El andén de nieve. Carlos Castán

Cubierta de Frío de vivir, Carlos CastánEl andén de nieve
En: Frío de vivir
Carlos Castán
Barcelona: Salamandra

Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento.

Ana María Matute (Los cuentos vagabundos)

Uno aborda la lectura de este cuento subido a un tren: un tren de madera. En un tren de madera te puedes encontrar con un soldado alemán. Un soldado que te pida el pasaporte que no tienes y te invite, -él muy atento, las botas muy limpias- a saltar a la nieve. Del tren en marcha en medio de una Europa en guerra, en un bosque de niebla. Lo más fácil es que te tuerzas un tobillo.

Pero no -sigue el narrador- no, ya no, los trenes ya no se hacen así, sería demasiado incómodo para los viajeros. Las compañías ferroviarias han ido eliminando sin aviso esta clase de prodigios. No sería civilizado, se excusan, que un viajero corriente que tomase su tren en Leganés sufriera dos estaciones más allá el ataque de una tribu comanche.

Pero, ah, los cazadores de prodigios. ¿Iban a rendirse tan fácilmente? ¿Iban ellos a dejar de husmear en busca de indicios? ¿A dejar de acarrear sus maletas de ciudad en ciudad, a perder la esperanza un millón de veces para volver a recuperarla un instante después?

No seré yo quien niegue que en un vagón cualquiera hay mayoría de gente como usted y como yo, personas que se dirigen de una ciudad a otra, para cambiar de aires, asistir a funerales, retener amores o atender a la usura de sus negocios. Es cierto. Pero los seres de quienes hablo abundan más de lo que parece y lo que parece ya es bastante si se les sabe ver.

Cubierta de Frío de vivir, Carlos CastánAhí está, por ejemplo, el señor Segriá, amando kilómetros y kilómetros a una muchacha que a ratos quizás fuera también el larghetto de una sinfonía de Schumann. Y un poco más allá, Macario el ferroviario, perplejo ante la oportunidad única del andén de nieve.

¿Habiéndose topado con el prodigio, con el cambio de destino que el tren de la vida les propone, tendrán estos personajes suficiente valor para tomar la decisión correcta, la que les salve de la monotonía de sus existencias?

La solución en la próxima parada o en las páginas del cuento.

El andén de nieve pertenece al primer libro de cuentos de Carlos Castán, Frío de vivir (Zaragoza: Onagro Ediciones, 1997; Barcelona: Emecé, 1997; Barcelona: Editorial Salamandra, 1998).

Ha sido incluido en Perturbaciones, antología del relato fantástico español actual, 2009, editado por JJ. Muñoz Rengel.

Carlos Castán nació en Barcelona en 1960 y es licenciado en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. También en su bibliografía figuran Museo de la soledad (2000), El aire que me espía (2005), Sólo de lo perdido (2008), Papeles dispersos (2009), Polvo en el neón (2013) y su primera novela La mala luz (2013).

Carpas para la Wehrmacht, Ota Pavel

Cubierta de Carpas para la Wehrmacht, Ota PavelCarpas para la Wehrmacht
Ota Pavel
Barcelona: Sajalín, 2015
Epílogo: Mariusz Szczygiel
Traducción: Kepa Uharte

Carpas para la Wehrmacht (publicado por primera vez en 1974) es una colección de relatos en la que el escritor y periodista deportivo checo Ota Pavel (1930-1973) recrea episodios de la vida de su padre, Leo Popper, un judío al que le tocó vivir los sinsabores de la Checoslovaquia ocupada por los nazis. Leo es un personaje encantador, de esos bohemios capaces de disfrutar durante horas de una tarde de pesca o de paladear durante meses el sabor imaginario de una mujer imposible. La belleza femenina, sí, pero además las carpas soñadas (ruborosas como lechones) de su querido río Berounka a su paso por Krivoklát; el color del cielo de Bustehrad; el perfume de los prados; la valentía de un buen perro cazador; la amistad del viejo balsero Karel Prosek.

El tío Prosek encabezaba la expedición con su sombrero de paja, después iba papá con su mata de pelo, luego Hugo, Jirka y yo. Llevábamos cañas largas: llegaban hasta las estrellas que habían aparecido en el firmamento. Con semejante vara quizá se podrían encender estrellas, igual que las lámparas de gas de la Ciudad Vieja.

Es astuto, seductor, fascinante negociante vendedor de tiras matamoscas que no matan moscas o de aspiradoras donde no llega la electricidad, un furtivo que cae bien a los de la Gestapo, un saltador olímpico de prohibiciones. Divierte leer sus aventuras, sufrir, enamorarse, perder muchas veces, ganar de vez en cuando en su compañía.

