos coqueteos de los hacendados con la revolución. (p. 45)

Hay ciertas realidades incómodas sobre las que las sociedades suelen pasar de puntillas, bien ignorándolas, negándolas o atribuyéndoselas exclusivamente a sus vecinos. Pasa con el nacionalismo de los otros, nada que ver con nuestro siempre virtuoso patriotismo. Y con el esclavismo y el racismo, antipáticos e infamantes. Tanto es así que poca conciencia existe en la España de nuestros días sobre el hecho de haber sido uno de los últimos estados llamados occidentales en abolir la esclavitud, que duró hasta 1880; así como de que el asunto estuvo íntimamente ligado al mantenimiento y pérdida final del imperio ultramarino, el batacazo de 1898 y sus consecuencias para un convulso siglo XX. De hecho en nuestras coordenadas vitales somos contemporáneos de hijos y nietos de quienes fueron esclavos a todos los efectos en territorio español, a la vuelta de la esquina en tiempo histórico.  
La lectura propuesta aporta una perspectiva desde Cuba. Antes de convertirse en protagonista de la Revolución de 1959, Raúl Cepero Bonilla había sido un incipiente historiador cuyo ensayo Azúcar y abolición (1948) se constituye en clásico de la historiografía cubana sobre el siglo XIX. El libro fue escrito en época bien significativa: institucionalización jurídica del apartheid en Sudáfrica; independencias de las enormes India e Indonesia que marcan el comienzo de la descolonización de postguerra en el llamado Tercer Mundo; comienzo de la Guerra Fría; inminente Revolución china. En 1976 fue publicado en España con una de aquella soberbias cubiertas de Alberto Corazón. La obra tiene la solera de los buenos estudios de historia sociopolítica: conocimiento y uso de las fuentes, análisis sociológico y perspectiva global. Para el asunto en cuestión, un escenario internacional con cuatro protagonistas básicos: la fragmentada sociedad cubana, la metrópoli española, la potencia mundial en ejercicio (Gran Bretaña), y unos dinámicos y expansivos Estados Unidos de América. Y en el centro y como piedra de discordia, el azúcar. Un bien de consumo continuo y asentado, que a la sazón experimentaba cambios en su propia materia prima de procedencia (remolacha versus caña) y en sus procesos industriales de obtención y refinado. 
A día de hoy aun somos deudores de una visión histórica general del esclavismo y de la abolición más bien limitada a su aspecto moral, en buena medida debido a la influencia de innumerables productos mediáticos de mayor o menor enjundia. Antes bien, como otras atrocidades propias de nuestros días, el esclavismo contemporáneo es cuestión de intereses sociales: Azúcar y abolición, aunque circunscrito al marco hispanoantillano, es un buen instrumento para iniciarse en este tema, y más ampliamente en la cuestión racial en el mundo hispánico, que obviamente no debería permanecer en penumbra ni un minuto más.  

El reglamento de libertos llegó hasta negarle al “patrocinado” la obtención de un jornal o salario. El esclavo, que ahora se llamaba “liberto”, tenía la obligación forzosa de trabajar para sus dueños, pero éstos no tenían más obligación que alimentarlo y vestirlo, es decir, ponerlo en condiciones de rendir la faena diaria. La revolución seguía coqueteando con la clase esclavista, pero ésta prefería el sometimiento a la metrópoli, que no alteraba la tranquilidad en los ingenios y las dotaciones. (p. 136)

Para saber más sobre la esclavitud: en Bibliotecas UPM.

 

El viejo barco (Gu chuan), Zhang Wei

 

carátula del libroEncontré este libro por casualidad, en un deambular en busca de una lectura pausada. Me llamó la atención su autor, Zhang Wei, nacido en la provincia de Shandong (China) en 1955; autor integrado en la vida de su país como un escritor reconocido, queda la incógnita de si esto es bueno o regular. En todo caso el libro El viejo barco se escribió en 1987 dos años antes de las protestas de la plaza de Tiananmén y se publica en 2019 por primera vez en España por la editorial Kailas.

La novela está escrita en clave de ficción y recorre con mirada, a ratos crítica, 40 años de la historia de China a través de una ciudad imaginaria: Wali, en la que predominan tres clanes familiares los Sui, los Zhao y los Li, vistos a la luz de tres generaciones. En el transcurso del relato se describe de manera indirecta las consecuencias humanas, en muchos casos desgarradoras, de la Revolución, la Reforma Agraria, la Gran Hambruna y algunos cambios político-económicos, reconocibles parcialmente por los hechos que describen sin alusión directa, ni indicación temporal.

fideos celofánWali, una ciudad portuaria venida a menos, es el centro de una actividad primaria, la producción de un tipo famoso de fideos transparentes (celofán) a partir de harina de judías elaborada en numerosos molinos de la ciudad. Observamos diversos cambios tecnológicos: la pérdida de accionamiento hidráulico por la disminución del nivel del rio, la introducción de la tracción animal, y posteriormente los distintos niveles de mecanización, obra del clan Li, valorado por su creatividad y denostado por su excentricidad. Los otros dos clanes Sui y Zhao, se alternan en el poder, los primeros como reflejo de una China pre-comunista caída en desgracia, y los segundos aupados por su capacidad de sobrevivir con procedimientos dudosos en tiempos revueltos.

