La estampida, Zane Grey

Zane Grey. La estampida

Editorial Juventud.

Duros, indomables y resistentes, aquellos primeros hombres blancos que penetraron en las grandes llanuras, desérticas del Sur y del Oeste, registraron en la historia una parte de sus maravillosas aventuras, sus terribles experiencias y las extrañas cosas que vieron.

Recorrieron muchos centenares de leguas, según dice su historiador Castañeda, a través de enormes llanuras de arena, desnudas, tan desprovistas de árboles y piedras, que se veían obligados a amontonar el estiércol, a fin de reconocer, al regreso, el camino que siguieron a la ida.

Aquellos primeros hombres blancos que recorrieron esas inhóspitas tierras en busca de aventuras y fortuna fueron exploradores españoles. Al igual que otros aventureros que recorrieron las tierras más al sur de río Grande y que también mencionamos en Nosolotécnica, las penalidades a las que se enfrentaron les llevo prácticamente a la muerte y  el descubrimiento de un animal desconocido para ellos, el bisonte, lo que los salvó.

En todo su camino, a través de aquellas grandes llanuras de hierba y arena, los españoles encontraron rebaños de bueyes jorobados, en tanto número como las ovejas de España…Los fatigados y extraviados viajeros estaban casi muertos de hambre y, gracias a los búfalos, encontraron la comida que tanto necesitaban.

Muchos años más tarde, la llamada a la región inexplorada, la llamada a la frontera sigue intacta. Tomas Doan, nuestro protagonista, la ha recibido y no puede resistirse.

Qué sentirían aquellos hombres y mujeres cuando se adentraron en esos territorios desconocidos, cuando vieran por primera vez aquellos inmensos rebaños de bisontes, la naturaleza más salvaje y virginal.

Cómo sería ese primer contacto con los nativos, qué impresión recibirían al verlos por primera vez

Qué tenía el Oeste para atraer a tantos exploradores y aventureros. Qué fuerza mágica hace que una persona se adentre en un terreno desconocido, en una inmensidad plagada de peligros y de incertidumbres. Quizás conseguir una fortuna, dejar atrás un pasado, sentir que uno es dueño de su propio destino, de su libertad, de ser en definitiva un hombre libre.

En un tiempo actual en el que no podríamos tener esa sensación primigenia, disfrutar con la narración de las aventuras de aquellos hombres en el antiguo Texas siempre será un buen antídoto contra esta realidad presente no tan fascinante y no tan libre.

Zane Gray nació en Ohio en 1872 y murió en California en 1939.

Grey en la Biblioteca Universitaria UPM

Un día en la vida de Ivan Denisovitch, Alexander Solschenizyn

Un día en la vida de Ivan Denisovitch.

Alexander Solschenizyn.

Barcelona: Luis de Caralt, 1963

Sujov se sentía satisfecho cuando todos le señalaban: “A éste le falta poco para salir”. Pero en su fuero interno no estaba muy seguro. Los que cumplían la condena durante la guerra fueron retenidos “en reserva” hasta 1946. El que estaba condenado a tres años, por ejemplo, se quedaba encerrado cinco años más. Es una ley muy elástica. Pasan los diez años, y pueden caerte otros diez, o el destierro.

Cuando uno lo piensa, se vuelve loco. Alguna vez tiene que acabar la condena, como un film… ¡Dios mío! ¿Ser dueño de sí mismo? ¿Estar en libertad?

Libertad, tan anhelada, tan lejana. Iván Denísovich la perdió cuando fue condenado durante la guerra al escaparse de los nazis tras su captura en el frente y reincorporase a las tropas soviéticas. Sospechoso de espionaje. Traición a la patria. La única manera de escapar al paredón de fusilamiento es confesar un crimen que no ha cometido. Diez años en un campo de trabajo. Diez años en el Gulag. Diez años en el que ya no eres un hombre, solo eres un número, S-854.

¿Por qué habría de partirse los lomos trabajando durante diez años un preso en un campo de concentración? No quiero y basta. Hay que estirar el trabajo durante el día, hasta que anochezca, y así al menos le pertenece a uno la noche.

