Velázquez. Javier Portús

Cubierta de Velázquez. Javier PortúsVelázquez

Guía de sala

Fundación Amigos del Museo del Prado

2011

Esta guía de sala dedicada a la obra de Velázquez en el Museo del Prado y  editada por la Fundación Amigos Museo del Prado, no es una guía más.

Primero porque su pequeño tamaño permite leerla en la propia sala del Museo pero sobre todo por la calidad del texto que acompaña a las obras seleccionadas. El autor de los comentarios, Javier Portús, es el Jefe del Departamento de Pintura Española del Museo del Prado y especialista en la relaciones entre pintura y literatura. Portús posee una manera clara y precisa de explicar las cosas y esa exactitud resulta un lujo para disfrutar de los cuadros.

El Prado tiene casi cincuenta obras de Velázquez, ningún otro museo del mundo posee tantas, y representan el cuarenta por ciento de su producción total. Además entre esos cuadros conservados en el Prado se incluyen la mayoria de sus obras maestras. Por eso no hay más remedio que venir a Madrid si se quiere conocer a Velázquez.

Esa riqueza se debe a que Velázquez desde 1623 hasta 1660 trabajó para el rey Felipe IV y muchas de sus obras han permanecido en las colecciones reales, llegaron en su mayoría al Museo del Prado en 1819.

La selección de cuadros que hace el autor para esta guía incluye retratos, pintura histórica, pintura mitológica, de tema religioso y los paisajes que pintó Velázquez en Roma, los famosos jardines de Villa Médicis

Son dos hitos en la historia del paisaje occidental, porque por primera vez este tipo de pintura no es una reelaboración de taller, sino que está realizada ante el motivo. Velázquez ha expresado una concepción muy original y personal del paisaje, que ha dejado de ser escenario de un suceso histórico, y se ha convertido en motivo pictórico con valor en sí mismo, modelado por la luz, el color y el aire, por el espacio y el tiempo. Y todo ello con una técnica pictórica de una seguridad y una levedad extraordinarias.

Javier Portús.

Velazquez. Los jardines de Villa Medicis. Museo del Prado.

En este vídeo Javier Portús dialoga sobre las Meninas de Velázquez.

Velázquez en la Biblioteca UPM

Altamira y otras cuevas de Cantabria. M. A. García Guinea.

Cubierta de Altamira y otras cuevas de Cantabria. Miguel Ángel García GuineaAltamira y otras cuevas de Cantabria
Miguel Ángel García Guinea
Silex, 2004

Las Cuevas de Altamira han vuelto a ser noticia estos últimos meses. Por un lado nos enteramos de que después de muchos años será posible ver las pinturas auténticas en grupos reducidos, organizados según las normas de conservación, y por otro que se está rodando allí, con todas las precauciones, una película en la que se cuenta como se descubrieron las pinturas.

No es extraño que el cine se haya interesado por esta historia porque es fascinante.

Se supo por primera vez de su existencia en 1875 y unos años después Marcelino Sanz de Sautuola, hombre de ciencia interesado por la Historia Natural, fue con su hija a la cueva y sería la niña la primera que vio aquellos bisontes en el techo. En 1880 Sautuola publicó un trabajo sobre el hallazgo, el folleto se titulaba: Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la Provincia de Santander. Afirmaba que las pinturas eran prehistóricas, del periodo paleolítico, y nadie le creyó.

Eran demasiado perfectas, demasiado naturalistas y demasiado grandes para admitir que fueran paleolíticas. No se conocía nada parecido.

Visitas en Altamira año 1970Los especialistas, muchos de ellos franceses, le acusaron, entre otras cosas, de haber llevado a un pintor a  la cueva para que decorara con animales aquel abrigo. Hubo que esperar veinte años para que, en 1902, el prehistoriador francés E. de Cartailhac publicara un articulo aceptando su valor y reconociendo que se había equivocado. Este era su título: Les cavernes ornées de dessins. La grotte d’Altamira, Espagne. Mea Culpa d’un sceptique.

