El sonido de un caracol salvaje al comer. Elisabeth Tova Bailey

Cubierta de El sonido de un caracol salvaje al comer, Elisabeth Tova BaileyEl sonido de un caracol salvaje al comer
Elisabeth Tova Bailey
Madrid: Capitán Swing, D.L. 2019
Traducción: Violeta Arranz
The Sound of a Wild Snail Eating (2011)
 

Hay universos en cada esquina. Sin reparar en ellos, andamos ocupados con decenas de tareas diarias, de obligaciones, de grandes o pequeñas rutinas, de incontables estímulos humanos que nos atan a lo propio cotidiano. Pero hay universos en cada esquina, laten desde mucho antes que nuestra especie poblara el planeta, latirán mucho después de nuestra desaparición, como ahora, indiferentes al jaleo alrededor. A una velocidad distinta.

Cubierta de The sound of a wild snail eating, Elisabeth Tova BaileyElisabeth Tova Bailey, en su fascinante relato, nos cuenta cómo hay ocasiones en que descubrir uno de esos universos puede salvarte. Porque después de caer enferma, víctima de un virus persistente que la obligó a guardar cama durante meses en unas condiciones de debilidad extrema, lo que mantuvo su mente activa, interesada, emocionada y viva fue la presencia en una maceta de violetas colocada en la mesilla junto a su cama, de un sencillo caracol. Una criatura, originaria de un bosque cercano, que siempre le había pasado desapercibida era ahora su punto de conexión, el tiempo del caracol entraba en su tiempo, algo poderoso unía a la convaleciente sin posibilidad de movimiento con el ritmo vital del gasterópodo, con la sorpresa de sus dientes, con sus sistemas de defensa, con su inadvertida fuerza.

Descubrirlo en este libro no solo supone un aprendizaje, una lección de respeto y una oda a la naturaleza, es también una absoluta delicia.

José Miguel Parra. Howard Carter. Una vida.

José Miguel Parra. Howard Carter: una vida. Ed. Confluencias, 2020

Todo el mundo ha oído hablar de Tutankhamón. Se han hecho documentales, películas, artículos y libros sobre este faraón y el increíble material encontrado en su tumba casi intacta.

El libro de José Miguel Parra es un repaso de la vida de Howard Carter (Swaffham (Norfolk), 1873 – Londres, 1939), su descubridor, así como de su relación personal y profesional con lord Carnarvon, que financió las excavaciones. Conoceremos las circunstancias que condujeron a este descubrimiento en 1922 que impactó a sus coetáneos y que sigue fascinando a día de hoy.

No es una biografía narrada, sino que se compone de fragmentos de textos, del propio Carter o de personas que lo conocieron directamente: cartas, artículos, diarios de excavación, noticias, etc. todos ellos acompañados por una breve explicación del autor para ponerlos en contexto.

Howard Carter en 1.924.

Este libro combina el rigor histórico con una lectura amena, algo nada fácil de conseguir. Poco a poco vamos viendo la evolución profesional de Howard Carter y su personalidad. Un hombre gruñón y testarudo pero, como dice el autor, “con buen fondo y que podía resultar una encantadora compañía, sólo había que cogerlo de buenas”. Además se incluyen unas estupendas imágenes de sus protagonistas y de las excavaciones.

Sin una formación académica, Carter fue una persona con una habilidad innata para el dibujo, un trabajador incansable, metódico y concienzudo. Cuando le preguntaron qué fue lo que le llevó a dedicarse a la arqueología respondió así:

– La sensación de deducir, creo. Si no me hubiera dedicado a la egiptología quizá hubiera entrado en Scotland Yard.

– ¿Entonces, considera la arqueología como una especie de trabajo de detective?

– Si no posees la capacidad para diferenciar entre objetos y razonar su significado no puedes hacer demasiado en arqueología.