Más el cálculo no sale. Para eso se inventaron las brigadas. Naturalmente, no se trata de brigadas como las de fuera del campo, en las que Iván Ivanitch recibe más paga que Piotr Petrovich. La brigada en los campos no está para que la comandancia vigile a los presos, sino para que unos presos se vigilen a otros. Entonces solo hay una solución, todos trabajan más, o todos revientan. ¿No trabajas, marrano? ¿Habré de pasar hambre por tu culpa? ¡A pencar sucio!

Miles de personas fueron encarceladas de forma injusta tras las campañas de represión y terror llevadas a cabo por los dirigentes de la Unión Soviética, fundamentalmente en los años 30 y 40.  Su destino fue el Gulag, el sistema de campos de trabajo, de castigo, de represión, contra los llamado enemigos del régimen.

La ley del más fuerte es la que rige en esos campos. Las condiciones de vida son atroces. No mereces más, no eres una persona, solo un número, un traidor. Presos políticos mezclado con presos comunes, muchos de ellos auténticos criminales. No existe humanidad, solo existe un objetivo; sobrevivir. Tu vida anterior no cuenta. Lo que aprendiste quizás ya no te sirva. Tienes que mentir, robar si es necesario. Aprender a buscar comida, a buscar un buen escondrijo, a fabricarte una cucharilla…Tienes que espabilar. No eres nada, no tienes nada, o casi nada.

Exceptuando el sueño, el ocupante de un campo de concentración vive para si exclusivamente diez minutos cada mañana con ocasión del desayuno, cinco minutos durante la comida y otros cinco durante la cena.

Alexander Solzhenitsyn nació en Kislovodsk en 1918. Murió en Moscú en 2008. Premio Nobel de literatura en 1970.

Solzhenitsyn en la Biblioteca UPM

Peces sin escondite, James Hadley Chase

Peces sin escondite

James Hadley Chase

Barcelona: Bruguera, 1985

Su trabajo consistirá en indagar acerca de los problemas; yo me ocuparé de los difamadores. Poseo una agencia de investigación de primera categoría, que colaborará con usted. No destaparemos ruindades. Quiero que se convenza de eso, no hay necesidad de sacar a la luz suciedades de la vida privada de nadie. Combatiremos a la administración, la corrupción policial y perseguiremos a quienes viven del cohecho y de la depravación. ¿Le interesa todo esto?

Steve Manson responderá sí. Es una proposición muy interesante, convertirse en jefe de redacción de una nueva publicación. En un estado en el que la corrupción y deshonestidad de sus dirigentes es total, combatirlas como periodista en una revista con máximo respaldo de su propietario es una proposición que no puede rechazar.  Además, su nuevo puesto lleva consigo una generosa remuneración con la que podrá hacer frente a los numerosos gastos que le genera su esposa Linda.

Bien, Manson, el contrato está preparado -hizo una pausa y me observó, sus ojos hundidos, inquisidores- Ahora una cosa importante: atacará la corrupción y la deshonestidad. Recuerde que se convertirá en un pez de color dentro de una pecera de cristal. Tenga cuidado, no dé oportunidad de que le ataquen. Los peces de colores no tienen escondite. Recuérdelo.

Su vida tiene que ser pura, limpia, sin ninguna sombra. Nada ni nadie puede poner en duda su labor al frente de la revista. Todos los ojos estarán puestos en él. Los enemigos aparecerán y no tendrán piedad. Henry Chandler, su jefe, se lo ha advertido. Él es el ejemplo de una vida privada irreprochable. Sí, ese es el ejemplo a seguir pero hay un pequeño problema llamado Linda.

Mister Manson, por favor, no perdamos tiempo. Su tiempo es valioso, lo mismo que el mío…no dude que la señora Manson ha incurrido en un delito.

Tomé el sobre y saqué de él una fotografía brillante, en la que aparecía Linda, con aspecto furtivo, colocando una botella de Chanel número 5 en su bolso de mano.

El chantaje aparece y cabalgando a su lado el asesinato. Steve Manson es un pez de color es una pecera de cristal. Estaba advertido. Su vida idílica se transformará totalmente. Pero con lo que no contó es con un arma muy peligrosa, la hipocresía.

