Mi prima Rachel. Daphne du Maurier

Cubierta Mi prima Rachel, Daphne du MaurierMi prima Rachel

Daphne du Maurier

Editorial: Alba

Colección: rara avis

Desde que tenemos memoria, conocemos el cine de Alfred Hitchcock (1899-1980). Tiene una narrativa tan particular que puerilmente le atribuimos al director todo el mérito, incluidas las historias, fruto de ese carácter, tan propio, tan diferente a lo conocido  hasta el momento. Para mi sorpresa, Daphne du Maurier está en la base de dos de sus películas más reconocidas: Rebeca y Los pájaros.

Esta novela: Mi prima Rachel, llevada al cine en dos ocasiones, mantiene el ritmo, el suspense y el equívoco en un asunto familiar, en el que Rachel parece ser la causa de todos los males de su reciente marido; al menos según apuntan múltiples indicios recogidos por su estimado hijo adoptivo.

La plétora de personajes provenientes en su mayoría de un entorno rural, se polarizan entorno a esta figura foránea que transita entre el encanto y la manipulación enfermiza. Un personaje calidoscópico que trastorna tu punto de vista y opinión más firme con súbitos golpes de efecto. El final queda a la interpretación del lector.

A veces sucede así en la vida. Cuando son los caballos los que han trabajado es el cochero el que recibe la propina.

Daphne du Maurier (1907-1989) nace en una familia de clara orientación artística, y comienza a publicar en 1928; casada en 1932 con un militar condecorado en la Segunda Guerra Mundial, vive y escribe desde la tranquilidad de una vida familiar acogedora en Cornualles.

Con sus hijos en su casa de Cornualles.

La novela Mi prima Rachel, data de 1951, y ha sido publicada en castellano por la editorial ALBA rara avis en enero de 2017, y reeditada en abril de este mismo año. Halagador comienzo, que constata marcadamente su aceptación.

Daphne Du Maurier en: Biblioteca UPM

Primera plana. Cine clásico.

Cartel de la película Primera Plana, Billy Wilder

Primera Plana
Director: Billy Wilder
1974
Título original: The front page
Basada en la obra teatral de Ben Hecht y Charles MacArthur

Periodista: ¿Qué te parecen esos titulares?. ¿Cuál te gusta más?

Walter Burns (Walter Matthau): Todos son una birria. Lo malo es que no se le puede sacar mucho partido a la horca. Si por lo menos tuviéramos silla eléctrica en este estado. Con eso sí que se pueden hacer auténticas virgadas:

“Williams en alta tensión”

“Williams se fríe”

“Williams asado vivo”.

Hildy Johnson (Jack Lemmon), reportero estrella del Chicago Examiner, acaba de abandonar el periodismo para casarse y empezar una nueva vida en la ciudad de su futura esposa. Algo que le hace muy poquita gracia a Walter Burns (Walter Matthau), su hasta el momento jefe, un impresentable capaz de vender a su madre por un buen reportaje.

Antes de dejar Chicago, Hildy va despedirse de sus antiguos compañeros, que están en la cárcel cubriendo la ejecución de Earl Williams (Austin Pendleton), un anarquista condenado por el asesinato de un policía. Aunque presentado por los periódicos sensacionalistas como un peligroso bolchevique (ya que estamos en la América de los años 20, aprovechemos el filón del anticomunismo), Williams es en realidad un hombrecillo simple, incapaz de matar una mosca.Fotografía Billy Wilder y Gloria Swanson (1950)

Sendos errores cometidos por el sheriff y el psiquiatra encargado de examinarle hacen posible que, contra todo pronóstico, Williams se fugue cuando está a punto de ser conducido al patíbulo. Huyendo de sus guardianes, el prófugo entra en la Sala de Prensa justo cuando todos los periodistas han salido de ella. Todos menos Hildy, quien al ver a Williams es incapaz de resistir la tentación de conseguir la que sería la mayor exclusiva de su carrera. Por eso, no duda en prometer su ayuda al reo a cambio de que éste le conceda una entrevista que se publicará, por supuesto, en el Examiner. Obligado por las circunstancias, Williams acepta el trato . . . y a partir de ahí el enredo está servido.