Fue Inspector jefe del Alto Egipto (1899-1904) y del Bajo Egipto (1904-1905) cargo este último del que dimitió a consecuencia de un enfrentamiento con unos alborotadores franceses que querían colarse en una tumba. Carter intervino indicando a los guardias (nativos egipcios) que se lo impidieran lo que causó un conflicto diplomático.  El mismísimo W.M. Flinders Petrie, decano de la egiptología inglesa, dio la razón a Carter:

A ojos del cónsul francés, quien exigió una disculpa de Carter, la indignidad de dejar que un nativo se resistiera a un francés pesó más que la indignidad de estar borracho y alborotar. Con adecuado amor propio, Carter se negó a disculparse por cumplir su evidente obligación. Por esto fue, a petición del francés, despedido del Servicio. Este fue quizá el más abyecto acto de sumisión a la arrogancia francesa.

Inevitablemente Parra también habla de la llamada “maldición de Tutankhamón” que no tiene nada de real y sí mucho de sensacionalista.

En el libro también se recoge la amistad que Carter mantuvo con Jacobo Fitz-James Stuart, Duque de Alba. Gracias a esta amistad Madrid recibió dos visitas del descubridor, donde impartió un par de conferencias en 1924 y otras tantas en 1928. Howard Carter fue aceptado como miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.

José Miguel Parra es doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en la cultura faraónica. Ha escrito una veintena de monografías sobre los aspectos más variados del antiguo Egipto, desde las pirámides hasta la vida sexual de los egipcios. Si conocéis a alguien que todavía crea que las pirámides las construyeron los extraterrestres, no dudéis en regalarle su libro “La Gran Pirámide ¡vaya timo!” (Ed. Laetoli, 2019).

Pinchando aquí podéis escuchar la entrevista que el programa “El café de la lluvia” le hizo a José Miguel Parra sobre este libro (minuto 7.39)

Howard Carter en la Biblioteca UPM

José Miguel Parra Ortíz en la Biblioteca UPM

 

Ciencia, Tecnología y Sociedad en los estudios de Ingeniería / Pedro Costa Morata (editor)

Pedro Costa Morata (ed.): Ciencia, Tecnología y Sociedad en los estudios de Ingeniería. 

Anthropos / ETSI Sistemas de Telecomunicación – UPM, 2016. 

Traducida al terreno disciplinar, la finalidad y la utilidad de los estudios CTS resulta obvia; se trata de alfabetizar tecnológicamente a los estudiantes y profesionales de las humanidades y las ciencias sociales e, inversamente, tratar de que los miembros de la comunidad técnica adquieran más conciencia del contexto social en el cual trabajan. Pero la significación del CTS es global y eminentemente social, más allá del mundo de la enseñanza o de las necesidades de la interdisciplinariedad, es decir que se trata de “capacitar a los ciudadanos en general para participar en el proceso democrático de toma de decisiones y se promueva la acción ciudadana encaminada a la resolución de problemas relacionados con la tecnología en la sociedad industrial” (p. 68) 

A lo largo de los años, varias han sido las iniciativas en nuestra Universidad consagradas al acercamiento entre las enseñanzas en ella impartidas –una mayoría abrumadora de ingenierías- y las ciencias humanas y sociales. A título de ejemplo bibliográfico recordemos los reiterados ciclos de conferencias sobre Humanidades, Ingeniería y Arquitectura editados por el profesor Atanasio Lleó. Además, numerosas actividades culturales –tanto de la Universidad como de sus centros respectivos- han ido en esa línea. Pero una cosa es el encuentro y mutuo aprecio entre ambas esferas y otro el estudio e investigación sistemáticos de la articulación entre ciencia y tecnología, y la sociedad humana de la que estas son fruto y que a su vez experimenta en su propio curso vital las consecuencias del desarrollo de aquellas. En esto consiste justamente la disciplina CTS (Ciencia, tecnología y sociedad), un campo de conocimiento que no ha dejado de expandirse y cobrar creciente interés en España a caballo de los nuevos planes de estudio surgidos en los años 2000 y destinados a homologar las titulaciones en la Unión Europea.  