A partir de este momento la cueva de Altamira adquirió reconocimiento universal y vino todo el mundo a ver las pinturas.

Pero no solo vinieron a conocer Altamira porque en Cantabria hay catorce cuevas declaradas por la Unesco como Bien de interés cultural y Patrimonio de la Humanidad.

Animo desde aquí a visitar esos recintos sagrados. A dejarse invadir por el misterio y la emoción de descubrir la  presencia del  hombre de hace 15.000 años através de unos dibujos directamente maravillosos. Visitar la Cueva del Pendo es una experiencia inolvidable. Se trata de espacio enorme, al fondo están las pinturas que fueron encontradas en 1991, hace dos días como dijo nuestra guía,  y que merecen ellas solas un viaje.

Cueva de El Pendo

Miguel Ángel García Guinea en la Biblioteca UPM

Conversaciones en Giverny con Claude Monet

Cubierta de Conversaciones en Giverny con Claude MonetConversaciones en Giverny con Claude Monet
Confluencias Editorial
2014

Claude Monet (1840-1926) fue, como todo el mundo sabe, uno  de los creadores del impresionismo y dedicó su inteligencia y su energía a captar la luz y el color de la naturaleza.

El maestro saca su reloj:

– Las diez y media- y añade-,vayamos a verlos: ya se han abierto.

Descendemos por una gran alameda bajo los abetos cargados de sombra. A derecha e izquierda los lirios se extienden en grandes capas por el espacio, formando una especie de bruma lila bajo la luz del sol.

Entrevista a Monet en Giverny. Marc Elder (1922)

Lirios en el jardín (1900)

En Giverny (Normandía) a las orillas del Sena, siempre el agua, siempre el Sena, se compró Monet una casa donde vivió y pintó los últimos años de su vida. El jardín de la casa lo convirtió en campo de experimentación para poder pintar las especies de flores que más le gustaban, las plantas que mejor juego le daban al cambiar de estación; colocaba los setos buscando sombras, elegía cada año los tonos de los tulipanes y con su jardinero organizaba un concierto de flores milimétricamente orquestado para que se sucedieran, sin vacíos, las peonías, los lirios, los rododendros o las caléndulas. De este modo no necesitaba salir de su jardín para pintar. Y sobre todo aseguraba que podía capturar cada cambio de luz sobre el paisaje.

El barco estudio (1876)Con la escuela impresionista los temas de la pintura se volvieron amables. La gente podía reconocerse en las escenas de bailes populares, de paseos por el campo o de escenarios de villas y huertos. Escenas cotidianas y alegres sí, pero detrás de tanta aparente dulzura se escondía un esfuerzo terrible para el pintor, un trabajo lleno de sacrificios  y duros horarios siempre al aire libre.

La novedad consistía en que la emoción del cuadro residía en la luz. La luz, el cambio de luz convertía un río en otro, pero también una catedral en otra (como demostró el propio Monet pintando 31 veces la Catedral de Rouen), y tu propio jardín se volvía un jardín diferente.

Capturar todas las luces se convierte en una obsesión, en un reto, en una dificultad que rige la vida de Monet. Levantarse de  noche, buscar el sitio exacto donde dejaste ayer de pintar, comprobar que ninguna rama caída ha modificado el encuadre, un pitillo tras otro esperando que amanezca en el barco estudio en medio del río y, si hay suerte, continuar los reflejos iniciados el día anterior… para interrumpirlo todo poco después, cuando cambie la luz. Todo este ritmo tan sorprendente nos lo descubre este libro que marca un antes y un después a la hora de ponerse  ante un cuadro impresionista.

Monet estuvo en Madrid el año 1900. Vino para conocer el Museo del Prado y nos dejó este párrafo que forma parte de las entrevistas recogidas en este libro y que no tienen desperdicio.