No es una novela maniquea de buenos y malos. Los caracteres son poliédricos y sus actuaciones diversas, a foto del autorratos justificadas, a ratos sin justificación aparente. Profundiza en la complejidad de los comportamientos humanos y las consecuencias sociales de decisiones políticas controvertidas tanto si se trata de una China feudal o comunista.

Me llama la atención la enorme distancia cultural (esperable), y la brutalidad de los tiempos y de los acontecimientos (descritos en tono desapasionado). La opresión especialmente alienante para las sucesivas generaciones de mujeres; solo una parece escapar al sino general.

Es interesante y está muy bien tratada la referencia sistemática a párrafos del Manifiesto Comunista, lectura de cabecera de uno de los personajes que se encuentra lejos de los centros de poder, en muchos casos criticado por su marginalidad e inacción.

Mao DunZhang Wei recibió el 8º premio Mao Dun en 2011. Este galardón recibe su nombre del pseudónimo de un reconocido escritor de corte naturalista, fundador del partido comunista Chino (motivo por el que tuvo que exiliarse a Japón entre 1928 y 1930), nombrado ministro de cultura de la República Popular China entre 1949 y 1964.  El galardón fue instaurado en 1982 a raíz del testamento del autor (para el que él personalmente dona una cuantía inicial) otorgándose posteriormente cada tres-cuatro años. En la actualidad el premio Mao Dun es el galardón más importante de las letras chinas, se trata por tanto de un reconocimiento oficial.

Al rebuscar en internet encontramos una crítica reciente al premio Mao Dun precisamente en su edición de 2011 dado que varios de los autores agraciados tenían una cierta pre-eminencia en la asociación de escritores chinos.

El libro en todo caso está bien escrito, y resulta adictivo e interesante. En China y Taiwán se ha editado más de 20 veces e imagino que algunos de los pasajes que incluye supusieron en su momento un gesto de cierta osadía por parte del autor.

 

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, Ramón J. Sender

  La aventura equinoccial de Lope de Aguirre

  Ramón J. Sender

  Bruguera

 

Los indios motilones trajeron a otros indios llamados brasiles, quienes hablaban a Ursúa de pueblos construidos con losas de plata y del gran lago donde se bañaba cada día el rey de aquel país para ser después ungido y su piel cubierta de láminas o de polvo de oro. Era servido aquel rey por esclavos vestidos de igual manera. Pero de lo que nadie hablaba era del lugar exacto donde el Dorado –así llamaban a aquel príncipe—reinaba.

En el año 1560 desde las tierras del Perú partió una expedición, una más, en busca de esa tierra  mítica, de esa tierra de provisión que llevaría a todos sus integrantes a la riqueza y a la abundancia. Todas las penalidades que padecieran serían bienvenidas si se llegaba a ese paraíso, a ese maná que borraría de sus vidas las amarguras y sufrimientos pasados.

Y así, cientos de soldados, aventureros, con gran experiencia en campaña pero muchos de ellos de una moral muy dudosa, se embarcan en ese negocio. Al mando de todos ellos, Pedro de Ursúa. Y de entre ellos destaca uno de los más veteranos, Lope de Aguirre. Veterano en experiencia y en edad. Amado por algunos, temido por la mayoría. Es Aguirre, el Loco.

El resentimiento era contra Ursúa nada más. Pero el de Lope era contra los hombres todos, contra el cielo y la tierra, contra el rey y contra Dios. Los otros se daban cuenta de que algo fatídico y sombrío dominaba en la voluntad de Lope, pero no sabían qué. Ya no llamaban a Aguirre el loco, porque veían que no era la razón lo que le faltaba, sino todo lo demás. Le faltaba todo en el mundo menos la razón. Y él quería apoderarse, con su razón, de todo lo que le faltaba.

Y de esta manera, Lope, se va apoderando poco a poco de una expedición que ya desde el primer momento estaba condenada al fracaso gracias a la pobre e ineficaz dirección de Ursúa. Lope maniobra en la sombra, intriga, atiende a las debilidades de los demás y se aprovecha de ellas. Difunde rumores, medias verdades. Se apodera de voluntades y de quien no la consigue, simplemente lo elimina. A ello ayuda el clima asfixiante, ponzoñoso de la selva indomable que domeña las mentes y los cuerpos, el hambre siempre presente, llevándolos al final a un  trágico desenlace que en realidad todos intuyen.

Como siempre, Lope era de los que menos sufría con el hambre, porque, aunque hubiera víveres sobrados, no comía casi nunca. Lo mantenía el instinto de reivindicación y de venganza. Iba y venía por el campo día y noche y lo veía todo y estaba en todas partes.