Respecto a este contexto el libro que os presentamos tiene de algún modo una doble funcionalidad: por un lado recoge los testimonios y enfoques de experimentados profesores implicados a fondo en el desarrollo de asignaturas de este tipo en varios centros; por otro, muestra una introducción a los contenidos CTS tal y como se pusieron en marcha en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Sistemas de Telecomunicación del Campus Sur UPM. Esta segunda parte a cargo del profesor Costa Morata se titula muy modestamente Programa pero en realidad consiste en un jugoso ensayo de interpretación en toda regla, con una reflexión profunda sobre la exorbitante tecnificación global de nuestra época y la consiguiente responsabilidad social de la tecnología. Tras la lectura del libro y a la vista de los acontecimientos históricos vividos en 2020, a uno no le cabe duda de la necesidad formativa en Ciencia, Tecnología y Sociedad, ante la complejidad exponencial que se nos viene encima.  En fin, si hay un libro especialmente no-solo-técnico es este; de modo que -aunque seamos un poco juez y parte al ser un trabajo surgido de la UPM- vale la pena volver sobre él cuanto sea preciso. 

A pesar de no llegar a conocer Internet ni la revolución microinformática, los análisis de McLuhan resultaron proféticos. Los medios de comunicación de masas han convertido el planeta en una aldea, una gran aldea planetaria pero aldea al fin y al cabo. El principio que destaca en este concepto es el de un mundo interrelacionado, con estrechez de vínculos económicos, políticos y sociales, producto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), particularmente Internet, como disminuidoras de las distancias y de las incomprensiones entre las personas y como promotoras de la emergencia de una conciencia global a escala planetaria, al menos en la teoría. (p. 150) 

CTS en: Biblioteca UPM.

Pedro Costa Morata en: Biblioteca UPM.

Discurso del método / René Descartes

Título completo y ediciones recientes sugeridas:

Discurso del método para bien conducir la razón y buscar la verdad en las ciencias. Edición y traducción de Pedro Lomba Falcón. Editorial Trotta, 2018.

Discours de la méthode : Pour bien conduire sa raison, et chercher la vérité dans les sciences. J’ai Lu, 2018.

Gustaba, sobre todo, de las matemáticas, por la certeza y evidencia de sus razones; pero aún no conocía su verdadero uso, y al pensar que sólo servian para las artes mecánicas, me extrañaba de que, siendo sus cimientos tan firmes y sólidos, no se hubiese construido sobre ellos nada más elevado (de la Primera Parte, Revisión de la cultura adquirida en los libros

Después de tanta marginación, podría ser que la Filosofía volviera a estar de moda. Para que no nos pille desprevenidos, nada mejor que degustar algún clásico. Si entre los modernos alguno merece realmente este título, ha de ser el Discurso del método (1637) de René Descartes (1596-1650). Aunque ampliamente difundido como libro independiente, en origen fue escrito como prólogo a un conjunto de Ensayos filosóficos sobre Dióptrica, Meteoros y Geometría. Se trata pues de un texto imbricado completamente en la labor científica pura a la que se dedicaba con intensidad su autor.

El Discurso requiere una lectura sosegada y atenta. Los párrafos son largos, pero la prosa es limpia y directa, y el tono mantiene en todo momento la calidez de la confesión y el testimonio personal, con referencias autobiográficas. Téngase en cuenta que fue escrito en lo que en la época aun se consideraba lengua vulgar -en francés nativo- al contrario de usar el latín que era lo habitual entonces para los ensayos y tratados. Hay una clara intención de cercanía al lector.  Y como buen prólogo no es tampoco excesivamente extenso. En él Descartes parece buscar y moverse en un elegante equilibrio entre la crítica y la prudencia, de tal forma que su obra, aparte del valor puramente reflexivo, se podría percibir como una sugestiva propuesta de conducta vital. Persiste en una separación entre fe religiosa y trabajo científico que se corresponde enteramente con las necesidades filosóficas de su contexto social histórico:  o sea la supervivencia y conllevancia de un orden basado en el cristianismo tradicionalista con los incipientes avances de la revolución científica de la que el propio autor era protagonista, y cuyo desarrollo precisaba emanciparse del formalismo escolasticista. Desde este punto de vista esta filosofía es un claro precedente de nuestro concepto contemporáneo de laicidad que se formulará en los siglos posteriores.