Madrid, El Prado, ¡qué museo! El más bello de todos los que conozco. Cuando me he encontrado en aquellas salas, en medio de tizianos, rubens, velázquez, tintorettos, se diría que fueron pintados ayer, rebosando como están de fuerza, de luz y de color.

Claude Monet

Cubirta de La luz y Monet en Giverny, Eva FigesAcaba de aparecer otro libro interesante sobre Monet. Eva Figes (Berlín 1932 – Londres 2012) describe en esta novela, La luz y Monet en Giverny,   un día en la vida del pintor. El ambiente de la casa de Giverny, diez hijos entre los suyos y los de su mujer, los criados, los marchantes, los horarios de trabajo de Monet, su proceso creativo… No es que explique los cuadros ni los describa, es que los pinta con palabras. Es asombroso y mágico sentirte de pronto y por sorpresa dentro de las obras creadas en Giverny.

Claude Monet en la Biblioteca UPM

Mito y realidad de la Escuela de Vallecas, de Raúl Chávarri (con su secuela)

 

“El acto más enfático y al mismo tiempo más representativo de aquellas etapas lo constituyó la erección de un rudimentario monolito de ladrillos en lo alto de un monte denominado Cerro Artesa, al que los artistas dieron nombre de Cerro Testigo, por entender que desde él iban a ver alborear un mundo nuevo para el arte español y en el que mediante un montón de ladrillos elevado en honor de diversas figuras de la cultura y la pintura dieron en cierto modo acta de fe al nacimiento de este grupo de Vallecas como una actitud de escuela, como un intento colectivo de renovación del arte español o simplemente como un acto individual de afirmación estética. (Chávarri: Mito y realidad…, p. 19)”

 

Chávarri, Raúl: Mito y realidad de la Escuela de Vallecas. Madrid: Ibérico Europea de Ediciones, 1975.

La Escuela de Vallecas : mito y realidad : una poética de la emoción y lo telúrico. Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 2013.

 

Vallecas -Villa- y su itinerario desde el centro de Madrid -Puente- bien merecen una reseña de NoSóloTécnica, aunque solo sea porque la primera ha sido sede de la Universidad Politécnica de Madrid casi desde sus inicios como institución, allá por los años 70 del siglo pasado.

Benjamín Palencia – La perdiz (1927) – MNCARS

Para ello recuperamos un librito pionero publicado precisamente en 1975. No es el único texto, pero sí de las poquísimas obras originales que tratan en conjunto sobre esta esquiva Escuela artística vallecana a la que se ha considerado precedente de la más notoria y definida Escuela de Madrid. Uno va atando cabos y comprobando que algunos nombres del actual callejero local cayeron que ni pintados: Palencia, Alberti, Lorca, Miguel Hernández entre otros, anduvieron realmente por estos parajes que entonces eran puro campo castellano, a la zaga de la inspiración de la tierra y del pueblo. Raúl Chávarri se esfuerza por desvelar aquel empeño peripatético desarrollado por Alberto Sánchez y sus compinches a lo largo de la carretera de Valencia desde finales de los años 20. Y nos cuenta también el intento de reactivación del grupo en la inmediata postguerra, con su mezcolanza de misticismo impostado, extrema precariedad material y confusionismo social, rasgos típicos de cierta baja bohemia de la época.

El volumen, pequeño pero esmeradamente editado, incluye no solo valiosas ilustraciones de las obras de los artistas implicados sino también fotografías antiguas de la zona que invitan al trazado de un itinerario de interpretación de estos intrigantes episodios de la historia de las artes plásticas españolas. En 1984 la Comunidad de Madrid ya realizó una exposición con catálogo sobre la Escuela de Vallecas. Pero es en 2013 cuando la fórmula y el título propiamente dicho del libro de Chávarri son reaprovechados en el montaje de una nueva muestra presentada -esta vez por el Ayuntamiento- en el Centro Cultural Lope de Vega. Su libro-catálogo correspondiente añade más material gráfico y una magnífica recopilación de textos de los propios protagonistas de la aventura, inestimable para la comprensión de sus inquietudes estéticas.