James Hadley Chase nació en Londres en 1906 y falleció en Suiza en 1985.

Chase en la Biblioteca Universitaria

Un pueblo de Oklahoma, George Milburn

Un pueblo de Oklahoma

George Milburn

Sajalin Editores. 2017

Hubo una época en que, en el pueblo, nadie solía preguntar a los forasteros por qué se habían marchado del lugar del que ve­nían ni cómo es que habían acabado en Oklahoma. Pero eso fue al principio. Al cabo de un tiempo aquello cambió y empezó a hacerse lo contrario. De los recién llegados se esperaba que reco­rriesen las calles presentándose a los vecinos. Y así, mientras unos comentaban las costumbres locales, los otros hablaban de sus lu­gares de procedencia y de lo mucho que preferían nuestro pueblo.

A más de siete mil kilómetros de distancia, en mitad de los Estados Unidos, en el estado de Oklahoma, se encuentra el pueblo de Coweta. Una pequeña población de poco más de 1000 habitantes. Gentes que habían emigrado en busca de un futuro, creyeron encontrar en aquellos lares, la tierra prometida.

En ese pueblo de Coweta nació nuestro protagonista y de el marchó con apenas diecisiete años en cuanto el tren de la oportunidad hizo escala en aquella remota localidad.

George Milburn, nuestro protagonista, recogió las historias, relatos, sucesos que conoció de primera mano o que escuchó a sus mayores.

Hace unos meses, traíamos a las páginas de NoSoloTécnica otros relatos centrados en aquella ocasión en la ciudad de Barcelona. Aunque lugares diferentes, las personas se comportan igual. Aman, sienten, luchan, tienen anhelos. George Milburn nos muestra una pléyade de personajes llenos de ignorancia, fanatismo, desprecio. Pero también en algunos casos de  ternura, alegría, humor. Seres sencillos, apegados a sus tradiciones, a su tierra,  inhospita, dura en ocasiones. La Ámerica rural. Treinta y seis relatos ásperos, escuetos, secos. Treinta y seis relatos llenos de vida que no es poco.

George Milburn nació en Coweta, Oklahoma en 1906 y murió en Nueva York en 1966.

Paseos por África. Alberto Moravia

Paseos por África. Alberto Moravia

Mondadori

De repente deja de llover, estalla un sol magnífico y abrasador; los charcos humean y se secan rápidamente, reaparecen todos los habituales personajes de las paradas de África: niños que extienden la mano para quién sabe qué; mujeres con el cesto en la cabeza y el niño de teta en brazos que sonríen quién sabe por qué, hombres que miran fijamente sin decir palabra, con quién sabe que pensamientos en mente.

Qué tiene África que tanto nos atrae, qué magia poderosa hace que muchos de aquellos que la visitan tengan deseos de volver. África trágica, cruel pero también llena de alegría y de belleza. África exuberante, apabullante en su ser,  naturaleza extrema. Paisajes fascinantes.  Llena de contrastes; riqueza y pobreza. Paraíso para algunos, infierno en la tierra para otros tanto. Lo bueno y lo malo se dan la mano.

Muchos escritores o simples viajeros sienten una atracción hacia ella. Uno de ellos fue Alberto Moravia que ya trajimos a Nosolotecnica hace poco tiempo y que ahora en Paseos por África, nos muestra sus experiencias, sus impresiones al viajar por aquellas tierras. Reflexiones de un occidental sobre una tierra de contrastes, tan diferente y tan alejada en muchas ocasiones de Europa pero a la vez cercana en otras. Una tierra rebosante de vida.

Tanzania, Ruanda, Zimbawe, Gabón, Zaire son los lugares visitados.

África presente, África eterna.

Alberto Moravia en la Biblioteca UPM.

Pero más allá de la vasta playa desierta la selva intercepta la vista con su maraña melancólica y amenazante, justo como debía aparecer en otro tiempo a los ojos de los náufragos, europeos apenas salvados de las olas y presagiando ya nuevas y tal vez insuperables dificultades. Sí, la serenidad, la calma, el estupor del paisaje, sugieren inevitablemente la idea de una falsedad insidiosa y engañosa de la naturaleza.

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