Hay datos interesantes y significativos en la vida personal de Descartes que, en la vorágine ideológica de la Europa occidental de su tiempo, parecen situarle en aquella transversalidad simbolizada en un principio por Erasmo. Católico-romano confeso, se educó en una Francia con un cierto grado de libertad religiosa, en la que todavía no se había revocado el Edicto de Nantes. Más tarde encontró una residencia idónea para sus actividades intelectuales en la mayoritariamente reformada Holanda -país que elogia de forma expresa- y terminó su vida en Suecia. Aunque Descartes no fuera protestante, se antoja una trayectoria cruzada en sentido contrario con la de algunos artistas de la época como Dowland o Vermeer, conversos al catolicismo por oportunidad social o falta de sintonía con la austeridad estética propia de la confesiones reformadas.

La lectura del Discurso es un buen remedio contra el pesimismo histórico. Por un lado Descartes tenía un agudo sentido de la evolución de la ciencia, intuía las perspectivas que se abrirían en el futuro con los avances del racionalismo y la experimentación y en beneficio del bienestar de las personas ; y por otra parte, desde nuestra época podemos apreciar algunos tremendos errores -por ejemplo de anatomía- repetidos en su obra, lo que da una idea del progreso obtenido por la Humanidad en menos de cuatrocientos años. 

Pero tan pronto como adquirí algunas nociones generales de física y, comenzando a ponerlas a prueba en varias dificultades particulares, noté hasta dónde pueden conducir y cuánto difieren de los principios empleados hasta el presente, creí que no podría tenerlas ocultas sin pecar gravemente contra la ley que nos obliga a procurar el bien general de todos los hombres, en cuanto esté en nuestro poder (de la Sexta Parte, Utilidad de la ciencia, consideraciones diversas)

René Descartes en: Biblioteca UPM.

Leer contra la nada, Antonio Basanta

Carátula del libro
Leer contra la nada, Antonio Basanta

Cuanto mejor es un libro más difícil es de glosar, eso dicen; es probable Ésta es la primera idea que me asalta, qué voy a decir yo que no haya quedado dicho en el título: LEER CONTRA la NADA.

A las personas que encontramos en la lectura, a ratos un refugio, un iluminado escondite, en ocasiones una isla de nunca jamás en buena compañía, o una cueva platónica desde la que observar el mundo entre murmullos, brumas y plumas, de repente escuchar en letra impresa tantas emociones resulta delicadamente desconcertante.

imagen de un faquir cautivando a una pitón

Antonio Basanta es doctor en literatura hispánica por la UCM, y escribe con clara vocación oral. Cuando un libro se ha escrito para ser escuchado más que para ser leído, de repente uno se sintiera en un ágora con algún tímido profesor de solera, embelesado ante el encanto de la flauta del faquir; ilustrados a nuestro pesar.

Para mí la principal ventaja de leer reflexiones tan suavemente mayúsculas tiene la ventaja de poder acallar al autor a la demanda, así cuando una de sus sugerentes ideas te atrapa, puedes dejarte llevar, sin ofender ni malograr la conferencia; es un libro amable, rumia-ble.

En esas ocasiones resulta hasta ofensivo hacer entresaca, para ahorrarse el esfuerzo inútil de dejar una impronta personal. En cambio el autor, demuestra una vez más su capacidad mayéutica trayendo aquí y allá otros conversadores de fama incalculable, sin el temible ridículo de las comillas, sino con la elegancia de las letras incunables (cual monje de monasterio).

La editorial Siruela ha hecho un trabajo magnifico en la elección del formato, el papel, la tipografía y las tintas modaf de dos colores, y si estas palabras no sirven al efecto de correr a una próxima biblioteca o a una librería de encanto para buscar el libro, la culpa es mía que el autor reproche no merece; a las claras queda cuando va por la tercera edición desde 2017.

Foto del autor en una charla

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