Casi cuarenta años antes, Raúl Chávarri había acabado su modesto ensayo con un testimonio propio y directo: la imagen un tanto escurridiza de quien fue hilo conductor entre las distintas fases de la Escuela: Benjamín Palencia. En homenaje a este artista recomiendo la visita del estupendo Museo de Albacete que alberga una sustanciosa donación de obras suyas entre otros muchos tesoros antiguos y modernos.

“Se entabla la conversación y esa misma tarde del otoño de 1939 quedan citados en la Puerta de Atocha y caminan hacia Vallecas. Repitiendo, sin saberlo los jóvenes, y sin que Palencia lo diga, el itinerario que Alberto y Palencia habían recorrido años antes. Una primera sensación de la iglesia vacía de Vallecas, en donde suena el órgano y canta el sacristán, fundamenta la amistad y sedimenta el impulso inicial que aglutina al grupo (Chávarri, págs. 111-112).

En Bibliotecas de la UPM también encontraréis a Raúl Chávarri y podréis saber más sobre Vallecas.

Goya y el infante don Luis: el exilio y el reino.

Goya y el infante don Luis:  el exilio y el reino.

Exposición.

Palacio Real de Madrid

30 de octubre-prorrogada a febrero de 2013

Horario   10:00 – 20:00 h.

Folleto de la exposición

Goya. Retrato de María Teresa de Vallabriga.

En Arenas de San Pedro (Avila) tenía su pequeña pero exquisita corte el hermano menor de Carlos III, el infante don Luis (1727-1785),  que estaba desterrado de la corte de Madrid.

La circunstancia es muy interesante. La razón de este destierro era que la Ley Sálica no permitía reinar en España a los que hubieran nacido fuera del país y los hijos de Carlos III habian nacido, y se habian educado, en Nápoles.  Don Luis se convirtió por lo tanto en una amenaza para las aspiraciones del futuro Carlos IV y para tranqulizar al rey se le obligó   a contraer  matrimonio morganático con María Teresa de Vallabriga. De esta manera se anulaban sus derechos al trono.

Esa corte pequeña y exiliada, pero muy selecta, para la que trabajaron los mejores pintores y músicos de la epoca es la protagonista de esta exposición.

Goya. La familia del infante don Luis de Borbón.

El infante era un hombre de buen gusto y con gran afición por el arte y la cultura.

Para él trabajaron músicos como  Boccherini y Farinelli, Goya estuvo en 1783 durante un mes en el palacio de Arenas de San Pedro y volvió al año siguiente durante el verano.

Allí pintó más de quince cuadros,  y sobre todo  el interensantísimo retrato de grupo titulado La familia del Infante don Luis que representa un instante intimo y cotidiano, la toilette de su esposa  ante la familia, amigos y criados. Esta parte de su producción  fue crucial para la carrera artística de Goya que se convertiría en un pintor famoso y admirado durante la década de 1780.Luis Paret. La tienda del anticuario Geniani.

La exposición muestra  300 piezas. Destacan, aparte de las obras del aragonés, las pinturas del magnífico  Luis Paret, de Mariano Salvador Maella, Francisco Bayeu, Luis Meléndez, Mengs y Tiépolo.

Cerrando la exposición se puede ver un  conjunto de piezas que nos aproximan a los gustos e intereses del infante, un ilustrado, que guardaba en su Cámara de las maravillas: pájaros exóticos disecados, estudios de anatomía, huevos de avestruz, cuernos de unicornio, planos de arquitecturas, una imponente colección de cuadros  y un sin fin de piezas que nos acercan eficazmente a una filosofía y a un momento de nuestra historia.

Francisco de Goya en la Biblioteca UPM

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