De repente una sombra oscura y ovoide pasó nadando por debajo de nosotros. Volvió. Una carpa. ¡Y qué carpa! Asomó su hocico redondo y tomó aire de la superficie. Después llegó otra. Parecían embriagadas, no les importaba lo más mínimo que estuviéramos allí, mirándolas. En cuestión de segundos, la superficie se llenó de carpas, y no dejaban de llegar más. En ese momento algo profundo y desconocido se apoderó de mi padre. Se arrodilló en el hielo, se arremangó y empezó a acariciar a las carpas en la cabeza y en el lomo y a arrullarlas.

Cubierta de Cómo llegué a conocer a los peces, Ota PavelOta Pavel escribió estos relatos (y el autobiográfico Cómo llegué a conocer a los peces, en el que reúne los recuerdos felices de su vida, siempre relacionados con la pesca, sinónimo de libertad) aquejado ya de una enfermedad mental grave, un trastorno bipolar del que no se recuperaría, pero que no le impidió dotar a su literatura de una alegría íntima, de un lirismo feliz capaz, en palabras del escritor napolitano Erri de Luca, de inducir “una lectura físicamente contagiosa que provoca un cosquilleo de euforia bajo la piel”.

De modo que las anguilas serían como poemas de los más talentosos poetas checos. Habría en ellas mar, luna, río, muerte. Y sol, al cual odian. En su interior, la enjundia del fasto, sus banquetes en noches lúgubres. En su interior el hambre del ayuno y de un peregrinaje sin fin.

Algo alrededor de tu cuello. Chimamanda Ngozi Adichie

algoAlgo alrededor de tu cuello
Chimamanda Ngozi Adichie
Barcelona: Mondadori, 2010

 

¿Qué sabes de África? ¿Crees que careces de prejuicios sobre esa gente que habita entre hambrunas, leones y guerras? ¿Eres capaz de imaginar la vida cotidiana de un nigeriano o de un ugandés? ¿Se parecen o diferencian tanto los africanos entre sí como nosotros a otros europeos? ¿Son tan distintos los africanos a nosotros?

Chimamanda Ngozi Adichie es nigeriana y cuenta historias. La historia única de millones de personas que lo único que tienen en común es pertenecer a un continente: África. Y la cuenta para advertirnos del peligro que implica la existencia de una sola historia, esa que aparece en telediarios y documentales, la que muestra siempre lo mismo y repite el mismo mensaje: “Es así como creamos la historia única, mostramos a un pueblo como a una cosa, una sola cosa, una y otra vez, hasta que se convierte en eso”, dice Chimamanda, convencida de que “una sola historia roba la dignidad a los pueblos”.

Antes de leer su obra, te recomiendo que visites la página del TED, una organización americana creada para potenciar ideas que transformen el mundo. El vídeo de su ponencia del 2009 ha sido visto por casi 9 millones de personas y no deja indiferente a nadie.

Chimamanda Ngozi Adichie

Algo alrededor de tu cuello es un libro de relatos que, a través de una escritura sencilla, nos muestra que es en la cotidianidad donde surgen las mayores diferencias y donde los prejuicios adquieren mayor relevancia. Cada relato está plagado de esos mínimos y abismales detalles sobre los que giran nuestras diferencias, esos que nos recuerdan las distintas maneras de ser personas, los que nos obligan a tomar conciencia de lo unidas que están cultura y emociones. Tomar conciencia de ello es la intención y el sentido de este libro y sobre lo que se articula toda la obra de esta genial escritora nigeriana.

 

Obras y premios de Chimananda Adichie publicadas en España:

La flor púrpura (Grijalbo, 2004). Recibió el Commonwealth Writers’ Prize for Best First Book.

Medio sol amarillo (Literatura Random House, 2007). Ganador del Orange Prize for Fiction.

Algo alrededor de tu cuello (Literatura Random House, 2010).

Americanah (Literatura Random House, 2014). Chicago Tribune Heartland Prize y el Premio Nacional de la Crítica de EE UU.

 

Rosa Molina

 

Personajes secundarios, Manu Espada

Cubierta de Personajes secundarios, Manu EspadaPersonajes secundarios
Manu Espada
Palencia: Menoscuarto, 2015

En esta colección de microrrelatos llueve al principio y al final. Y no es casualidad. Imagino al autor sumergiendo las palabras, inundando el tiempo que le ha llevado escribirlas. La lluvia y el viento azotan las primeras páginas, la tormenta se ha desatado por un diagnóstico difícil de capear: Daniel, el hijo de Manu Espada, tal vez no pueda hablar, tiene autismo. El ciclón se lo lleva todo. Ilusión, proyectos, hasta los protagonistas de los cuentos; quedan allí agarrados los personajes secundarios, nada más. Pero la tormenta de las últimas páginas es diferente, trae más que arrebata, se ha calmado el viento.

Meses más tarde de aquella primera hoja dijo “agua”. Se escuchó a sí mismo y le brillaron los ojos. Su primera palabra. Fue emocionante escuchar una palabra. Desde entonces, su vida está estrechamente unida al agua. Le encanta nadar.