Adaptación de la obra teatral homónima de Ben Hecht y Charles McArthur, Primera plana es una magistral sátira que fue dirigida por el gran Billy Wilder alias Dios (Trueba, com. pers.) (1906-2002), quien aborda en su película cuestiones tan actuales como son la falta de ética periodística o la corrupción política. Y para ello, no sólo se sirve de diálogos vitriólicos y memorables y de una galería de personajes inolvidables (los pintorescos periodistas, el izquierdista ingenuo, el sheriff inepto acólito de un alcalde mafioso y putero, el psicoanalista vienés obsesionado por la sexualidad). También recurre a la inestimable colaboración de Lemmon y Matthau (¡jamás se vio pareja con tanta química!). Dos actores en estado de gracia que, merced a la compenetración existente entre ellos, nos brindan algunos de los mejores momentos de la película. Momentos entre los que destacan los relacionados con los rastreros subterfugios urdidos por Burns para hacer que Hildy rompa con Peggy, su amada. Una estilosa viudita encarnada por Susan Sarandon.

Billy Wilder en la Biblioteca UPM

Frantz, Rilke y Margarit

Cartel del film FrantzFrantz, Rilke y Margarit,

reflexiones acerca de la semejanza (metáfora) y de la simpatía (metonimia)

Esta reseña es un crisol, un destilado que aúna: un descubrimiento reciente, la película Frantz (pincha aquí) dirigida por François Ozon (premiada en el Festival de San Sebastián 2016); la canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke (Rainer María Rilke) inmediatamente evocada por la película; y, por simpatía (cercanía), las nuevas cartas a un joven poeta de Joan Margarit.

Frantz podría representar al soldado desconocido, que en el contexto de la primera guerra mundial europea (1914-1918) estuvo encarnado por jóvenes de todas las clases sociales, incluso de la burguesía acomodada o de la nobleza; en aquel momento se hubiera considerado un deshonor la cobardía, tanto como el pacifismo.

La película dirigida por François Ozon aborda con una enorme sensibilidad la sinrazón de la guerra, y la intolerancia y cerrazón de los grandes ideales que arrastran a los más débiles y/o vulnerables a vivencias traumáticas de difícil superación. Emplea para ello el argumento de la canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke traspuesto al contexto del conflicto mundial; transposición tanto más justificada cuando dicho texto se convirtió en un Best Seller precisamente en la postguerra de la Gran Guerra. Para aquellos que disfruten con las películas en versión original, es además un rara perla pues los personajes son profundamente tras-culturales y son capaces de mudar no sólo de lengua, sino de sentirse igualmente cómodos tanto en el mundo galo como en el teutón, y sirve de canto a un mundo multicultural aún ajeno a los nacionalismos exacerbados pero no por ello cosmopolita, es decir acultural. Pienso que es un homenaje a lo mejor de la cultura europea, a pesar de nuestros contrasentidos internos.

La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, es un extenso poema (de ahí quizás el epíteto de canción o gesta) editado en versión bilingüe por Hiperión. Precioso…

Reiten, reiten, reiten

Durch den Tag

Durch die Nacht

Reiten, reiten, reiten

Cabalgar, cabalgar, cabalgar

A través de los días

A través de las noches

Cabalgar, cabalgar, cabalgar

(Quién puede evitar evocar a Rafael Alberti en estos versos; de donde se deduce que la inspiración no es lo mismo que el plagio)Cubierta de La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, Rainer Maria Rilke

Y finalmente, la nuevas cartas a un joven poeta (las primeras delicadamente escritas por Rilke). Joan Margarit es un personaje curioso: Arquitecto, Catedrático de Universidad Politécnica de Cataluña (imparte su docencia en el ámbito del cálculo de estructuras), Premio Nacional (a nivel estatal) de Poesía, además de Premio Nacional de Literatura de la Generalidad de Cataluña.