En 1972 Werner Herzog llevo a la pantalla la epopeya del Dorado con Klaus Kinski transmutado en Aguirre o quizás Aguirre reencarnado en Kinski.

Carlos Saura hizo su versión también en 1988 con Omero Antonutti como protagonista.

Ramón J. Sender nació en Chalamera, Huesca en 1901 y murió en San Diego, California en 1982.

 

Sender en la Biblioteca Universitaria UPM

 

La creación del patriarcado / Gerda Lerner

Gerda Lerner:
La creación del patriarcado (traducción de Mònica Tusell). Pamplona : Katakrak, 2017.

The Creation of Patriarchy. Oxford University Press, 1987.

 

La Historia de las mujeres es indispensable y básica para lograr la emancipacion de la mujer. Esta es la convicción a la que he llegado, basándome en la teoría y en la prácica, después de veinticinco años de estudiar, escribir y enseñar Historia de las mujeres, El argumento teórico se tratará ampliamente en este libro; el argumento práctico nace de la observación de los fuertes cambios de conciencia que experimentan las estudiantes de Historia de las mujeres. Ésta transforma sus vidas. Incluso un breve contacto con las experiencias de las mujeres del pasado, como el de un cursillo de dos semanas o un seminario, ejerce un profundo efecto psicológico entre las participantes. (Introducción)  

¿Cómo es posible que nuestras vidas individuales estén tan determinadas por los roles culturales dominantes? ¿Por qué es un camino difícil aun para muchas personas la salida de este encarrilamiento, la libertad de género en suma? ¿Cómo explicar la violencia asociada y la ira liberticida en torno a este asunto? ¿Confusión ante controversias en curso sobre prostitución, gestación..? Quizás la discusión ética en abstracto no baste y haya que volver la mirada a la Historia. Ese es el objetivo de La creación del patriarcado, publicada en su día en español por Editorial Crítica y reeditada por Katakrak en 2017. Para escudriñar los orígenes de esta persistente concepción del cosmos, la autora enfoca el presente desde la Historia antigua de Mesopotamia, el Próximo Oriente y una Grecia clásica despojada de clichés románticos. No es que el patriarcalismo sea exclusivo de sus herederos llamados hoy día "occidentales", pero sí que podemos ver aquella región -el "puente del mundo" que diría John M. Hobson- como la cuna de cosmogonías patriarcales por excelencia, de las que el extendido monoteísmo posterior -sucesiva y acumulativamente judío, cristiano, musulmán- es claro deudor en tantos de sus elementos. Esa filiación entre sociedades protohistóricas y mundo actual no por remota resulta menos decisiva, elaboración bíblica mediante. Otra perspectiva de interés es la de una obra de Historia del derecho, considerando la relevancia otorgada a fuentes escritas directamente de carácter jurídico o que se refieren a ese ámbito.

   
La creación del patriarcado es un libro con vocación de clásico, poderoso, iluminador  y emocionante. No porque sea especialmente muy narrativo sino por cuanto nos emplaza ante el reto de los humanos por su supervivencia desde épocas lejanas y a cuya superación de peor o mejor manera debemos nuestra existencia. Una muestra de cómo la investigación histórica no mejora ya la conciencia y situación de género sino en conjunto las de especie ofreciendo una visión verdaderamente nueva. Una obra que desentraña la actualidad remontándose a sus raíces antiguas, mostrando la estrecha relación originaria entre la desigualdad social de género, las diferencias de clase y el surgimiento de la esclavitud, así como la importancia del factor tecnológico: agricultura neolítica y metalurgia. 


El aparato crítico deja entrever cómo Lerner se benefició de su multilingüismo y en particular del conocimiento del alemán, que era su lengua originaria y vehículo principalisimo de la investigación filológica y arqueológica sobre Mesopotamia. El volumen se remata con ilustraciones comentadas, apéndice de definiciones de conceptos y una suculenta bibliografía.


Para saber más: www.gerdalerner.com

Hemos visto que las explicaciones sobre el poder de engendrar han pasado de la diosa-madre como principio único de fertilidad universal a la diosa-madre a quien dioses o reyes humanos acompañan para que sea fértil; y luego al concepto de un poder de creación simbólico expresado primero en "el nombre" y más tarde en "el espíritu creador". También hemos presenciado el cambio experimentado en el panteón de dioses, desde la todopoderosa diosa-madre al omnipotente dios de la tormenta, cuya consorte es una versión domesticada de la diosa de la fertilidad. Al panteón de dioses solo le queda verse reemplazado por un único poderoso dios masculino y que ese dios incorpore el principio del poder de engendramiento en su doble vertiente. Esta transformación, que se da de muchas maneras distintas en culturas diferentes, en el caso de la civilización occidental se produce en el Libro del Génesis. (La alianza)

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