Entre uno y otro aguacero lo que vamos a encontrar es el espacio en que los rebeldes secundarios, a la vez que Daniel, libran su batalla por adquirir voz. Del silencio al ruido, y de ahí a las palabras. Dándole estructura, razón de ser al conjunto van los textos que han nacido más directamente como resultado de las experiencias del autor con su hijo (que son los más conmovedores, vaya como ejemplo el precioso “El niño que se comía las palabras“). Y en medio, los otros, los de personajes secundarios propiamente dichos, pero secundarios no sólo como Watson lo es de Holmes, sino en más amplio sentido: son secundarios los protagonistas con respecto a sus autores (como le ocurre a Augusto Pérez en Niebla), los actores de cine mudo con respecto a los de cine sonoro, las ayudantes de los magos, el suicida entendido como dato estadístico… También, como no podía ser de otra manera son las palabras, y la reflexión sobre el lenguaje, las que están en el génesis de un buen puñado de los textos.

Fotografía de Manu EspadaMarca de la casa de Manu Espada -además de la riqueza en detalles, la variedad técnica y la significativa carga explosiva de sus piezas mínimas- es su notable interés por la dimensión visual del microrrelato, de modo que pasando páginas uno se tropieza con letras que se evaporan como gotas de lluvia, con frases que han encogido por culpa de una errónea programación de la lavadora, con un texto reversible, y…, en fin, con cantidad de imprevistos que sorprenden al lector al tiempo que le dan una vuelta de tuerca (y de frescura) al género.

Tenemos, en definitiva, un libro muy personal, muy de corazón, en el que Manu Espada ha pasado por el tamiz de la ficción los últimos acontecimientos de su vida. En un ejemplo de lo que él denomina género biofantástico.

El idioma materno, Fabio Morábito

Cubierta de El idioma materno, Fabio MorábitoEl idioma materno
Fabio Morábito
México: Sexto Piso, 2014

Hay libros tan llenos de encanto, tan bien escritos, tan inteligentes, que resulta inevitable recomendarlos una y otra vez. Este es uno de ellos.

En los ochenta y cuatro textos incluidos en El idioma materno (publicados originalmente en el diario argentino El Clarín) Fabio Morábito reflexiona sobre las experiencias que desde temprana edad han contribuido a convertirle en el escritor que hoy es. Da cuenta en ellos del origen de una vocación.

Fabio Morábito nació en Alejandría, Egipto, en 1955, de padres italianos, desde los tres años vivió en Milán y a los quince se trasladó a México, donde reside hoy en día. Escribe en español. De ahí que una de las más importantes líneas de reflexión que cruzan el libro esté relacionada con el idioma materno y con el oficio de traducir. Además, entre otras muchas cosas, habla de lectores y sus costumbres, de los que subrayan, de los que saben poner las comas, de poesía (“Los poetas no escriben libros”), de literatura desde puntos de vista interesantes (¿por qué Dostoievski nunca escribiría Robinson Crusoe?, ¿es El castillo de Kafka una historia de amor? ¿cómo es posible conocer la obra de Vallejo sin haber leído un solo poema?).

El idioma materno de mi mujer es un idioma que yo no hablo; ella, en cambio, habla mi lengua materna. Nos comunicamos a través de un tercer idioma, que es el idioma del país en que vivimos. El que yo no hable ni entienda la lengua materna de mi mujer, al revés que ella, que habla la mía sin dificultad, me otorga una gran ventaja. Al estar expuesto en mi casa a un idioma extraño, que no entiendo ni quiero entender, la calidad de misterio de mi vida es superior a la suya.

También hay textos que sin dejar de lado por completo estos intereses ni el tono reflexivo, adoptan la forma de cuentos o episodios rescatados del pasado. Breves -ninguna pieza ocupa más de dos carillas-, precisos, con un lenguaje rayano en lo poético y dotados de fino humor. De elegir uno, sería Lluvia nocturna. En él, Fabio cuenta cómo una abuela descubre que a través del telefonillo de casa puede oír el repiqueteo de la lluvia sobre el toldo de la entrada. Ese sonido, más intenso, diferente al de las gotas golpeando las ventanas significa para ella un descubrimiento, el hallazgo de un tesoro. Desde entonces arrima su silla para no perderse detalle, dicta turnos breves para hijos y nietos, no cede la posición. ¿Y por qué lo hará?, el texto no lo revela. Yo digo que porque la abuela, en su cabal sabiduría, es sensible al prodigio de que te cuenten al oído, aun sin palabras.

Un libro para leer y releer, de esos que no se dejan demasiado lejos porque tarde o temprano apetece revisitar. Afortunadamente hay quien hace, escribiendo, lo mismo que la lluvia del cuento.

Aquí un fragmento de “El idioma materno” leído por el propio autor.

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