“El instrumento del lector es su sensibilidad, su cultura, sus sentimientos, su estado de anímo, sus frustraciones, sus miedos, su pasado…”

Tuve la oportunidad de escuchar a Joan Margarit en una conferencia en la Fundación Juan March, e incluso la bendición de aprovecharme de una breve pregunta al término: ¿Debemos forzar a los jóvenes a conocer la poesía? ¿Hasta donde? Quizás sí, aunque sólo sea para que no puedan echarnos en cara su carencia cuando maduren (esa sería a grandes rasgos su respuesta).

“Escribo… desde la inteligencia sentimental, que desconfía de la ausencia de reglas y que en lugar de rehusarlas, se abre a todo tipo de posibilidades formales, negando sólo la intervención de la irracionalidad”

carátula del libro Nuevas cartas a un joven poeta, Joan Margarit

François Ozon en la Biblioteca UPM

Rainer Maria Rilke en la Biblioteca UPM

Joan Margarit en la Biblioteca UPM

La Dama de las camelias. Alexandre Dumas

Cubierta de La dama de las camelias, Alejandro DumasLa Dama de las Camelias (1848)
Alexandre Dumas (hijo)

Camille (1921)
Director: Ray C. Smallwood
Intérpretes: Alla Nazimova y Rodolfo Valentino

Hace dos semanas descubrí una obra maestra del cine mudo, Camille (1921), una película que reune muchos aspectos interesantes que justifican buscarla y comprarla. Se proyectó dentro del estupendo ciclo que está realizando la Fundación Juan March titulado:  Esterotipos de la mujer en el cine mudo.

La película está basada en la obra universal de Alejandro Dumas (hijo) (1824-1895) La Dama de las Camelias de 1848, obra que poco después inspiraría también la no menos conocida ópera de Giuseppe Verdi La Traviata, La Extraviada,  que se  estrenó en Venecia en 1853.

La cinta de Ray C. Smallwood es como decía extraordinaria por diferentes motivos. De entrada es completamente distinta a las versiones cinematográficas y teatrales que se hicieron después de esta obra de Dumas, la más famosa la hizo George Cukor en 1936 con Greta Garbo como protagonista, y que nos han dejado una estela sentimental engañosa de esta historia, y de salida tiene una rigurosa ambientación art nouveau que nos remite directamente a la pintura de Gustav Klimt y a una estética marcadísima con decorados del más puro estilo años 20 .

El guión, fiel al espíritu del libro, me prendió; tenía quizás una idea algo almibarada y esteriotipada de esta historia de amor que es mucho más potente y verdadera de lo que esperaba. La protagonista, Marguerite Gautier, es una joven prostituta parisina, interpretada por la actriz ruso-americana Alla Nazimova, que se enamora perdidamente de Armand Duval un joven abogado burgués de provincias y sin dinero interpretado por el mítico latin-lover de aquel tiempo, Rodolfo Valentino.

Fotograma de La dama de las camelias

Marguerite está acostumbrada a sus millonarios protectores, no siente nada por ninguno de ellos, y les pide en cuanto se acercan a ella  que le regalen una joya, así,  para seguir hablando. No entiende lo que le pasa y no se lo acaba de creer, lo niega pero cuando se da cuenta de que merece la pena vivir aquello se retira al campo con él abandonando su vida de juergas nocturnas en París. Allí viven su amor y el le regala algo que ninguno de sus amigos le había regalado nunca: un libro, se lo le lee por las tardes en el jardín.

Pero aquel milagro de felicidad no podía durar, recibe en su casa de campo la visita del padre de Duval, que personifica el orden moral y que le pide, casi le exige, que abandone a su hijo dado que su relación amorosa  desprestigia a la familia entera y pone en peligro la boda de su inocente hija, hermana de su amado.

Es desgarrador ver, prodigiosa interpretación de Alla Mazimova, el dolor que le causa tener que renunciar a su amor. Pero lo hace, lo hace por Duval, desaparece de la casa de campo y regresa a su vida en París explicando a Armand en una nota que ya no siente nada por él.

Se ven una sola vez más, coinciden en un casino, él va acompañado de otra mujer y ella aparece con su antiguo protector, es una escena muy dramática y muy rica en detalles artísticos (trajes, tocados, arquitectura y decoraciones de interiores)  en la que él, despechado, le tira a la cara un fajo de billetes que acaba de ganar en la ruleta.  Ella muere poco después en una habitación redonda, en una cama redonda, con ventana redonda y abrazada al libro que le hacía soñar apoyada en el hombro de Armand Duval.

No os la perdáis.

Alexandre Dumas en la UPM

Imágenes de la película

Estrafalario de Rafael Azcona

  Estrafalario

  Rafael Azcona

  Alfaguara

A Don Fabián Bígaro Perlé le dolía horrores reconocer que los miembros de su familia se estaba portando como cocheros…Pero ¿qué otra cosa podía pensar, si aquellos desgraciados no tenían perdón de Dios? Mariano, su propio hijo, ya septuagenario, se acercaba a la cama oliendo a alfalfa seca, pues era almacenista de piensos y forrajes,  lo miraba de hito en hito durante un par de minutos, y en sus ojos se podían leer perfectamente cosas como: “Desahuciado por  la ciencia y a bien con Dios, ¿a qué viene esta resistencia a morir, papá?” Una delicada alusión si se comparaba con la desconsideración de Pablo, el marido de su nieta Luisa, un brigada de la Remonta todo tripa y mantecas, que habituado al trato con los semovientes le gruñía a su mujer: ¡Terco como una mula hasta para morir! Tortas y pan pintado a lado de la irreverencia de Fabianito, el primogénito de la pareja, quien al volver del colegio voceaba desde el vestíbulo, tomando a chacota la afición del bisabuelo a la Fiesta Nacional: ¿qué, dobla o no dobla?

Estrafalario con prólogo de Josefina Aldecoa recoge tres obras de Rafael Azcona;  Los muertos no se tocan, nene, ; El pisito; El cochecito.

Humor ácido, amargo para retratar una sociedad de que empieza a salir del subdesarrollo pero en la que todavía hay miseria, hipocresía,  desencanto y mediocridad. Situaciones disparatadas, personajes extravagantes, estrafalarios pero también reales, verdaderos. Un retrato de la España del NODO.

Una familia que intenta sacar provecho de la muerte del bisabuelo aún estando de cuerpo presente. Una pareja de novios en el que él está dispuesto a casarse con su anciana patrona para quedarse con piso donde viven. Un anciano que venderá su herencia para poder adquirir el cochecito que tanto anhela.

¿Y qué voy a hacer solo? Porque, claro, después de tantos años…

El callista le metió un trozo de queso en la boca:

-Te lo digo yo, lo que vamos a hacer -Dimas alzó la frasca, bebió un largo trago, se secó la boca con la manga de la blusa y concluyó, terminante- Tú te casas con la vieja, nos quedamos con el piso y con el dinero, y Petrita que se meta a monja.

A Rodolfo no se le había escapado el plural,  y lo miró receloso, pero Dimas no se inmutó.

Gómez, ni tú puedes perder el piso ni yo mi consultorio. Porque la vieja se muere, el casero nos echa, y tú te quedas en la calle y yo sin mi clientela.

En 1959  se estrenó la versión cinematográfica de El pisito dirigida por Marco Ferreri con Jose Luís López Vázquez en el papel de Rodolfo y Mary Carrillo como Petrita.

Un año después, en 1960, Marco Ferreri también dirigió El cochecito con Pepe Isbert en el papel protagonista.

Más recientemente, 2011, Jose Luis García Sánchez llevó al cine Los muertos no se tocan, nene.

Rafael Azcona nació en Logroño en 1926. Inició su carrera como colaborador en La Codorniz y fue en el cine donde debutó como guionista con la película El pisito, donde alcanzó el máximo prestigio. Autor de algunos de los mejores guiones del cine español como Plácido, El verdugo, La escopeta nacional, El bosque animado….

Rafael Azcona en la Biblioteca Universitaria UPM

1 2 3 4 7